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PYNOS | La vibración infinita

Por Ramiro García Morete | Foto: Luciana Demichelis

“Nada está inmóvil; todo se mueve; todo vibra”. Ordenando en la casa de sus padres, Federico Visentin halló una edición del Kybalión. Entre otros textos místicos en PDF, los principios del Maestro de los Maestros lo habían unido a Jonatan Dillon cuando empezaron a ensayar a dúo allí por el 2016. Casi como los múltiples discos que iban de Temples a Spinetta o como la calle 64, que se extiende tanto hasta la casa en Los Hornos del baterista como a lo del bajista Gonzalo Martinez en Villa Argüello y tiene como eje lo de Sara. Allí, a la altura de 12, tuvieron lugar los primeros ensayos y aún se mantienen en las mañanas hasta que Edelmiro (hijo de Jonatan) sale del jardín. La vibración –esa que es infinita– se percibió desde los primeros encuentros, cuando Luciano Pogliano –guitarrista de toda la vida– había empezado a experimentar con un controlador y un microkorg. Desde que tomó en Santa Fe aquella criolla de sonido seco y aprendió temas de Sui Generis, Federico siempre había dado mucho lugar a la guitarra y más aún en Funji, su anterior banda de progresivo y stoner.

Ahora no había un plan premeditado pero sí una necesidad de incluir teclados, samples y programaciones. Tampoco había un vínculo tan estrecho como se creee con el synth pop, ya que la búsqueda sonora iría por terrenos como el post rock y otros lares. Si bien nada está inmóvil, no siempre es sinónimo de avance. Gonzalo y Jonatan habían tocado en Hamaca Paraguaya y todos habían ido y venido con distintas bandas. Los cuatro sentirían la necesidad de un proyecto a largo plazo, con una idea no inmóvil pero sí rectora. Atmósferas frondosas, teclados y capas cubriendo el pulso pop, incidentales guitarras y una poética musical les darían un sonido, “algo chiquito pero nuestro”. Tras “Los viajes posibles” y “Fixión”, la banda alcanza su punto más alto con “3er principio”. El EP, donde se vuelve más oscuro, no solo remite a la filosofía hermética sino también a la sensación de cierre de una trilogía. Pero como bien se sabe, todo final implica el principio de algo nuevo. Y en ese rumbo, aún por explorar, se mueve Pynos.

“3er principio” –según asiente Federico– remite no solo a un verso de “Nudo” y la referencia mencionada, sino “también hace referencia sin querer o no a que es nuestro tercer trabajo… y que es un poco el final de una etapa y la línea de partida para un nuevo camino. Hace tres años y medio que estamos tocando y componiendo con una metodología. Y llegamos al tope con ese laburo. Se van a abrir nuevos caminos que no tenemos ni idea”.

“Creo que hay una línea estética que se mantiene en los tres laburos y eso está buenísimo”, evalúa Federico. “Lo que más evolucionamos fue en meternos en el estudio, mezclar música, estar en ese viaje de la producción concreta. Exigiéndote. Todo ese esfuerzo que hacés como músico pudimos mantenerlo. Y por más que sea un disco, dos temas o cuatro temas este año, siempre el proceso fue como nuevo y de mucho aprendizaje”.

Generalmente, el proceso implica la composición previa de alguno de los integrantes y sus maquetas, hasta llevarlo a la sala para darle forma y color. Al notar que esa composición ya se piensa “para el compañero”, la idea es apuntar a la energía de la sala. “Por ahí en vivo hay un sonido que humildemente… chiquito pero nuestro. Está bueno darle por ahí, seguir buscando eso y entre todos como que se va a volver aún más personal todavía”.

Respecto a los textos, “la lírica intenta acompañar ese vuelo estético que propone la música. Pero cada vez fuimos ajustando que no sea solo estética. A nuestra manera, con las herramientas que contamos. Las últimas cuatro dicen algo que puede ser interpretado de varias maneras”. Y revela: “Estas cuatro canciones están muy interpretadas por todo lo que nos pasó como sociedad en estos cuatro años, que sufrimos muchísimo. A nuestra manera y personalidad. Al principio era más vuelo estético y más poético. Y se fue poniendo más concreto. Más corta y al pie. Más social, más directa. Eso está buenísimo, porque cantar esas cosas te libera un montón y te hace sentir un poco mejor”.

Visentin analiza el panorama de nuevos estilos y sonidos: “Todos estamos procesando y tiene que ver con un cambio de época. Uno inevitablemente va a hacer lo que tiene que hacer. Nosotros elegimos el camino de la canción, de la cultura rock y por ahí ese es nuestro camino. Obviamente siempre anexando y teniendo la oreja parada. Porque siempre hay un montón de cosas para rescatar. Pero como que no dependemos del público, sino de nosotros y nuestras ganas de hacer lo que estamos haciendo”.

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