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ANDREA ÁLVAREZ | Una pila de vida

Por Ramiro García Morete
Foto: Sol Miraglia

«¿Va a haber luz?». Andrea no oculta las ganas de subir al escenario, pero no pierde de vista el panorama de La Plata y se preocupa: «Hay mucha gente afectada. Con muchos problemas como para ir a ver un show». Por amor y convicción, quiere estar en el escenario. No sólo porque a los cinco o seis ya tocaba la flauta y clarinete en una cámara infantil, leyendo partituras y sabiendo que realmente entendía ese mundo, ese lenguaje. Sino porque después de ver shows y películas de los Beatles, ya con doce o trece años tuvo una certeza inclaudicable: «Me di cuenta de que iba a estar arriba del escenario. Lo de ser público iba a ser momentáneo. Ver shows y películas de los Beatles. Me di cuenta… lo registro». Y estuvo arriba de los escenarios más grandes y también algunos pequeños. Pero las ganas están intactas, aunque su talento y trayectoria encuentren más puertas cerradas que abiertas. No le importa si Las Diferencias, El Perrodiablo o Ca7riel: ve el escenario y le dan ganas de subirse. Ella dice que no distingue entre edades o género o lo que fuera. Enérgica y espontánea, siente que tiene cosas que decir. Como cuando tararea por la calle un riff o un verso y luego le da forma desde la batería. Como cuando veinte años atrás no se conformó con ser percusionista o cesionista, para erigir una sólida serie de discos atestados de riffs, baterías poderosas y melodías que podrían sonar en la radio. Cosa que no ocurre, pero ella ya está acostumbrada. Dice que no le gusta, pero no se queja. Tampoco olvida que el sonido de Doble A (a cargo del productor de White Stripes, en cinta) no tuvo repercusión poco antes de volver a estar en boga. Quiere estar en el escenario no por protagonismo. Por eso celebra la ola de feminismo que creció en un género donde ella, desde su carrera hasta un documental a su cargo, viene peleando hace rato. Quiere estar en el escenario porque una vez al mes es muy poco. Quiere ir de gira, saldar los costos y todo lo que es más fácil cuando se es parte «del monopolio». Quiere estar porque sí, como la canción que grabó en su primer disco solista y reversionó quince años después, mostrando constancia y versatilidad. Desde su educación percusiva a la potencia hard rock de trío donde los riffs se sostienen en dominantes baterías y la voz dispara versos crudos e inteligentes. Porque sí, que no es capricho sino derecho. Andrea Álvarez, cantante, compositora, baterista y artista, quiere estar en el escenario porque allí vive hace casi cuatro décadas. Y porque allí es donde está la luz, esa que emana de la chispa vital de esa electricidad que algunos llaman rock.

«Yo no soy ni fui parte del establishment –define–. Lo fui como música sesionista. Ahí pude estar en estructuras grandes o chicas. Esos engranajes los conozco no muy bien. Pero siempre parte a nivel empleada. No como jefa. En mi banda manejo una estructura y busco no hacerles a los que dependen de mí lo que me han hecho. Ejecuto pasos muy pequeños. No me quejo ni soy quejosa, pero es una realidad. Me encantaría hacer un montón de cosas a las que no tengo acceso. A veces se han abierto puertitas, nunca tuve alguien que bancara, nunca formé parte del booking. No porque yo no quiera. Me he ofrecido, pero no les ha interesado».

Su primer disco homónimo fue pensado «de una forma que yo no iba a ser más. Pero la quise dejar asentada con las percusiones. Que quede testimonio. Y se mezcló con mi necesidad de escribir sobre el feminismo o temáticas de género. Porque es algo que me impulsó a ser solista. La necesidad de escuchar ese contenido y no tener otro que lo hiciera».

Ocupando un lugar innegable en el rock argentino y habiendo sido integrante de Rouge junto a artistas como María Gabriela Epumer, se expresa sobre el crecimiento de la lucha feminista: «La vivo de muchas formas. Por un lado la veo como grande que soy. No le puedo escapar a mi experiencia. Muchas cosas no me sorprenden. Pero me emociona que sea más masivo. Me pongo a llorar en una marcha, veo las pibas, la diversidad… ¡Los looks! ¡Me hubiera encantado que exista cuando era chica! A la vez, cuando era chica e hicimos Rouge tenía más intensidad ante la nada misma. No puedo comparar las épocas, sería injusto. Quizá me satura cuando a veces se transforman en clichés. Porque me gusta trascender a eso. Soy consciente de la problemática y entiendo que ante la felicidad de encontrarse en un ámbito se festeje tanto. Me gusta el movimiento en lo musical, en lo que está pasando en la música, la apertura, la acción real. Siempre deseé que pasara. Y me pone contenta».

Generalmente se la vincula sólo a los parches, pero con el tiempo y más en su estilo Álvarez ha desarrollado una importante capacidad vocal. «Yo empecé a tocar y cantar al mismo tiempo. En esa época a las mujeres las llamaban sólo para cantar y no para tocar. Entonces negaba que cantara. Tanto que hasta me lo negué a mí misma. Pero yo siempre toque y canté. Mi plus es que además de percusión hacía los coros. El tema es cuando tengo que cantar mi propia música. Hay una exposición muy fuerte, una búsqueda de la identidad».

Mientras prepara un importante show en Niceto el 31 de agosto junto a Richard Coleman, la artista se presentará en Pura Vida (Diag. 78 e/ 8 y 61) junto a la banda que completan Lonnie Hillyer (bajo) y Tomas Brugues (guitarra). La apertura estará a cargo de Betty Se la Aguanta Sola.

Álvarez vuelve a apuntar contra el sistemas de rotación porque «es lo único que hace que la gente se mueva más, que te identifique con tu música y no con tus tuits. Justamente, como tenemos una facilidad para acceder, eso va acompañado de gran comodidad para moverse… Si me pasaran por la radio, comprarían los tickets y tocaría todos los fines de semana». Y aclara «Lo digo con broma y un poco enojada también. Y lo asumo absolutamente. No con resentimiento, que no existe para mí. Pero no me toca a mí sola: hay cada vez menos lugar para artistas alternativos».

Álvarez está atenta a lo que pasa con el trap y la música «nueva» en general, pero descree de que tenga que ver con los géneros y menos con el rock: «Hay muchos factores que hacen a eso y no son musicales. Tampoco el talento. Es habilitad para los bussiness y suerte. Que se junten los planetas. Lo que creo es porque hago cualquier cosa que hago: porque sí. Porque estoy así. Voy a ser así siempre. Ya soy lo que soy, no voy a cambiar. Ya cambié, pero no cambié mucho. ¿Qué vas a hacer si no hacés eso? Es inevitable».