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Las máscaras de la CIA: segunda entrega

Por Héctor Bernardo

Como sucede con los vínculos entre las personas, las relaciones entre los países están mediadas por leyes. En el derecho internacional, una de las normas esenciales para la buena convivencia entre las naciones es el principio de no intervención. Esta doctrina indica que no se puede influir –de manera directa o indirecta– en los asuntos internos de otros Estados, con el fin de afectar su voluntad y obtener su subordinación. Sin embargo, al no poder hacerlo de manera abierta, el gobierno de Estados Unidos ha estructurado una red de fundaciones y Organizaciones No Gubernamentales (ONG) que sirve de mascarada para llevar adelante políticas injerencistas.

En América Latina y el Caribe, los ejemplos de este tipo de prácticas son numerosos. Los golpes de Estado contra los presidentes de Honduras, Manuel Zelaya, de Paraguay, Fernando Lugo, y de Venezuela, Hugo Chávez, en los levantamientos contra los gobiernos de Evo Morales, en Bolivia, y Rafael Correa, en Ecuador, y en los constantes intentos desestabilizadores en Argentina, Brasil y Venezuela contra los gobiernos de Cristina Fernández de Kirchner, Dilma Rousseff y Nicolás Maduro.

Estados Unidos ha estructurado una red de fundaciones y ONG que sirve de mascarada para llevar adelante políticas injerencistas.

Todos estos casos merecen ser analizados en profundidad. Dos ejemplos para empezar el recorrido son Nicaragua y Cuba.

Nicaragua

Cuando la revolución sandinista triunfó en Nicaragua, en 1979, el gobierno de Estados Unidos vio que muchos de sus fantasmas sobre el avance del socialismo en la región seguían vigentes. Con la llegada de Ronald Reagan a la Casa Blanca, el ataque contra el gobierno sandinista comenzó a tomar más fuerza.

En 1983, el Congreso norteamericano creó la Fundación Nacional para la Democracia, conocida por sus siglas en inglés como NED (National Endowment for Democracy). Desde esta entidad, el gobierno de ese país comenzó a canalizar dinero hacia los sectores de la oposición, los medios de comunicación de derecha y todos los que intentaban desestabilizar al gobierno nicaragüense.

Los primeros ataques no pudieron evitar que el sandinismo ganara las elecciones de 1984. Desde ese momento, el gobierno de Estados Unidos profundizó la estrategia de desestabilización.

A través de la NED y sus entidades satélites –el Instituto Demócrata Nacional (NDI), el Instituto Republicano Internacional (IRI), el Centro de Empresas Privadas Internacional (CIPE) y el Instituto de Sindicatos Libres–, la CIA canalizó dinero para la oposición nicaragüense.

Desde ese momento, desde Washington se comenzó a presionar a la oposición para que se uniera contra el gobierno sandinista y lo enfrentara en una sola fórmula en las siguientes elecciones. Los dólares de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) llegaron para alimentar a los medios opositores, como el periódico La Prensa. La presión del dinero consiguió concretar la estrategia de unificación y se creó la Coordinadora Democrática Nicaragüense (CDN).

Washington comenzó a presionar a la oposición para que se uniera contra el gobierno sandinista y lo enfrentara en una sola fórmula en las siguientes elecciones.

A través de la CDN –que agrupaba a partidos políticos, movimientos sociales, sectores empresariales y sindicatos de la oposición– se consiguió que catorce partidos políticos se unificaran en la Unión Nacional Opositora (UNO), que llevaría como candidata a la presidencia de Nicaragua a Violeta Chamorro, justamente, dueña de La Prensa.

Millones de dólares de inversión y una guerra de desgaste constante contra el pueblo y el gobierno de Nicaragua lograron el objetivo de Washington: en 1990, Chamorro se consagró presidenta, el sandinismo debió abandonar el poder y Nicaragua se sumergió en una etapa neoliberal de la cual sólo pudo salir diecisiete años después.

Cuba

Por su parte, la mayor de la Antillas corrió distinta suerte. A pesar de que los gobiernos de Estados Unidos han usado todos sus recursos para atacar al gobierno cubano, es hasta el día de hoy que no han podido doblegarlo.

Entre los múltiples organismos utilizados para agredir a la isla está la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). Uno de los casos recientes de agresión a través de esta entidad fue el conocido como ZunZuneo.

Según denunció la agencia de noticias norteamericana Associated Press (AP), desde 2010 hasta 2012 la USAID intentó implementar en las redes de celulares cubanos un programa llamado ZunZuneo, red social similar a Twitter.

Mediante el ZunZuneo se pretendía hacer circular por la red de celulares de los jóvenes cubanos contenidos sobre deporte y espectáculos para captar gran cantidad de usuarios. El paso siguiente era empezar a insertar mensajes de disconformidad con la situación política y social de la isla.

De esta manera se intentaba generar en la sociedad cubana movimientos similares a los que hoy se conocen con el nombre de “Primaveras árabes”. Al fomentar manifestaciones que mostraran algún tipo de descontento con el gobierno y luego desembocaran en revueltas violentas, se pretendía preparar el terreno para justifica una intervención directa del gobierno norteamericano.

Mediante el ZunZuneo se pretendía hacer circular por la red de celulares de los jóvenes cubanos contenidos sobre deporte y espectáculos para captar gran cantidad de usuarios.

Según informó la agencia de noticias española EFE, esta red social «llegó a tener unos 40 mil usuarios que compartían a través de sus mensajes contenido no controvertido sobre fútbol y música”.

En la implementación de este programa, la USAID no sólo violó la soberanía y las leyes de Cuba, también las de España, Irlanda, Costa Rica, Nicaragua e incluso las del propio Estados Unidos.

Para el financiamiento y la ejecución del programa se emplearon empresas que le servían de fachada y cuentas bancarias fantasmas mediante las cuales canalizaban los fondos. Según la denuncia de la agencia AP, el propio Congreso de Estados Unidos desconocía el verdadero fin de esos fondos, ya que se utilizaban –entre otros– partidas presupuestarias destinadas a Pakistán.

El periodista cubano del diario Granma, Sergio Alejandro Gómez, denunció que «el grupo de contratistas instaló servidores en España, Irlanda y las Islas Caimán para procesar los textos, y contrató a una empresa española llamada Lleida.net para enviar a Cuba los mensajes sin su información de identificación».

En tanto, la agencia EFE informó que la representante demócrata Bárbara Lee calificó de escandaloso el hecho de que la USAID utilice a contratistas en proyectos que violan las leyes de otros países.

Nicaragua, Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Paraguay, Brasil y Argentina. Golpes de Estado, desestabilizaciones, levantamientos policiales y complots mediáticos. La CIA, la USAID, la NED y la red de ONG. Los mismos actores, los mismos métodos, las mismas intenciones vedadas. En definitiva, las mismas máscaras. Las máscaras de la CIA.


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