Por Ramiro García Morete
“Música nueva están pasando y nos miramos fijo /justo un encuentro… estamos en movimiento. ¿Querés pasarla bien?”. Apenas concluyeron su elogiable primer disco, comenzaron a pensar en el segundo. En movimiento y hacia delante, siempre fue así. Como aquella noche de 2014 en un bar de calle 7 cuando viendo un acústico de Muerte al Tío Cosa, surgiría la pregunta que ya tenía respuesta: “¿Y si hacemos una banda?”. Y es que estos amigos –que se vieron diariamente hasta la llegada de la pandemia– habían sentido esa conexión desde un tiempo antes.
Desde las clases musicales donde Tato Urbiztondo y Franco Armisen se conocieron hasta ese ensamble con covers que sumaría a Manuel «Reimon» Álvarez en un barcito de City Bell (cuyo nombre tampoco recuerdan), “nuestra relación siempre fue desde la música pero va más allá de ella». Dirá Tato con pudor pero sinceridad: «Somos como mejores amigos entre nosotros”. Poco después llegaría Santiago Hernández (quien tocaba la batería con Franco en Bajo Brooklyin) y la quinta punta de la estrella que definiría gran parte del sonido: Matías Lima a cargo de sintetizadores. Los primeros ensayos comenzado el 2015 tendrían lugar en la casa de Tato, mucho antes de que el cuarto de Franco (con la computadora conectada y todos los equipos) deviniera en guarida.
Cómo hacer una canción implicaría un proceso de aprendizaje en épocas donde el Peugeot azul de Reimon pasaba por la casa de un quinceañero Tato. La llamada escena indie, Pura Vida, discos de Two Door Cinema Club o Strokes incidían. Pero la voz propia emergería –también– en movimiento y hacia delante. “Cómo hacer” era la canción con la que Tato indicaría alguna ideas, Santi comenzaría un pattern standard y de pronto todos se sumarían con la misma fluidez que el cantante busca a la hora de componer. “Personalmente, creo, todo lo que aprendimos fue a partir de ese momento”, dirá quién sin embargo ya había escrito algunas canciones. En su casa la música circulaba no solo en los discos de los Beatles o Norah Jones, sino también en el piano del abuelo y las partituras de la abuela.
Sin embargo la fascinación de Tato había despertado al subir al cuarto del hijo de tu padrino y ver dos adultos (o así se percibe un veinteañero a los diez) sacar un sonido tan maravilloso con seis cuerdas. Tras empezar a estudiar guitarra, los primeros temas quedarían encerrados en su timidez. Pero al fallecer su otro abuelo, llegaría esa verdadera primera canción. “Estaba tan triste. Me nació expresarme sin necesariamente pensar para qué…simplemente hacerla”.
En un puñado de años, el grupo lograría profundizar esa necesidad expresiva pero con una conciencia del para qué o –mejor dicho– para quién. “Música popular”, dirá Tato. Pop, podrían escribir los críticos. Con un profundo sentido de la melodía, algunas de sus líricas fluyen entre lo coloquial de su lenguaje y cierta sentido del dialogo que propician un efecto adhesivo. Pero por sobre todo, se destaca el cuidadoso tratamiento de timbres y espacios, donde bajo y batería empujan con groove ochentoso, teclados y guitarras apoyan armónicamente una voz versátil para lograr canciones tan elaboradas como frescas con destino de hit. “La Edad de Oro” (2018) y los sencillos “En movimiento” y “Anoche” (2019) acreditan la calidad y el potencial de una banda que va hacia adelante y sabe que hay que esforzarse para pasarla bien: Vita Set.
“Nuestra primera experiencia real o más en serio de grabación y producción de temas –introduce Urbiztondo sobre el primer álbum–. Fue muy importante psicológicamente haber concretado esas canciones que teníamos. Es raro…P un lado hay un cariño y nos dio muchas satisfacciones. Pero me acuerdo que inmediatamente después de sacarlo estábamos haciendo temas nuevos y pensando en lo que venía. En general pensamos más en lo nuevo, en lo que estamos haciendo y queremos hacer sin detenernos”.
Desde ese primer disco cambiaron algunas cosas y se mantuvieron otras, potenciando el espíritu pop. “La prioridad y algo que no cambió desde la composición y producción que es priorizar la canción –asegura Urbiztondo–. Trabajar en función de la canción. Y que los arreglos siempre teniendo presente melodía y armonía”. Originalmente los temas salían de la guitarra, pero con “la batería y bajo como el estado de animo de la canción”. La presencia cada vez mayor de los teclados –considera el músico– es un indicador de la dirección estética que tomó Vita Set. Y después de los sencillos editados el año pasado, se mantuvo “la misma lógica del nacimiento de la canción pero un abordaje distinto en procedimientos. El primer disco era llevar la canción al ensayo, ver que toca cada uno y discutir las ideas. En estos últimos dos temas y el próximo disco , si bien hay una idea de la canción terminada, se discute en la computadora y sobre los timbres. Si bien todos opinaban, antes cada uno tomaba la decisión sobre el instrumento que tocaba. Ahora se decide de otra manera”.
Respecto a la canción cruda y las letras, Urbiztondo analiza: “Trato de que lo que se cante que sea creíble y que pueda ser dicho. Que una persona pueda decir a otra o a si misma. Le doy bola a la sonoridad que nace con la melodía. Tiene un poder muy zarpado. Es muy importante la construcción de la melodía y letra que vayan simultáneamente entrelazándose, creciendo a la par. Por algo esas notas nacieron con esas palabras. Y muchas veces gracias a esa palabra nace la canción. Son las canciones más placenteras a la hora de componer porque hay un mayor desarraigo como uno intermediario. Uno pasa a ser un vehículo”. Y agrega: “La letra no solo puede ser influida por la literatura y poesía. La explicación de la letra está en cualquier lugar: una película o algo que pasó en tu esquina o una conversación con tu novie. Está en todo momento… ese lugar me parece muy interesante para indagar. Es algo que creo que puede tocar o llegar de una manera más poderosa al oyente, a conectar o sentirse identificado. Al hacer música popular está bueno tenerlo presente: la expresión de un momento y una época de todos”.
Vita Set ha ido construyendo una estética que desde una versión karaoke en youtube o hasta la comunicación en redes se ajusta a “esa idea de banda pop. Pero no sé si es explícito. Sí buscamos una coherencia no solo en las letras sino en todo momento. Representar eso. Es un lugar que fuimos encontrando con maduración de la banda y que nos hacen sentir cómodos o creativos. Nos gusta lo que sale bajo esos términos implícitos”.
Mientras tanto, la banda espera que el fin de la pandemia o al menos poder ingresar al estudio de Diego Acosta donde hay un disco terminado al que falta mezclar y masterizar. Por eso no hay fechas concretas. “Estamos viendo si va a salir este año o el año que viene. Más que nada esta duda no solo es por la pandemia, sino que a partir de eso cambió todo: cambió el mundo. Entonces es tratar de entender ese cambio y de ver”.