Por Ramiro García Morete
Germán Vazquez Pedrozo se renueva a través de adhesivas y crudas canciones de rock pop para explorar los vínculos desde un lugar tan visceral como irónico
“Oh, mi amor…mostrame como ves el mundo”. Hay tantos mundos como formas de verlo, sin dudas. Pero se trata de ver y no solo mirar. Está en los ojos ir más allá de la superficie. “¿Por qué recién llego a esto?” se preguntaría un par de años atrás cuando escuchó en Youtube “Ojos de videotape”? No es que no conociera a Charly…de hecho, fue también frente a una computadora que su madre le había hecho escuchar “Seminare”. Con menos de diez años, el niño que a los cinco no se había entusiasmado con las clases de guitarra y que tampoco haría lo mismo con la escuela de música, sentiría casi al borde la lágrima que la música podría ser algo más profundo.
Sería pretencioso hablar de epifanía, aunque en la casa de Posadas madre y abuelo tocaban guitarra y violín a través de la iglesia evangelista. Más revelador puede haber sido el skate, el punk rock y la capacidad de descargar cierta furia contenida con su banda preadolescente Perfume de Cebra. Aunque por entonces, este muchacho que tiene más memoria que libros ni siquiera concebía aquello como canciones. Ya en el Instituto Gutemberg formarían La Otra Cara de la Nada, inspirados en parte por ver a El Mató en su ciudad. Así como hoy reconocerá desde Zombies o Stone Roses a bandas desaparecidas como Ministerio de Energía o Domingo Negro, jamás negará influencias o referencias. Quizá entienda aquello-nuevamente- de que lo profundo del mundo habita en nuestra propia mirada y no tanto en el otro. Lo cierto es que surgirían canciones como “Proyecto de vida” sobre las presiones y mandatos que marcaría otra constante: tratar de asociar una mirada colectiva a sus perspectivas personales.
Ya asentado en La Plata a fines de estudiar la carrera que terminaría dejando (Composición en Bellas Artes) y LOCDLN asentándose dentro de la escena indie nacional, el departamento lindante a Plaza Rocha devendría en pequeño estudio casero. Allí, cerca de su criolla y su Squier Telecaster amarilla, emergería la necesidad de dejar de “controlar su naturaleza”. El rock de décadas pasadas y ese clic moderno de García harían efecto en composiciones más crudas y en la construcción de un personaje.
Al igual que William en “El Almuerzo desnudo”, no temería escarbar en los miedos y criaturas extrañas que habitan debajo de nuestra propia superficie. Con una impronta más cercana a un crooner y el slap back en doble pista de a lo Plastic Ono Band, se propondría “dar testimonio” de su propia forma de ver el amor, las relaciones y-por supuesto- el mundo. Entre las armonías y ritmos vivaces contrastados con un tono algo irónico y lúcido en las letras, y un sonido tan familiar como fresco armaría su propia banda para lograr adhesivas canciones como “Los Muertos” y “Como ves el mundo”. Dos adelanto de lo que más allá de un disco (“Adorno”, de posible salida en primavera) parece ser un nuevo mundo para Germán Vázquez Pedrozo cuando mira a través de Erich Larsson.
“Básicamente presentan lo que va a ser el estilo del disco”, remite el músico a los dos adelantos y define: “Una revisión del rock de distintas épocas con cierta interpretaciones del amor, de las relaciones y el mundo en si mismo”. Y respecto a ese contraste de melodías alegres y cierto cinismo en la voz asiente: “ Es una cuestión importante del disco. Esta cuestión que remite al cine clase b, medio embrujado, medio irónica de estas dos caras que tienen las canciones. Alegre, bastante direccionada en la armonía, pero con letras interpretaciones un poquito más siniestras. Quizá no está dicho directamente pero en la interpretación está puesto implícitamente”. Y es que a la hora de cantar “siento que tomo otro personaje para este proyecto. Tiene que ver con esto anterior de una interpretación siniestra y encantadora a la vez. En parte influenciado por Jim Morrison, Elvis, Cerati…”.
Cronneberg, Ridley Scoot o Carpenter surgen también como referencias, por lo cual lenguaje audivisual parece centrar en el proyecto: “Creo que tiene algo que es tratar de representar imágenes puesto en palabras y armonias. El video de Como ves el mundo representa un poco lo que yo diría “un ángel sin dientes”, una belleza sucia, o una alegría sucia. Siento que el VHS, la no tanta nitidez… tiene un encanto particular”.
Con La Otra Cara de la Nada (muy vinculados al post rock) disuelta, el artista entiende esta etapa como “un acercamiento al rock, a la sensación de algo crujiente, visceral, pero que no diga pavadas. Esta cuestión visceral con las emociones y ponerle un poquito de ironía desde la producción, desde la vestimenta de la canción”. Y agrega: “Mi necesidad era básicamente un testimonio de mi interpretación del mundo de las relaciones. Ahí entra bastante Charly. De un mopdo que no se esté contando. Sin maquillaje, sin pudor de comunicación. El amor es entrega y libertad”. Y ahí entra bastante el contrapunto con otras formas contemporáneas: “Siento que más que las canciones de amor, que las mismas relaciones son muy superficiales. No se profundiza en las sensaciones que cada uno padece ya sea buenas o malas. Siento que son muy estúpidas o muy dramáticas”.
Todo el proceso relatado despertó en sí “ganas de no guardarme las cosas y perder un poco el miedo, que perdí el miedo a nivel compositivo y quizá en la vida también. Me volví más libre. Particularmente me pasaba de pensar demasiado en cómo decir las cosas y controlar demasiado mi naturaleza. Sentía un poco de miedo a fallar y me di cuenta con este disco de que era una tontería. Había dejado la facultad para hacer música, pero de repente me estaba conteniendo. Tenía que hacer, probar, no había bien o mal. Solo el mal o bien que yo me sintiera”.