Por Gabriela Calotti
Fue un día de luto para el ámbito universitario. Aquella mañana de octubre, el «Turco» Achem y Carlos Miguel habían salido del gremio rumbo a la Federación Argentina del Trabajo de las Universidades Nacionales (FATUN) en Buenos Aires. Pero no hicieron ni doscientos metros cuando varios vehículos les cortaron el paso. Según el certificado de defunción que está conservado en el Archivo Histórico de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), fueron asesinados entre las 9:30 y a las 10 de la mañana. La causa de muerte señalada fue «hemorragia interna aguda por heridas de bala».
Sus cuerpos brutalmente acribillados por la espalda por una patota de la Concentración Nacional Universitaria (CNU), banda paraestatal armada de ultraderecha peronista, aparecieron en Sarandí, partido de Avellaneda. Allí tuvieron que ir a reconocerlos el entonces secretario general de ATULP, Ernesto «Semilla» Ramírez, y Raquel Barreto.
Aunque la CNU, brazo universitario de la Triple A, ya había comenzado a sembrar el terror de la violencia política en La Plata con anteriores asesinatos (Luis Macor, Ernesto Pierini y Gonzalo Ireneo Chaves), el asesinato de Achem y Miguel marcó un antes y un después. Ese día la UNLP cerró sus puertas y decenas de decanos y docentes presentaron su renuncia de forma masiva.
Organizado por la Asociación Memoria Fértil, con el apoyo de la Asociación de Docentes de la UNLP (ADULP) y de ATULP, la «Carlos Miguel» y la Cátedra Libre del Pensamiento Nacional y Popular, la historiadora Ana Barletta, Guillermo Cendagorta (secretario académico de la UNLP en 1974), Matías Moreno (titular de la Subsecretaría de Derechos Humanos de la provincia), además de familiares de Achem y Miguel y numerosos militantes de aquellos años, recordaron el jueves esta fecha tan sentida para quienes defendieron el proyecto de universidad nacional y popular que encabezaban estos dirigentes junto a varias decenas de jóvenes militantes que también serían asesinados en los dos años siguientes.
«Ese día empezó el terror del Estado en la Universidad», sostuvo Barletta, ex vicepresidenta de la UNLP y una de los impulsores de la política de reparación de legajos de los más de ochocientos estudiantes, docentes y no docentes de esta casa de estudios que fueron detenidos-desaparecidos, secuestrados, asesinados y cesanteados.
«La Universidad se convertía en un escenario de disputa, pensado en un lugar transformador de la cultura universitaria. Allí comienza la estructuración de un proyecto», precisó Barletta, y se refirió a las Bases para una Nueva Universidad impulsada por la llamada Federación Universitaria por la Revolución nacional (FURN), de la cual Achem, Miguel y tantos otros fueron los artífices.
La Universidad se convertía en un escenario de disputa, pensado en un lugar transformador de la cultura universitaria.
Achem y Miguel fueron los «grandes articuladores entre tantos escenarios nacional, local y universitario, y eso no les fue perdonado», sostuvo.
«Estaba la disputa política de un gobierno asediado, y en la UNLP la Concentración Nacional Universitaria fue un enemigo fuertísimo de este proyecto» que contemplaba una formación política sobre Realidad Nacional para los estudiantes rentados; integrar a docentes y estudiantes; ampliar las bases y círculos exteriores a la universidad para que el acceso a los estudios universitarios fuera un ‘derecho colectivo’. La participación no docente en la Universidad era otro de los pilares de aquellas Bases que deben ser «un proyecto inspirador», afirmó.
Hijos y nietos de Achem y Miguel siguieron el homenaje virtual por Facebook que abrió Rodrigo Miguel, uno de los hijos de Carlos. También compartieron el homenaje Andrea Varela, decana de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social, Mariana Chaves, Raquel Barreto y Carlos Kunkel, estos últimos entre numerosos militantes de aquellos años. Participaron igualmente Gustavo Como, prosecretario de Derechos Humanos de ATULP, y Jorge Jaunarena, secretario de Derechos Humanos de ADULP.
Matías Moreno fue el encargado de cerrar el encuentro y aprovechó para «reafirmar esta idea de juntarnos las diferentes generaciones del peronismo» y agradecer a esa generación que «fueron parte de la resistencia al menemismo de los noventa, por haber mantenido la llama viva».