Por Ramiro García Morete
“No quiero ser parte de lo que ya fue otro/ No quiero ser parte de lo que no llama/ No quiero ser parte de lo que ya fue otro/ A mí de lo que sobra no me da” (“Atlántida hundida”). Dicen que Aristóteles dijo sobre la mítica isla: “El que la soñó la hizo desparecer”. Sabrá mejor si así fue Desaria, quien desde hace un tiempo dedica tiempo no solo a escuchar música rusa, pop español o hiper pop sino a leer sobre civilizaciones antiguas. Casi con el mismo empeño que se sirve cada noche de su cuaderno Gloria de 80 páginas para anotar los sueños, apenas despierta.
Del mismo modo que en su cuarto de Ensenada conviven la strato blanca y el equipo “de Van Halen” con los proyectos de Ableton, hay una idea no lineal en la concepción del tiempo. Una idea donde el pasado no desaparece, sino que está ahí para servirse de él. Como cuando los sintetizadores y la concepción electrónica no descartan la irreproducible vibración de las seis cuerdas o el pulso vivo de la batería a cargo de Gregorio Jáuregui. El pasado está ahí para decirle las cosas en la cara. Porque en gran parte de las canciones de este ahora trío, pareciera haber un interlocutor tácito que bien puede representar a un otrx o las propias partes no deseadas del narrador. “Salgan de acá/ No vuelvan más/ Hasta que esto no termine en otra cosa” entona la voz histriónica de Desaria, y al igual que muchos de sus versos parecen tanto confesiones personales como consignas colectivas.
Con marcado espíritu de época pero enfocándose en su propia búsqueda, Agustín Buaon –a cargo de gran parte de los sintetizadores- incitaría a sus compañerxs a adentrarse en la composición digital, también forzadxs por el aislamiento. Pero esencialmente por una búsqueda que llevó a lo que originalmente era una banda marcada por el rock guitarrero y casi setentoso a la artillería de pop bailable y catárquico que resuena en el flamante “Dímelo”. Todo bajo una estética cyborg que dialoga con el presente y que proyecta el futuro -para Fus Delei y para todes- como el mejor lugar del cual formar parte.
“Es nuestro álbum cyborg -define Desaria-. Es un álbum de diez canciones donde predomina el pop. Algunos temas van para el lado del rock, pero todo bajo el lenguaje y el sonido de la música electrónica”. Además de sonoridades, la electrónica impone lógicas de producción distintas a las de la sala: “La idea fue desde un principio que -en vez de grabarlas en un celular e intentar sacarlas luego- plasmar las ideas desde cero en un programa. Así que aprendí a usar sintetizadores, lo básico y necesario. Hubo mucho juego de efectos y filtros, lo que abrió más el panorama sonoro de lo que hubiera sido el disco”. Desaria cuenta que “los temas que armé yo de cero los pensaba en formato canción, pero con la estructura esta de que, por ejemplo, se puede loopear tres veces para que te meta en el mood del tema. En ‘Hilo de plata’ lo había armado de una manera y Agustín me dijo: si se repite más veces el riff y las vueltas va a hacer que una vez que entre la voz ya esté en sintonía. Son recursos de la electrónica, desde ese lado de ir llevándote en un viaje”.
De todas maneras, las letras se impusieron más allá de los recursos: “Yo no quería que la estructura me haga escribir más o menos. Lo que importa en este caso es el mensaje o la letra en sí y que a partir de eso se acomode”. En esas líricas, la artista tiene presente el vaivén entre lo personal y lo universal. “Me gusta que una letra esté de alguna forma camuflada en cuanto a lo personal y que cualquiera pueda sentirse identificada o representarse en la letra. En el momento si alguna es algo que demasiado y yo sola voy a entender, lo descarto, si no me lo guardo para mí”. Y le gusta la idea de que muchas canciones poseen una suerte de adversario ideológico: “Puede ser. Una lucha contra las partes propias”.
Respecto a una mirada integral de “Dímelo”, “me parece que hay como un relato. Quizá no muy claro, pero que sí se terminó generando en el orden de los temas. ‘Joda de techno’ es como un prólogo. Después viene una parte súper efervescente y de pop luminoso. A la mitad se empieza a poner más oscura. Y con los temas del final se disipa y viene la luz. Quizá no tan directamente, pero me gusta ver los últimos temas como una luz al final del túnel”.
En un claro ascenso, la banda se despega de algunas etiquetas. “Me parece que no estamos forzando esto ni acomodando las cosas para ser parte de la movida. Me parece que esas etiquetas son cosas del que escucha o no esta en la banda. Creo que fuimos yendo para donde queríamos sin importar qué esté pasando en La Plata, Capital o en Argentina. Durante todo el proceso del álbum estuvimos mirando para acá y distintos países. Escuchando música rusa, alemana, pop español, hiper pop de Los Ángeles. Me parece que es lo que más alimenta, en vez de mirar qué pasa en la escena actual argentina”.
Para el cierre, Desaria analiza la idea general de “Dímelo”: “Lo que predomina es querer remarcar que lo que fue antes ya no existe y que lo que está ahora es lo que va. Hay mucho futuro, mucho futurismo. Pero estuve muy interesada leyendo sobre civilizaciones antiguas o sobre los mensajes del pasado para reutilizarlos con las herramientas del presente. Por más que hable tanto del futuro, no significa que haya que olvidar el pasado”.