El martes 5 de enero asumió la nueva Asamblea Nacional de Venezuela. El ex ministro de Comunicación, Jorge Rodríguez, fue elegido presidente del poder Legislativo. Tras que una parte de la oposición se negara a participar de las elecciones del pasado 6 de diciembre, el chavismo obtuvo la mayoría de los escaneos de la Asamblea. Los medios hegemónicos y los gobiernos que responden a la política injerencista de Washington desconocieron el proceso electoral, rechazaron la instalación de la nueva Asamblea y continúan con su apoyo al autoproclamado Juan Guaidó, cuyo poder se encuentra cada día más debilitado.
Para entender la importancia de la asunción de los nuevos integrantes del Poder Legislativo y los desafíos que tienen por delante, Contexto dialogó con Juan Eduardo Romero, profesor, historiador y diputado de la Asamblea Nacional por el estado Zulia.
Romero destacó que «en primer término, hay que señalar que la instalación de la Asamblea Nacional es un éxito desde el punto de vista institucional del sistema político venezolano. La elección del pasado 6 de diciembre demuestra cómo, a pesar de las condiciones de guerra, de las amenazas de agresiones, de la asfixia económica, de los actos violatorios del derecho internacional por parte de Colombia y otros actores –incluyendo a los Estados Unidos–, a pesar de todo ello, la institucionalidad del sistema político venezolano funciona».
«En segundo término, la instalación de la Asamblea Nacional representa el retorno de lo que representa el pensamiento de Bolívar en la acción de Hugo Chávez. En la asunción se hizo un acto simbólico al reintegrar los retratos de Bolívar y de Chávez a ese órgano Legislativo, y con ello ha vuelto lo que hemos denominado ‘El Proyecto Bolivariano Relanzado’. Esto es, el fortalecimiento del Estado nacional, de la apuesta a la soberanía y a la independencia, a una nueva integración geopolítica, al derecho a la administración soberana de los recursos naturales, pero, sobre todo, la reivindicación de un Estado de bienestar que deba atender a una población socialmente desvalida», detalló.
El diputado afirmó: «Tenemos el gran reto de recuperar los niveles de equilibrio social que tuvimos hasta 2013. Debemos restituir la relación de la Asamblea Nacional con los demás poderes de la nación. Uno de los aspectos que caracterizó el período 2015-2020 fue el enfrentamiento de poderes desde la Asamblea Nacional, que se transformó en un instrumento de desequilibrio institucional. Fue un ‘portaviones’, una ‘cabeza de playa’ de la agresión neoimperial contra Venezuela. El primer gran desafío implica retomar el papel que le corresponde a la Asamblea Nacional como contralora, como acompañante y evaluadora de las acciones del poder Ejecutivo, pero el otro gran desafío es legislar. Las Asambleas Nacionales que funcionaron entre el 2000 y el 2015 promulgaron cerca de 930 leyes. La que funcionó entre 2015 y 2020, no llegó a promulgar ni tres leyes. Eso muestra cómo ese órgano dejó de cumplir su función para pasar a ser un elemento de desequilibrio institucional».
«En segundo término, la Asamblea Nacional debe rescatar su vocería en defensa de la integridad territorial de Venezuela. La Asamblea Nacional debe ser un elemento primordial de la defensa de la integridad del país ante las amenazas que aún están vigentes», sostuvo.
«En tercer término, la Asamblea Nacional tiene el desafío de volver a la calle, volver a lo que hemos denominado en Venezuela ‘el parlamentarismo de calle’. Tenemos que reconstituir y fortalecer la relación de esta representación política, de la cual me honro en ser parte, con el electorado que nos eligió en una circunstancia sumamente difícil».
Por último, el diputado Romero señaló: «Un comandante guerrillero de la década de los sesenta que decía: ‘el camino es largo y duro, pero es el camino’. Nosotros sabemos que este es el camino, el del socialismo bolivariano, el camino de la reconciliación sin olvido ni impunidad, y el camino de la reconstrucción del país».