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El mar y los jóvenes

Por Florencia Abelleira

Son las tres de la tarde de un martes y en Casa Joven están reunidos chicos y chicas del barrio Aeropuerto y de otras zonas de Villa Elvira, en la periferia de La Plata. La actividad del día consiste en ver un documental sobre el paco. El video muestra a pibes consumidos por la droga; también hablan chicos que se están recuperando del consumo de la pasta base, un conjunto formado por los desechos de la cocaína, kerosene, vidrio molido o talco.

En la hora que dura el documental, los adolescentes no despegan los ojos de la pantalla. Este año eligieron el tema “adicciones” para investigar y hacer un corto documental para el encuentro de “Chapa 2015”.

Jóvenes, reflexión y encuentro sintetizan un año de trabajo de chicos y chicas de 13 a 18 años que todos los noviembre se juntan en Chapadmalal en el marco del programa Jóvenes y Memoria que organiza la Comisión Provincial por la Memoria. Durante los días del encuentro, muestran sus producciones, intercambian experiencias, conocen adolescentes de distintas ciudades de la provincia. Muchos tienen su primer contacto con el mar, todos hacen amigos y, sobre todo, se divierten. “El programa nació en 2002 con el objetivo de generar un espacio donde las nuevas generaciones tengan su propia voz y construyan nuevos relatos”, cuenta Sandra Raggio, directora del mismo, y aclara que también es una forma de que los jóvenes resignifiquen el pasado, “no sólo como un deber, sino como un derecho de memoria”.

“El programa nació en 2002 con el objetivo de generar un espacio donde las nuevas generaciones tengan su propia voz y construyan nuevos relatos”, cuenta Sandra Raggio.

Los chicos y las chicas que participan son de distintas edades, de diferentes clases sociales, de variadas geografías, con realidades similares en algunos casos y muy distintas en otros: estudiosos, rebeldes, católicos, ateos. “Mayoritariamente son grupos vinculados con las escuelas, pero también hay un porcentaje grande de experiencias de educación no formal, de bachilleratos populares, de Envión, como también organizaciones sociales que tienen un vínculo con chicos como Casa Joven, la Obra del Padre Cajade y otras organizaciones barriales”, dice Raggio.

“Me gusta estar acá con ellos, donde nos expresamos y debatimos sobre todo. Debatimos sobre la droga, la corrupción, de las cosas que hacen mal y bien, y damos cada uno nuestra opinión”, dice Marcos. Casa Joven, una de las patas que conforman la Obra del Padre Cajade, es el tercer año que participa del Programa.

El año pasado, los chicos y las chicas de la casa hicieron el documental INseguridad, donde discutieron qué es la seguridad/inseguridad y se entrevistaron entre ellos y a sus madres, vecinos, especialistas y funcionarios. “Esta posibilidad de generar una reflexión sobre las cosas que los afectan es lo más valorable que tiene Jóvenes y Memoria”, opina Lucía Belaunzarán, una educadora de la casa. En la misma línea, su compañera, Camila Trebucq Weis, dice: “Nos permite ver cuáles son los temas que a los chicos les interesa tratar y construir desde la mirada de ellos y la nuestra, en conjunto”.

La lógica es el trabajo colectivo, la libertad para opinar y la discusión de las problemáticas que atraviesan la vida de los adolescentes del barrio.

La lógica es el trabajo colectivo, la libertad para opinar y la discusión de las problemáticas que atraviesan la vida de los adolescentes del barrio. Con ayuda de las y los educadores, ellos, luego del proceso de debate, producen cada etapa del video: guionan, filman, entrevistan, sacan fotos, editan. “Este año ya elegimos el tema: vamos a hacer un video sobre adicciones. Pensamos que las drogas te arruina la vida”, cuenta Rocío, una de las chicas que participa del taller. “También hablamos de la corrupción y que no tenemos la culpa los pibes del barrio. La mayoría de la culpa la tiene la gente de arriba. Acá (en Casa Joven) nos dan la re mano, pero hay pibes de diferentes lugares que no tienen la oportunidad que tenemos nosotros, por eso van a robar, porque en sus casas también la pasan mal”, agrega Marcos.

“Todo lo que llevó INseguridad y este proyecto de adicciones permite que las herramientas lleguen a la gente que tiene algo para decir y no puede muchas veces plasmar ese discurso en algo concreto. Cualquier iniciativa que apunte a fomentar y generar discursos nuevos y de sectores que son más acallados, como los jóvenes –y, sobre todo, los jóvenes del barrio–, para mí es increíble y apuesto a que eso se siga haciendo”, opina Lucía Suárez, otra educadora.

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(Foto: Pablo Bruzzone)

A la orilla del mar

Para muchos de los adolescentes que viajan a Chapadmalal, es la primera vez que ven el mar. También la primera vez que hacen un viaje. Allí se hospedan en un complejo hotelero y comparten pieza con amigos, pero también con chicos de otros lados. Luego de presentar el documental u otro material artístico que sintetice lo investigado, hacen talleres de intercambio para volver a pensar la experiencia que tuvieron en su barrio o ciudad durante el año. Para Rocío, el viaje a Chapadmalal “estuvo re bueno porque fuimos a la playa a ver el mar. Además, había talleres y los chicos jugaron a la pelota bajo la lluvia”.

Luciana Qüin cuenta que están bien organizados para que ellos allá puedan hacer lo que quieran dentro del hotel, respetando las normas pautadas. “Son jóvenes, es una edad donde tienen todo el tiempo el cuerpo en movimiento, donde se quieren expresar, donde quieren romper y buscan el límite”.

El programa Jóvenes y Memoria ya hace trece años que se puso en marcha, y cada año crece más. Cuando empezó en 2002 participaron 350 adolescentes. El año pasado reunió a 12 mil, y en este hay 15 mil jóvenes trabajando con un proyecto. Y lo más importante es el encuentro. “El encuentro de los chicos con otros chicos, de nosotros con los chicos en otro contexto, de nosotros con nosotros mismos, nosotros como educadores con otros educadores de otras instituciones”, concluye Lucía Suárez.


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