Mientras transcurre la cuarentena, el escritor, productor y guionista Pedro Saborido no se queda quieto y dedica parte de su tiempo a realizar conferencias y charlas virtuales con figuras de la cultura y la política, como Aníbal Fernández y Daniel Santoro, donde conviven reflexiones sobre peronismo, rock, arte y militancia. En medio, el copiloto de Diego Capusotto en Peter Capusotto y sus videos habló con Contexto de los cambios después de catorce años de la irrupción del ciclo televisivo, la actualidad del Frente de Todos, y apuntó contra el «humor por obligación» en momentos de crisis.
Desde que se instaló la pandemia proliferan los memes y humoradas como modo de sobrellevarlo. ¿Cómo te llevás con el humor en momentos de crisis?
Si tenés coronavirus o estás angustiado por el coronavirus, el humor te puede servir en todo caso para relajar un momento, pero claramente no te lo va a curar. Hay que tener cuidado, porque un meme no te va a curar ni te va a descontagiar, en todo caso mejor usar un barbijo. El humor alivia un poco. Si lo puede ejercer el que le gusta, que lo haga. Y el que no, no. Tampoco me gusta la idea del humor como obligación.
¿Cómo sería eso?
El que puede y quiera hacerlo, que lo haga. Pero esa cosa de que «tenemos que tener humor, tomar las cosas con gracia». Cada uno podrá hacerla como pueda y superar como pueda. Pero tampoco estar todo el día obligándose a estar riéndose de algo; es algo medio pelotudo eso. Cada uno soporta esto como se pueda.
La idea del «chiste fácil» como superación de algo.
Yo no estoy todo el día haciendo chistes. El que está haciendo eso todo el día es un pelotudo. Podés tener un rasgo de humor para superar un momento. Pero es un rasgo más de la vida, pero no estar todo el día trasladándolo a ‘cómo hago un chiste con esto o con lo otro’. Hay un chiste que es agradable en un momento y en otro momento es una desubicación o una cosa propia de un imbécil.
«La política va a tener las mismas inercias que puedas tener vos respecto de las ganas o la pulsión de hacer algo. Una pugna entre lo que se puede, lo que se quiere y lo que no se puede hacer»
¿Hay momentos que son propicios y otros que no?
El humor no es una necesidad absoluta como para que uno tenga que estar pensando en qué momento uno hace o no hace humor. Quizás es un estado de ánimo personal, no sé. Pero a mí, la verdad, no me dan ganas de hacer chistes cuando me siento contagiado. El humor como materia fundamental me parece algo menor. Es menos necesario que el alcohol en gel o la lavandina. Es un tema menor frente a lo que está ocurriendo. Es como el hecho de que no haya fútbol. Lo lamento por la gente que le gusta y vive del fútbol y las ganas que tienen de que haya fútbol. Pero es un problema menor. Lo lamento más por la industria y la gente que trabaja y vive del fútbol.
Si tomamos, por ejemplo, el caso de Todo x 2 pesos, que fue un éxito y se emitió entre 1999 y 2002, un momento crítico para Argentina, ¿no creés que haya ahí una conexión necesaria con lo social, con el estado de ánimo de época?
Sí, pero fue un humor en base a una circunstancia de la cual se estaba saliendo. Fue algo de una época que fue sucediendo y después de a poco se pudo ir saliendo. Esto es algo en lo cual estamos en medio del asunto todavía. No digo que de pronto no se puedan hacer chiste, obvio que se puede, pero me refiero a esta cosa de que haya un aspecto único del humorista de llevar todo a un nivel de problemática social.
Volviendo al tema de la crisis por el COVID-19, ¿cómo creés que afectará esto a futuro en lo social, los modos de relacionarse, las sensaciones, las percepciones?
Todo va a cambiar, desde los hábitos políticos hasta tus hábitos personales. Se cambian, se trastocan y hay una pelea entre lo que sentís como normalidad y lo que vos sentís como normalidad pero ya no correspondería y no se puede. La política va a tener las mismas inercias que puedas tener vos respecto de las ganas o la pulsión de hacer algo. Una pugna entre lo que se puede, lo que se quiere y lo que no se puede hacer.
¿Cómo se traduce eso en la esfera política?
En lo que está pasando hoy en la política, que se está desarrollando de tal manera en que el gobierno entabla ciertas prioridades y, obviamente, un sector de la oposición no puede dejar de pensar en lo que puede pasar en 2023 o 2021, con esto de acusar al oficialismo de estar «especulando» con esta situación. Se vuelve peligroso también, porque ahí empiezan las irresponsabilidades. Empiezan a romper la cuarentena, a hacer marchas, se empieza a coquetear con situaciones que pueden ser muy peligrosas, como provocar más contagios, muertes, incidentes. No está el clima como para incentivar eso. Obviamente aparecen los miedos de derrotas, perder territorio. Por eso la sensación de tener que estar resistiendo, en vez de mantener un silencio prudente, se convierte en provocación.
«El peronismo es un movimiento que tiene sus equilibrios porque es un frente donde conviven muchos aspectos con matices diferenciados»
Vos dedicaste un libro de relatos a la iconografía y el imaginario cultural del peronismo. ¿Cómo lo ves parado hoy en la actualidad, en lo que sería el Frente de Todos?
El peronismo es un movimiento que tiene sus equilibrios porque es un frente donde conviven muchos aspectos con matices diferenciados. Esos matices tienen un equilibrio, donde conviven sectores más peronistas, menos peronistas o «peronistas de otra manera». Encontró esa manera de servir a la sociedad.
Claro, pero ahora conformó una manera, una alianza, que para muchos era impensada hasta hace algunos años.
Pero igual esas maneras no son tan distintas. A veces se exagera mucho eso. A vos te define lo que ha ocurrido y el peronismo se redefine también por el fracaso del macrismo. El fracaso volvió a redefinir el peronismo.
¿Por qué?
Y porque después de un fracaso tal, vos ves las cosas de otra manera. Mucha gente ve las cosas ahora de otra manera. Se dio cuenta de muchas mentiras. Se dio cuenta de las persecuciones, de las exageraciones. Del fracaso y la mentira que había del otro lado. Entonces vos decís «che, pero las macanas que hicieron los peronistas». Sí, mil. Pero, como decía Perón: no es que nosotros seamos buenos, sino que los otros son peores. Seguro que hay fallas, pero los otros son peores.
Respecto de Peter Capusotto y sus videos, que era un programa de rock, de humor, que pegó mucho entre los jóvenes, ¿qué balance hacés después de tantos años de su primera aparición en TV?
Todos cambiamos. Tampoco era un programa que era exclusivamente de rock o de jóvenes. Podía verlo cualquiera. Cambió, justamente, que estamos catorce años más viejos. Eso es mucho. En todo ese tiempo ocurren cambios políticos, culturales, tecnológicos. Cambiamos no solo los que hacemos el programa, cambia el que lo mira también. Si vos lo empezaste a ver a los diciséis y ahora tenés treinta, imaginate. A veces hay gente que dice «eh, cómo cambiaron», y en realidad también cambia el tipo que lo mira.