Lo que nadie se hubiera atrevido a imaginar, ocurrió: falleció Diego Armando Maradona. Desde el mediodía del miércoles, el suceso tomó por sorpresa al mundo entero, al trascender el paro cardiorrespiratorio que terminó con la vida del «Diez» mientras se encontraba en su residencia del partido de Tigre. Tras el shock inicial, comenzaron las múltiples despedidas de figuras del deporte, la política y la cultura. Argentina, ahora de luto, inicia el largo adiós al máximo futbolista de todos los tiempos.
«Diego va a ser uno de esos personajes que nunca se mueren. Nunca le vamos a poder pagar tanta alegría», fue una de las palabras que pronunció el presidente Alberto Fernández, quien anunció que la Casa Rosada sería dispuesta para la despedida formal de Maradona. «Hermano y amigo incondicional», lo llamó el presidente venezolano, Nicolás Maduro. El papa Francisco envió sus afectos desde el Vaticano, según comunicaron voceros oficiales. «Fidel decidió llevarte junto a él», bromeó el presidente de Paraguay, Fernando Lugo.
Horas después de conocerse la noticia, en la ciudad de La Plata decenas de personas comenzaron a acercarse al estadio de Gimnasia y Esgrima de La Plata, club donde Diego decidió emprender una última hazaña deportiva como director técnico. Allí la concurrencia improvisó un altar en las puertas del estadio y se apostó en las tribunas a cantar y saltar en memoria del DT fallecido. Grafitis, adornos florales, velas, rosarios, «trapos» pintados a mano, fueron el decorado del Bosque platense, donde durante toda la tarde se cantó una y otra vez: «El que no salta es un inglés».
En la memoria colectiva ahora se recuerdan interminables variables posibles de Maradona. Maradona en blanco y negro, como Cebollita; Maradona ochentoso, convirtiéndose en «barrilete cósmico» en México ’86; Maradona pelicorto, afuera de EEUU ’94; Maradona teñido de rubio, exiliado en Cuba por problemas de salud. Junto a Hugo Chávez cantando «ALCA, al carajo». Junto al «Potro» Rodrigo cantando un cuarteto dedicado a sí mismo. Mil tapas de diarios evocándolo por su epopeya en Napoli, sus interminables conflictos con las adicciones o por protagonizar episodios de violencia de género hacia su pareja. De aquí en más, cada argentino y argentina comienza a decidir qué Maradona recordar, cuál celebrar, cuál ignorar y cuál maldecir. Elige tu propio Maradona.
«Adiós al más grande del mundo al rey de la pelota al más argentino de todos», comentó un usuario de YouTube en el videoclip de la canción «Maradó» de Los Piojos. Tiene 253.000 visitas. «Vine aquí directo después de saber la noticia», avisa alguien en la canción «Santa Maradona», de Mano Negra. El comentario tiene cien likes. Lo mismo se repite en canciones de Ratones Paranoicos, de Manu Chao o en el documental del cineasta serbio Emir Kusturica. Si en el buscador de Google se escribe «Maradona es…», la primera opción es «Maradona está vivo».
Al cierre de esta nota, cientos de personas concurren al Obelisco a despedir entre cantos, risas y llantos al ídolo máximo del fútbol, y parte indiscutible de la historia argentina del siglo XX. Inspirador de mitos, ensayos universitarios, especiales de TV, cine de culto, canciones, debates ideológicos, poemas barrocos, ofrendas religiosas.
A partir de hoy, Argentina seguirá en la misión de renegociar su deuda con el FMI, aguardará la llegada de una vacuna contra la covid-19 y continuará en busca de una urgente reactivación productiva tras un 2020 de parálisis total. A partir de este jueves, el mundo será igual que siempre, pero sin Maradona. Fácil de decir, imposible de imaginar. Como escribió Rodolfo Walsh alguna vez: en la conciencia de millones de hombres y mujeres, la noticia tardará en hacerse tolerable. Murió Maradona. Hoy descansa para siempre en el corazón del pueblo argentino. El verdadero cementerio, también dijo Walsh, es la Memoria.