Por Ramiro García Morete
“Aquí en el pulso de este nuevo día/Puedes tener la gracia de mirar hacia arriba y hacia afuera/Y en los ojos de tu hermana/ en el rostro de tu hermano, tu país/ Y dí simplemente/muy simplemente/con esperanza:/buen día” (Maya Angelou).
Siempre adelante. Como cuando era wing derecho de la cuarta de Gimnasia, club al que sigue ligado hoy desde el equipo súper Senior. Adelante como cada día que asoma auspicioso por la ventana del sexto piso y que vislumbra entre mates desde la terraza, con metas más que rutinas. Ya sea como realizador audiovisual en la Dirección General de Cultura y Educación PBA, o trabajar en La Casita de los Pibes en Villa Alba o cualquier otra tarea dentro de su querida Facultad de Periodismo y Comunicación Social.
La misma que conoció en sus años de delantero cuando la llamaban “Escuelita”. Sería entonces, junto a El Primo, que se revelaría su devoción por la cámara. Entre ambos comprarían una Panasonic M8000 que grababa en VHS y -con mucha investigación y aprendizaje- le abriría un mundo. Aunque en cierto modo, ya venía delineándose: primero, cuando desde muy pequeño escribía para El Día; luego con las historietas, llegando a publicar en Fierro y más adelante con producciones radiofónicas. La suma ideal para responder la respuesta que cuenta haberse hecho: “¿Qué quiero hacer? Comunicar a través de imágenes y sonido”. ¿Y sobre qué? “Me fui a lo social. Creo en la justicia social, de alma, corazón y sangre -dirá con énfasis-. Me hace mal ver alguien que no tiene un plato para comer”.
Siempre adelante. Pero el 2020 no lo haría tan fácil. Al freno que el mundo entero sufrió, él debería sumarle la reciente e irreparable pérdida física de su compañera de vida durante treinta años. Como diaria y entrañable compañía quedaría India, su bichón maltés. En pleno aislamiento y con la necesidad de plantearse objetivos llegaría a esta convocatoria que reeditaba una experiencia realizada en el 2010. A cargo estarían nada menos que Kevin McDonald en la dirección y el mítico Ridley Scott en la producción. Un documental de registro coral con experiencias de gente común a lo largo del mundo. Fiel a su estilo indagaría en las consignas, vería entrevistas y pensaría el modo de generar un contenido por primera vez personal, pero que a la vez dialogara y creara un arco narrativo útil para una posible selección.
“Es absurdo pensar que estamos solos”, citará a Ridley Scott, sobre la presunción de otras especies y la pretensión de que el filme oficie de cápsula que registre las emociones de la humanidad en este tiempo y espacio. Y pensando siempre en su compañera, en su querido padre que paradójicamente fallecería justo un día después de participar en el zoom del prestigioso Sundance, en sus compañeres de la Facultad, apelaría a la esencia de cualquier trabajo: estar con y por otrxs. Así es que lograría casi una hora y media de crudo que perfectamente dialogaría con la propuesta y cuyos seis o siete minutos de profundo tono personal incluidos en el documental funcionan perfectamente. “´La vida en un día´-define la sinopsis- es una película conmovedora sobre el amor, la muerte, el desamor y la esperanza, que va más allá de las fronteras y las circunstancias para explorar lo que nos conecta como seres humanos. Dirigida por Kevin McDonald, ganador de un Academy Award. Producida por el legendario cineasta Ridley Scott”. Y co-dirigida, entre otrxs, por Adrián Guarino. Un cartel que no viene nada pero nada mal en ese objetivo diario y tan esencial: seguir adelante.
“Es una cápsula del tiempo global audiovisual -introduce Guarino-, donde se reflejan sentimientos de gente de distintas partes y se une en lo básico, en que todos somos seres humanos. Casamientos, cumpleaños, fallecimientos, esperanzas. Se dio en un momento especial, porque este trabajo se hizo en el 2010 también y los sentimientos eran distintos”.
“Lo que hace la película es mostrar los sentimientos en Siberia o Indonesia, de todas partes del mundo, de puntos muy chiquitos. De forma honesta y clara, el sentimiento de la gente común. No del 1 por ciento que tiene el poder que maneja si un chico puede comer. Creo que es un alegato para mostrar que aparte del 1 por ciento que lo está destruyendo, hay sentimientos. También coincidió con las marchas contra el ra<ismo y habla mucho del medio ambiente”. Guarino remarca “el valor que tiene esta cápsula. En 20 o 200 años, esto reflejará el sentimiento del 2020. Y el camino que está llevando el planeta. Es el momento de poner un freno. En un planeta tan rico, es una locura que gente no tenga comida, que no tenga agua”.
“A este proyecto llegué en plena cuarentena, en busca de alguna alternativa a la forma de hacer algo, buscando concursos -narra-. Yo venía buscando festivales. Participo cuando puedo, pero siempre fue en trabajos comunitarios. Nunca algo personal, porque nunca me di el tiempo”. Y su material claramente es personal: “Lo hice en memoria de mi mujer. Las energías fueron más fuertes. Cuando a uno le pasan cosas difíciles uno va buscando alternativas para salir adelante. Esto fue algo que me ayudó”. Y revela: “En la película hay siete minutos de las partes que mandé. Pero originalmente había una hora y media donde expreso muchas cosas de mis pensamientos e ideales. Por ahí más adelante haga algo”.
“Cuando se estrenó el 2 de febrero en Sundance, la ceremonia fue por Zoom. Y estaban McDonald, Scott, productoras y yo. La vez pasada los palpitantes habían ido al festival y acá me habían invitado a mí y a India, que es la verdadera protagonista (risas). De todos modos es un mérito más que suma, algo que me da para seguir para adelante. Pero sin olvidarme del barrio, del territorio, lo que hago con la facu, en los barrios, brindando, con el equipo. Todo eso me fortifica”.