Por Gabriela Calotti
La lengua es la herramienta básica para la integración de los migrantes. A medida que España y el sur de Europa reforzaron en los últimos veinte años el blindaje de sus costas, con radares, drones y paredones alambrados, decenas de miles de jóvenes, en su inmensa mayoría, y algunas mujeres, empezaron a buscar otros horizontes.
En la última década, Argentina se convirtió en otro lugar de destino de esa migración que con su trabajo ayuda a sus familias en África, como tendemos a generalizar. Anteojos, anillos, sombreros, ojotas en verano o bufandas en invierno, ofrecen estos jóvenes que pertenecen a la comunidad senegalesa y hablan la lengua wólof, que corresponde a la etnia más numerosa de ese país, donde la mayoría de la población profesa el islam. Aquellos que estuvieron escolarizados formalmente en Senegal también hablan otros idiomas, como francés, portugués, italiano o español.
«A raíz de la pandemia, los chicos no podían salir a trabajar. Entonces, desde la provincia nos empezamos a acercar con asistencia alimentaria. Ese primer contacto permitió establecer las otras necesidades y a partir de allí generar una política pública como la de impartir clases de español», explicó a Contexto Paloma Fernández Tómic, directora de Pluralismo e Interculturalidad de la subsecretaría.
La propuesta gratuita contempla cursos para quienes necesitan fortalecer el idioma, los que arrancaron el jueves vía zoom a las 19 hs, y cursos para aquellos que aún no lo hablan y necesitan abordar también la lectoescritura, que empezaron el viernes a la misma hora. El objetivo es replicar esta experiencia en otros distritos de la provincia, anticipó la responsable.
Las clases están a cargo de profesores del Área de Español como Lengua Segunda y Extranjera de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Desde el organismo provincial aclararon que la idea es que una vez al mes todos puedan tener una clase presencial con los protocolos sanitarios pertinentes por la covid-19.
Esta iniciativa, que años anteriores llevaron adelante colectivos como La Ciega, significa tender una mano para que la comunicación atraviese su primera barrera: aprender la lengua como salto cualitativo que permite vincularse de otra forma con su entorno para comprenderlo y transformarlo en términos de vida cotidiana significa entender el proceso para regularizar su situación migratoria y obtener documentos. Es aprender la lengua y con ello mejorar su situación de papeles.
A esos objetivos se sumaron los relacionados con los operativos de policías municipales contra esa comunidad en La Plata. «En los operativos violentos que hay en distintos municipios siempre la persona que termina detenida o que la pasa peor es la que no maneja el idioma, porque no puede entender ni siquiera lo que le están diciendo», precisó Fernández Tómic.
El corolario de esos operativos se produjo cuando el 12 de septiembre pasado el municipio platense difundió un video que muestra a integrantes de la comunidad senegalesa vendiendo en la vía pública y agrega la pregunta: «¿Son sólo vendedores ambulantes?». Organismos de derechos humanos, el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) y la Comisión Provincial por la Memoria (CPM) repudiaron la campaña y la calificaron de «racista, estigmatizante y discriminatoria».
«Aprender la lengua del país al que uno llega es abrir una puerta que te permite realmente entrar […] Enseñar a hablar el idioma es darles la oportunidad de encontrar un lugar en la sociedad», comentó Sabina Soldano, alfabetizadora en Europa durante más de treinta años. «Me vinieron muchas preguntas de alumnos que lo comparaban con los sentidos […] algunos que no sabían leer me decían ‘yo estaba ciego y ahora veo’».
Hablar el idioma es lograr un espacio en la tierra a la que llegaron y así mejorar sus condiciones de trabajo y de vida.
Según los datos que maneja la Subsecretaría, en La Plata hay 215 senegaleses, de los cuales solo cinco son mujeres. La comunidad senegalesa también está presente en el conurbano bonaerense y en barrios porteños como Flores, Once o Liniers. Otros se fueron para Mar del Plata y algunos eligieron Tucumán o Santiago del Estero.
«El lenguaje es capital para la integración de cualquier comunidad en la diáspora. De llegar a quedarse en este país, la integración pasa básicamente por el trabajo y por la lengua», explicó un experimentado docente de español para extranjeros.
La lengua «los va arraigando y cuando tengan hijos van a estar escolarizados y van a tener que manejar el idioma. La idea de un padre es que su hijo pueda hacer estudios y que le pueda ir mejor que al padre mismo».
Para este curso se inscribieron 120 interesados, pero las inscripciones siguen abiertas en el enlace: https://forms.gle/sp1iG8ovPbZNo5hy8