El 27 de octubre los colombianos elegirán alcaldes, gobernadores, diputados y concejales. Pero, desde la llegada de Iván Duque al gobierno, la violencia política volvió a instalarse con fuerza en todo el país. Tres candidatos a alcaldes fueron asesinados en los últimos quince días, y ya suman siete desde que se inició la campaña electoral.
Según un informe de la Misión de Observación Electoral (MOE), desde el 27 de julio –cuando inició la campaña electoral– hasta el 16 de septiembre fueron asesinados siete candidatos, dos fueron secuestrados, cinco sufrieron atentados y cuarenta fueron amenazados.
Este fin de semana, Bernardo Betancourt, candidato a alcalde del municipio Tibú por el Partido Conservador, en el departamento Norte de Santander, fue asesinado mientras participaba de un acto de campaña.
Solo seis días atrás, también durante un acto de campaña, fue asesinado Orley García, miembro del partido Centro Democrático y candidato a alcalde del municipio Toledo, en el departamento Antioquia.
El 1° de septiembre había sido asesinada Karina García, integrante del Partido Liberal y candidata a alcaldesa de Suárez, en el departamento Cauca.
Todos estos actos se dan en el marco de una creciente escalada de la violencia política, el asesinato casi cotidiano de líderes sociales, defensores de derechos humanos y miembros desmovilizados de la exguerrilla de las FARC, hoy partido político. Los actos de violencia parecen estar alentados por el boicot del gobierno al proceso de paz, la negativa a continuar los diálogos con el ELN y la constante amenaza de confrontación militar con Venezuela.
En diálogo con Contexto, Lido Iacomini, analista político y responsable de relaciones internacionales de Carta Abierta, aseguró: «Estos hechos están en el marco de un panorama que excede lo local. Son, claramente, parte de una cuestión regional».
«Es del interés norteamericano mantener una zona con un importante grado de desestabilización en las cercanías de Venezuela. Washington lo podría utilizar como excusa para sus fines golpistas respecto del proceso venezolano», explicó el especialista.
Iacomini detalló que «el gobierno de Iván Duque, como era de esperarse, ha hecho todo lo posible por boicotear el proceso de paz. Sus vínculos con la antigua jefatura reaccionaria de Álvaro Uribe Vélez hacían que eso fuera previsible».
«A la derecha le interesa evitar por todas las vías posibles que, a través del camino democrático, la izquierda tenga un avance político. La opción guerrerista parece ser la que más le atrae», sostuvo.
Por último, remarcó: «A la derecha le resulta preocupante lo que está sucediendo en América Latina. El triunfo de Andrés Manuel López Obrador en México y la segura derrota de Mauricio Macri en Argentina con el consiguiente triunfo de Alberto Fernández parecen reactivar la oleada de gobiernos de fuerzas populares latinoamericanas. Eso les resulta inaceptable y marchan a un endurecimiento de las posiciones más reaccionarias».