“Me hallo laburando en colectivo. Me ayuda a cerrar las ideas cuando las abro”, dirá y remarcará una y otra vez con otras palabras. Fue en un colectivo –literalmente hablando– que halló su voz, ese instrumento que hoy dosifica o sencillamente lo considera como eso: un instrumento. El 121 interdepartamental de Montevideo lo dotó durante dos meses de 2013 de un entrenamiento intensivo a base de temas propios, muy pocos de fogón y varios de colegas que había dejado en La Plata. Aquel colectivo cancionero que llegó a tener nombre (Uf Caruf), con autores oriundos nada menos que de sus natal República de Ringuelet, lo había inspirado y abierto a una idea que devino casi en obsesión: descifrar la canción perfecta. ¿Qué ciudad mejor que la capital uruguaya, signada bajo el influjo de nombres como Alfredo Zitarrosa o Fernando Cabrera, para desarrollarse como cantautor?
Esa voz que descubrió en el 121 se había empezado a abrir en el Gilardo Gilardi, hará una década atrás. Hasta entonces, quien es el único músico de su familia junto a su padrino no cantaba. Sacaba riffs en la guitarra y componía algunas cosas que no tomaba en serio. Pero puede que en algún momento haya sentido lo contrario: que se tomaba demasiado en serio. Su experiencia con Totomás le aportaría el espíritu lúdico y su vínculo con Sauce Blanco terminaría de definir el rumbo. Si bien “Domingo” ya marcaba un sostén electrónico a sus composiciones, el ambiente de ese tipo de música “en donde la gente sólo quiere cerrar los ojos y bailar” lo convocó profundamente. Al punto de interpelar lo que llama “musicocentrismo” y acercarse a otras disciplinas “para complementar mi trabajo con el de otres”. Todo ese proceso y esas ideas cierran –o se abren– en un disco que a pesar de lo colectivo que tanto acentuamos se percibe sumamente introspectivo. Un mixtape onírico y espacial, donde la canción está sugerida sobre beats, envuelta de capas sutiles y sintonía chill. “Andrómeda”, breve pero consistente, supone un viaje más en el camino de encontrar la voz –no la de la garganta, la otra– para Nico Piró, la mente detrás de ElectroPiró.
“Galaxial, dijo Lucía Schvartzman, quien recita un poema en el clavo. La palabra no existe pero dio en el clavo”, introduce Piró. Y explica el origen de este material: “El uso de nuevas herramientas de composición, samplear, loopear, me abrió el abanico de posibilidades para la performance de interpretar, lo que antes me interpelaba de un cantautor a guitarra y voz pelada, hoy se traduce en un cantante con un buen beat sonando. De ahí nacen, hoy, los textos y la letra míos, más al servicio de un contexto sonoro, donde ya no importa tanto seguir una narrativa sino qué musicalidad tienen esas palabras”.
The Marías, Cuco o Kali Uchis son algunas referencias que sonaron durante el proceso creativo a puro Ableton y plugins. Respecto a las líricas, el cambio o evolución fueron hacia la síntesis: “La premisa es que sea menos letra. Un lenguaje mucho más sencillo. No es como cuando estaba con la guitarra, con un texto podía llegar a algún lugar, contar un relato. Con esta metodología es mucho más libre. Con poca letra poder situarte en una sensación más que nada”.
Rocío Marquez en coros, El Afro con su Casio Tone, Jomo (de La Viya Real) y Octavio Aga son algunos de los nombres que rodean su trabajo. Si bien está activo con “otras movidas como un podcast que estamos haciendo mensualmente, desde La Radio, Barcelona, con productores del sello e invitades”, se halla en un momento de reflexión: “Ando muy movilizado con la realidad que destapa la lucha de las mujeres, y cómo me afecta en el lugar que ocupo. Me parece sano correrme al costado, disfrutar de la cantidad de bandas y artistas femeninas y disidentes (fan de Isla mujeres, Acuática, Paz, de lo más original y genuino que escuché/vi en vivo) y así aportar a este rearmado del circuito con una mirada más inclusiva y consciente del movimiento estructural que esta dándose o tiene que empezar a darse”.
«Hay algo bastante mutante en mi carrera –concluye–. Mis discos son muy diferentes. Y me siento muy bien así. Antes me pasaba con la canción… de los que se quemó el coco, pensaba que me iba a quedar descifrando la canción perfecta. Pero bueno, cuando empieza el movimiento no hay vuelta que darle”.