Search
Close this search box.
Search
Close this search box.

Cáncer de mama en mujeres jóvenes: cerca del 25% de los casos se presentan antes de los cincuenta años

En países desarrollados y en vías de desarrollo, el cáncer de mama es la principal causa de muerte por cáncer en mujeres (corresponde al 21% de las muertes por tumores malignos). En los últimos veinte años, América Latina ha reflejado un aumento progresivo de la incidencia de esta enfermedad. Para Argentina, con 19.000 casos por año y alrededor de 6.000 muertes, representa el tumor más frecuente en la mujer. Generalmente, esta «patología se diagnostica a partir de los 50 años, presentándose con dos picos de mayor incidencia, uno a esta edad y otro alrededor de los 71 años». Sin embargo, «cada vez se diagnostican más casos de cáncer de mama en mujeres jóvenes», señala la doctora Verónica Sanchotena, miembro de la Sociedad Argentina de Mastología. Y agrega: «En los últimos diez años se ha detectado un aumento de los casos diagnosticados de un 2%, 5% y 8,5% en las franjas etarias de 30 a 34 años, 35 a 39 años y 40 a 44 años respectivamente. Más del 10% de los casos diagnosticados, y más del 10% de las muertes por cáncer de mama, se dan en pacientes menores de 45 años».

Sin embargo, gracias a las campañas de concientización, ha mejorado la adherencia de las mujeres a realizarse los estudios (mamografía o ecografía) anualmente. Los equipos más modernos y con mejorías técnicas facilitan la detección de forma temprana de tumores muy pequeños.

«Si bien los antecedentes familiares de cáncer de mama u ovarios suelen ser factores de riesgo muy importantes, el llamado cáncer de mama genético o hereditario no es el más frecuente, ya que representa solo el 15% de todos los cánceres de mama diagnosticados, mientras que el 85% restante de los casos son lo que se denomina cáncer esporádico», sostiene el doctor Luciano Cassab, miembro de la Sociedad Argentina de Mastología y jefe Sección Mastología del Hospital Prof. Dr. César Milstein (ex Htal. Francés). Y destaca: «El riesgo aumenta después de los treinta años sin haber concebido. En la actualidad, el cambio social debido a necesidades laborales, estudios, mayores oportunidades para la mujer, obligó a postergar el deseo de maternidad temprana y el consiguiente aumento del riesgo».

Entre las causas, Sanchotena expresa: «El nivel de estrés, los factores ambientales y dietarios -en especial la calidad de la alimentación: la utilización de conservantes, estabilizantes, edulcorantes, el alto contenido de grasas y azúcares en algunos regímenes-, el consumo de alcohol y otras sustancias nocivas generan un impacto a nivel genético, cerrando el círculo de sucesos involucrados en la carcinogénesis».

Por su parte, la doctora María Eugenia Azar, miembro de la Sociedad Argentina de Mastología y del Departamento de Mastología del Instituto Ángel H. Roffo, advierte: «La exposición prolongada a las hormonas del ovario, menarca temprana y menopausia tardía aumentan el riesgo de padecer cáncer de mama, pero especialmente luego de la menopausia».

Sin embargo, muchos compuestos químicos presentes en cosméticos, plásticos, insecticidas, detergentes, pesticidas, resinas, envases y otros productos de uso cotidiano que son incorporados al organismo, además de contaminar el medioambiente, afectan el equilibrio hormonal: «Llevar una vida saludable es la mejor manera de protegerse los llamados disruptores hormonales, como los parabenos, los bifenilos, los organoclorados, las diosminas, etcétera. Se acumulan en la grasa, pudiendo estar relacionados con el aumento del cáncer de mama. También estas sustancias tóxicas actúan modificando genes, lo que llamamos epigenética, y son causantes del aumento de la incidencia de cáncer. Presentes en mucho de lo que comemos, bebemos, vestimos y respiramos», aclara Azar.

Asimismo, según explica el doctor Cassab, «la ingesta de alcohol podría incrementar el riesgo de desarrollar cáncer de mama. En la actualidad, aumentó el consumo y bajó la iniciación, de los 12 a 14 años. Beber más de 450 cc de cerveza, 200 cc de vino o 50 cc de whisky por día incrementaría el riesgo de cáncer de mama del 10 al 15%. Las causas estarían dadas por el aumento de los estrógenos en sangre, hormona relacionada con los tumores de mama hormonodependientes, por la alteración del metabolismo de ácido fólico, que interviene en la reparación del ADN celular y ciertos carcinógenos como el etanol. El consumo de drogas sintéticas también puede ocasionar daños en el ADN que induzcan a la producción de ciertos tumores, aunque el consumo de cannabis medicinal tendría efectos protectores».

Cuanto antes se detecte la enfermedad, mayores son las posibilidades de curación. «Ser mujer, cumplir años y tener antecedentes familiares de la enfermedad son factores de riesgo que no podemos evitar, por eso se los llama no modificables, pero llevar una vida sana, realizar actividad física regularmente, mantener una alimentación pobre en grasas, incorporar frutas y verduras a la dieta, disminuir el consumo de alcohol, abandonar el tabaco y evitar el sobrepeso son pequeños cambios que podemos hacer a fin de disminuir el riesgo de cáncer de mama», recomienda la doctora Azar.

Es muy importante también la realización del autoexamen, una herramienta útil que permite un mejor conocimiento de las mamas y contribuye al diagnóstico. Aunque este recurso no reemplaza la consulta médica ni a los estudios. «Las lesiones palpables suelen tener al menos un centímetro de diámetro, lo cual significa que la enfermedad no se encuentra en sus estadios iniciales. Es por eso que ante la aparición inesperada de un nódulo o bulto, secreción de sangre por pezón, cambios en el color de la piel, enrojecimiento de la mama, alteraciones en la forma como retracciones u hoyuelos, aparición de ganglios en las axilas o cualquier otro signo fuera de lo común, se debe consultar al mastólogo para su estudio y control», alerta Cassab.

En mujeres con antecedentes de primer grado (madre, hermana o hija con cáncer de mama) se recomienda realizar el primer control diez años antes de la edad de detección del cáncer del familiar más cercano, generalmente a los treinta años. «A los controles habituales como la mamografía y la ecografía, se les agrega una resonancia nuclear magnética mamaria -también de forma anual- y se aconseja la consulta con el especialista cada seis meses», remarca la doctora Azar.

En mujeres asintomáticas y sin antecedentes familiares, la Sociedad Argentina de Mastología, recomienda efectuar una mamografía de base a los 35 años y luego, a partir de los 40 años, una mamografía y ecografía mamaria de forma anual. Ante un diagnóstico de cáncer de mama antes de los 40 años, los tratamientos disponibles no difieren de los tratamientos indicados para una mayor edad.