«Me quiero cocinar a fuego lento», canta Hernán Heguiabehere en «No estoy», el rockabilly de sonido jazzero y ansias de road-movie que abre el segundo larga duración de Corazones. El verso podría ser la metáfora correcta para dilucidar la manera en que este cuarteto experimentado elabora al sucesor de Casi Llena -el disco debut de 2010 hecho de forma casera con canciones que aún no habían salido a tocar-, y de 2 EP, donde anticipaban el sonido cristalino que la banda perfecciona en este nuevo lanzamiento.
Me voy hasta el jardín… se mueve entre un surtido de referencias sonoras que van de Johnny Cash al vodevil y de Charlie Feathers a Sandro, donde el peso poético recae sobre la canción de corte narrativo y la voz de Heguiabehere, ese murmullo espeso pero de asombrosa plasticidad, se luce como uno de los lujos del rock local.
La puesta en escena está hecha de atmósferas tarantinescas («El Crimen», «Último día»), riffs para acompañar postales irónicas («La reunión») y titubeos de alcoba («Semilla», «El analista»).
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