Por Alejandro Palladino
En la cuarta jornada del II Congreso Comunicación/Ciencias Sociales desde América Latina, que se realiza en la Facultad de Periodismo de La Plata, Javier León, trabajador social y militante político colombiano, presentó su documental Yo soy galería memoria. A su vez, en el tercer piso de la institución estuvo expuesta la muestra fotográfica que recorre con sentido crítico los sesenta años del conflicto armado colombiano.
“El lente de la cámara no miente”, dice León. “Llevamos trabajando el tema de la memoria contra la impunidad y el olvido desde hace doce años. Tenemos como idea fundamental la transformación en los modos de entender nuestra historia, con la fotografía como eje que conecta los atropellos que los conflictos armados han provocado en nuestra sociedad con el presente de nuestro pueblo”.
«Tenemos como idea fundamental la transformación en los modos de entender nuestra historia, con la fotografía como eje que conecta los atropellos que los conflictos armados han provocado en nuestra sociedad con el presente de nuestro pueblo.”
Los actores sociales que representan las fotos son trabajadores, docentes, jóvenes y militantes que han alzado la voz contra las injusticias que se viven a diario en Colombia. Al respecto, el documental deja en claro que la galería no es sólo de sus hacedores, sino que es un patrimonio del pueblo; de ahí que haya recorrido países como Venezuela, Perú, Ecuador, Italia, España, en escuelas y Universidades. Pero sobre todo en las calles, interpelando a miles y miles de transeúntes a enterarse de una problemática que el Estado fuerza a ocultar, a no definirlo como “conflicto armado”.
Las fotos en la calle como símbolo de protesta y resistencia no pasaron por alto para el poder oficial. De las dos mil fotos, muchas fueron secuestradas en las veredas por la Policía con el pretexto de “intervenir el espacio público”.
Carlos Castaño Martínez, uno de los fotógrafos del documental, apoyado en un poste donde permanece el día entero reclamando con sus fotos que cuelgan con broches de un hilo, afirma que “la galería, que es resultado de la descomposición social que sufre Colombia, debe estar en la calle, porque es allí donde está la gente que sufre, que sobrevive a duras penas diariamente”.
El disparador para realizar la galería y luego el documental ,cuenta León, “fue el asesinato por parte de la Policía (del EMAD, Escuadrón Móvil Antidisturbios) del joven de quince años Nicolás Neira, el 6 de mayo de 2005. Esto motivó que nos movilicemos cultural y políticamente, con fotografías, para comunicar a la ciudadanía sobre la muerte de Nicolás, sobre el crimen de Estado”.
La presión que cae contra este tipo de reivindicaciones de la memoria es muy fuerte. Para muestra, una historia: el padre de Nicolás actualmente se encuentra exiliado, luego de ser perseguido por paramilitares y agentes estatales.
Javier León dice a Contexto que la denuncia no es sólo al Estado colombiano, que con sus efectivos ejerce la fuerza para defender los intereses dominantes, sino que también son responsables de los crímenes los grupos paramilitares y guerrilleros, actores en el conflicto interno que vive desde 1958 ese país.
Los números son categóricos con respecto al proceso de violencia social que vive Colombia desde fines de los cuarenta. Según un informe titulado «Los Nadies» del Programa Somos Defensores, una ONG que sigue la situación de activistas, 399 líderes sociales sufrieron distintos tipos de ataques en lo que va del año (asesinatos, secuestros, torturas, desplazamiento forzoso de sus hogares). Asimismo, 34 referentes de los derechos humanos fueron asesinados (la mayoría con armas de fuego, y seis de ellos previamente torturados).
Por otro lado, el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) sostiene que el conflicto dejó, desde su inicio en 1958 hasta 2012, un saldo de 220.000 personas asesinadas y 25.000 desaparecidas. De estos números, el 82% fueron perpetrados contra la población civil.
“La fotografía ha hecho visible los crímenes y abusos en nuestra historia que se ha buscado silenciar sistemáticamente. Es la mejor arma con la que podemos militar.»
Las fotografías de la galería, que es una obra autogestionada, devienen de archivos propios, colaboraciones e Internet. Su hilo conductor es hacer una historia cronológica de los conflictos armados, como un grito militante para combatir el olvido y la impunidad. Sin embargo, hay sectores sociales que nada quieren saber con estas dos últimas consignas políticas.
León dice que “hay personas que apoyan los planes de la memoria para apuntar hacia el pasado y torcer la conciencia social sobre los modos de entender lo sucedido, para generar una reflexión que no permita repetir los mismos errores. Otros son uribistas (NdR: seguidores del ex presidente Álvaro Uribe) acérrimos que rechazan el sentido de la galería: niegan que (Uribe) es un paramilitar a pesar de que hay evidencias sociales, penales y jurídicas que dan cuenta de que es el principal de Colombia”.
Y hay un tercer destinatario: “Aquellos que piensan que hacemos apología del terrorismo; es la gente que te juzga sin acercarse profundamente a nuestras fotos, sin siquiera leer sus textos. Se indignan por el simple hecho de que figure una imagen de las FARC”.
“La fotografía ha hecho visible los crímenes y abusos en nuestra historia que se ha buscado silenciar sistemáticamente. Es la mejor arma con la que podemos militar. Es nuestro fusil para hacer militancia”, cierra León.