Por Rogério Tomaz Jr.*
La declaración de Jair Bolsonaro afirmando que había puesto fin a la operación Lava Jato porque «no hay más corrupción en el gobierno» causó mucha repercusión en Brasil. Son dos mentiras en la misma frase.
El mandatario brasileño no puso fin a la operación, que funciona en el ámbito del Ministerio Público Federal y no en el Ejecutivo nacional. Tampoco es cierto que la corrupción gubernamental haya terminado. Todo lo contrario.
Un día después de realizar el primer ataque, asumiendo que interfiere directamente en las tareas de un organismo de fiscalización autónomo e independiente del Ejecutivo, Bolsonaro volvió a azotar a la Lava Jato, pero «explicó» a qué se refería el día anterior.
«Impresionante la hipocresía de mucha gente y gran parte de la prensa. Para mi gobierno no hay más Lava Jato, no tenemos noticias de corrupción. Entonces, con nosotros, Lava Jato no tiene ningún propósito, gracias a Dios. Ahora, para los demás órganos de Brasil, estados y municipios, continuará», dijo Bolsonaro, durante la transmisión en vivo que hace todos los jueves en sus redes sociales.
Dijo más. «La gente dice que estoy acabando con Lava Jato … Quien diga eso o está desinformado, o [lo dice] de mala fe, o tiene un dolor de codo [envidia]. Un año y diez meses sin corrupción en nuestro gobierno», agregó el presidente.
Lo que hizo Bolsonaro, de hecho, fue utilizar al procurador general de la República, Augusto Aras, titular del MPF, para vaciar y aislar el Lava Jato, tanto en la dimensión administrativa como en la política interna del órgano. Aras, que no fue el fiscal más votado en las elecciones internas del «parquet», fue elegido por Bolsonaro para esta tarea específica, la cual está cumpliendo con gran determinación.
Asumiendo el papel nunca abandonado de portavoz de Lava Jato, el ex ministro de Justicia de Bolsonaro, Sérgio Moro, fue uno de los que reaccionó a las palabras de su exjefe.
«Los intentos de acabar con Lava Jato representan un retorno de la corrupción. Es el triunfo de la vieja política y los esquemas que destruyen Brasil y debilitan la economía y la democracia. Esta película es conocida. ¿Vale la pena convertirse en una criatura del pantano por [mantener el] poder?», escribió Moro en su Twitter.
La publicación de Moro fue avalada por 8.000 RTs y recibió más de 16.000 comentarios, la gran mayoría negativos y apuntando a la hipocresía del «justiciero de Curitiba».
En cuanto a la corrupción en el gobierno, además de él mismo, Bolsonaro tiene a su esposa y tres hijos políticos involucrados en escándalos de corrupción:
– Michelle Bolsonaro recibió depósitos del miliciano Fabrício Queiroz en su cuenta bancaria personal y el gobierno desvió a su programa de asistencia social una donación empresarial en el monto de R$ 7,5 millones [105 millones de pesos] que estaba destinada a la compra de pruebas para el coronavirus.
– Flávio Bolsonaro es investigado por «caja B» y lavado de capitales y las pruebas de los delitos, como operaciones de compra de decenas de inmuebles con pago en efectivo, fraude fiscal, etc., que ya han sido ampliamente difundidas por la prensa.
– Carlos Bolsonaro y Eduardo Bolsonaro son responsables de una red de trolls en Internet conocida como «Gabinete do Ódio», que utiliza la estructura del gobierno y del Congreso Nacional para producir y difundir noticias falsas, así como amenazas de muerte contra opositores y autoridades, como jueces de la Corte Suprema, parlamentarios y periodistas. El Gabinete do Ódio es investigado tanto en una comisión parlamentaria formada por diputados y senadores como en el Supremo Tribunal Federal (STF).
Además, la victoria de Bolsonaro en las elecciones de 2018 solo fue posible a través de un esquema de caja B financiado por grandes empresarios para distribuir, a escala industrial, fake news y ataques contra Fernando Haddad, ex ministro de Educación de Lula y candidato del PT elegido para reemplazar al expresidente, quien lideraba todas las encuestas y fue excluido de las elecciones mediante un golpe jurídico con la participación directa de Sérgio Moro.
Por tanto, Bolsonaro asumió con todas las letras que interfiere directamente en el funcionamiento de un organismo creado para ser independiente y autónomo. Con Bolsonaro, la corrupción dejó de ser algo puntual en algunos sectores del estado brasileño para tomar el control directo del gobierno central. Sí, el crimen organizado de las milicias en Río de Janeiro gobierna Brasil hoy. Con la complicidad de la derecha tradicional: DEM, PSDB, PMDB, sistema financiero, empresarios de la industria y agroindustria, etc.
Nota: La revista Veja, en su edición que circula desde el viernes (9 de octubre), informa que Bolsonaro recibió un aviso de que sus hijos Carlos y Eduardo podrían ser arrestados. Esto fue el punto de inflexión del gobierno, que abandonó las amenazas al Poder Judicial y al Congreso. Asesores del presidente fueron alertados que una orden de detención podría partir del ministro Alexandre de Moraes, del STF, que coordina la investigación sobre las acciones del Gabinete do Ódio.
* Periodista brasileño. Ha trabajado durante 11 años en la Cámara de Diputados de Brasil, donde fue coordinador de comunicación de la bancada del Partido de los Trabajadores (PT). Actualmente vive en Mendoza, donde cursa la maestría en Estudios Latinoamericanos en la Universidad Nacional de Cuyo. En Twitter: @rogeriotomazjr.