Ni bien el gobierno decretó el aislamiento social, el Ministerio de Ciencia y Técnica encargó a las y los científicos del área de ciencias sociales y humanidades del CONICET un relevamiento sobre los efectos sociales de la cuarentena, sobre todo en los sectores vulnerables. El resultado fue un extenso y minucioso informe donde la comisión de Ciencias Sociales de la Unidad COVID-19 precisa cuáles son las principales problemáticas económicas, habitacionales e informativas en las veinticuatro jurisdicciones del país.
Una vez finalizado, el trabajo llegó a manos del Ejecutivo como un insumo descriptivo del momento inicial de la pandemia, ya que la recopilación de datos concluyó el 26 de marzo. Según señalaron desde el organismo científico, su objetivo es aportar datos clave para que el gobierno continúe llevando adelante medidas para combatir el impacto del parate productivo por el aislamiento social y preventivo. Más aún en los sectores del empleo informal, más expuestos ante la pandemia por sus condiciones de vida. También para determinar la continuidad y modalidad de las medidas de prevención, sobre todo en el marco de la cuarentena «focalizada» que planea el gobierno.
Kessler (CONICET-UNSAM): «El objetivo era ver cómo estaban afrontando el aislamiento los distintos sectores, qué significaba la medida en términos económicos, sanitarios, de seguridad».
«El objetivo era ver cómo lo estaban afrontando [el aislamiento] distintos sectores, qué significaba la medida en términos económicos, sanitarios, de seguridad», afirmó Gabriel Kessler, sociólogo coordinador del proyecto y del Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales (IdIHCS) del CONICET y profesor de IDAES-Unsam. La comisión se completó con el vicepresidente de Asuntos Científicos del CONICET, Mario Pecheny, y los investigadores Marcela Cerrutti, Ariel Wilkis, Natalia Bermúdez, Georgina Binstock y Juan Ignacio Piovani.
En una primera instancia crearon un relevamiento formulado por referentes académicos en sociología, antropología, trabajo social, ciencias políticas, educación, entre otras disciplinas, con inserción en el territorio. Las preguntas apuntaron a especificar si las personas tenían la información adecuada, qué problemas podían prever si la cuarentena se extendía, y también señalaban las buenas prácticas que la sociedad ya hubiera generado.
Durante la realización del informe, las y los científicos y docentes de las universidades permanecieron en sus casas. Quienes acercaron las consultas fueron las organizaciones sociales, otra de las patas del proyecto. Participaron más de ochocientos académicos y académicas que contactaron a 1.600 referentes locales que respondieron el cuestionario. En paralelo, casi cuarenta becarios del CONICET se encargaron de diseñar una matriz para volcar los datos obtenidos y obtener así un análisis rápido.
El informe desglosa el estado de situación en cada una de las provincias. «Nosotros estudiamos circulación, distancia, transporte, cómo se mueven distintas aglomeraciones humanas. Hay muchas aristas en las que las ciencias sociales y humanas son importantes para el durante, no solo para el después. Es un trabajo fino, sutil, territorial, que es necesario pensar y calibrar desde nuestra experiencia. Y eso se vio en este informe», sostuvo Kessler.
Soledad Balerdi (CONICET): «El contexto complejiza los problemas de hábitat en los barrios. No solo por las condiciones habitacionales (hacinamientos y malas condiciones que hacen difícil la restricción en el hogar), sino también problemáticas para el acceso al agua, a la recolección de residuos y a la garrafas».
En el caso de La Plata y el conurbano bonaerense, las principales dificultades advertidas fueron las consecuencias de la falta de ingresos por el aislamiento, que afecta directamente y por sobre todo al trabajo informal: «Falta de alimentos, medicamentos y artículos de limpieza», dijo a Contexto Soledad Balerdi, becaria del CONICET que trabajó en el proyecto.
«El segundo problema es el hábitat, que hace que se complejice más en este contexto. No solo por las condiciones habitacionales en estos barrios, generalmente caracterizados por hacinamientos y malas condiciones que hacen difícil la restricción en el hogar, sino también problemáticas para el acceso al agua, recolección de residuos y de garrafas de gas», agregó la docente de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la UNLP y extensionista.
Otras problemáticas que mencionó son incrementos en los casos de violencia intrafamiliar y de género y problemas en niños, niñas y adolescentes para acceder a una conexión y elementos tecnológicos que les permitan tener continuidad en la escolaridad virtual.
A su vez, otro aspecto que se deriva del informe es «la importancia de fortalecer las redes organizacionales preexistentes en los barrios», porque «lo que vimos es que la mayor parte de familias de estos barrios accede a la comida a través de las ollas o comedores escolares. Fortalecerlos podría ser la manera más eficaz para llegar a esas familias», concluyó.
El informe contó con el apoyo del Consejo de Decanos de Facultades de Ciencias Sociales y Humanas (CODESOC), la Asociación Nacional de Facultades de Humanidades y Educación (ANFHE) y la Red de unidades ejecutoras de ciencias sociales y humanas del CONICET.