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Un lugar con parlantes: CANKI

Por Ramiro García Morete

Con destacable capacidad para hallar las texturas que subyacen en las armonías, Juan Francisco Obregoso, también conocido como CANKI, es uno de los productores más creativos de la ciudad. Moviéndose por distintos estilos y siempre tratando de eludir el sonido estandarizado, reflexiona sobre el oficio. (Foto: Manuel Cascallar)

1) ¿Qué entendés por producción musical?

El trabajo de llevar una idea, un gesto, una melodía, un «material» musical, desde su estado iniciático, desde que la idea es sugerida o capturada por alguien, hasta el lugar de su realización estética, tímbrica, estilística, textural. Potenciar esa idea a través de mi tamiz y conciliarla con la búsqueda delx artista.

2) ¿Podrías dar tres claves sobre la misma?

Empatizar con la visión de la persona con que labures, entender qué sonido, qué sensaciones la generaron y proponer un mundo, un lugar, un contexto para que se asiente, por similitud o por contraste.

ESCUCHAR, por más simple u obvio que parezca. Muchas melodías e ideas, así como invenciones, ficciones o descubrimientos científicos, suelen ocurrir en momentos de ocio y atención concentrada. A veces -más que pelear y buscar- es dar espacio para que las ideas aparezcan. A veces también es arremangarse y meter mano. Asoma el pez dorado y hay que tirarse a buscarlo.

Comprender los fenómenos básicos de la música como fueron sistematizados tradicionalmente en melodía, armonía y ritmo. Entender el lenguaje y la data subterránea que da coherencia a ese lenguaje. Entender la sintaxis musical. Hablo sólo en mi caso, porque sé que hay mucha gente que labura desde otro lugar y hace cosas increíbles. Me parece buenísima esa diversidad, sólo hablo de las herramientas que a mí me han servido y funcionado en mi propia experiencia. A eso le sumás conocimiento y manejo de tecnologías -PC y hardware- y salís volando.

3) ¿Tenés alguna rutina o metodología de trabajo?

Varía mucho en casa caso. Laburo con gente codo a codo muchas veces, escuchando, analizando, opinando, eventualmente prendiendo los fierros y metiendo mano, tocando, probando, jugando y muchos otros gerundios. Otras veces estoy solo en casa buscando caminos para músicas ajenas, que supongo que en ese proceso expropio de alguna manera.

Pero una escena casi ideal sería levantarme no muy tarde, prender la pava, la compu, y con la mente fresca poner la cabeza y el cuerpo en eso. Básicamente consiste en hacer y la práctica desbloquea herramientas, recursos. Expande.

4) ¿Te reconocés en algún estilo, género o territorio en particular?

No realmente… mi música es un tanto ecléctica, escucho música bastante diversa, y la gente con que he laburado es de palos muy distintos. A esta altura los géneros musicales se han fundido y no concibo una idea muy arraigada en cuanto a esos límites. El vaciamiento de cánones, como la idea de «rock», palabra usada para definir músicas tan distintas, ha llevado a la creación de micro subgéneros súper específicos que a veces parecen memes. Al final, casi toda la música está hecha con doce notas y algunas reglas de sintaxis. Prefiero reconocernos como parte de lo mismo en vez de andar sobre-etiquetando.

5) ¿Te acordás de la primera vez que una canción o artista te interesó por algo que fuera más allá de la canción? Es decir por algún sonido, un efecto, un arreglo…

Tengo un recuerdo de cuando era chico con mi viejo. Estábamos escuchando “In the Flesh”, el tema que abre The Wall, de Pink Floyd, y él me hizo reparar en que todos los cortes de batería en una parte del riff eran distintos. Cada cuatro barras, el batero tiraba una data distinta. En ese momento me pareció muy cuidado, elevado, detallista. Hacía mucho para el final de la canción, le daba movimiento. Al día de hoy diría que eso está perfecto, o puede ser innecesario y engorroso, dependiendo del contexto musical. Pero ese fue un momento de asombro, quizás al notar la horrible libertad que implica arreglar una canción; cada canción encierra mil canciones posibles. Por eso, así como Borges hablaba sobre la importancia de la relectura, hay que hacer mil COVERS arriesgados.

6) ¿Qué programa o software usas? ¿Por qué?

Ableton Live casi siempre, Pro Tools a veces si es un proyecto que llega en ese entorno.

Y digamos que son las herramientas que más usé y con las que me siento cómodo laburando. Ni mejores ni peores, cada programa tiene su «workflow» y supongo que tiene que ver principalmente con el hábito. En Live puedo maquetear o puntear cualquier idea muy rápido, estructurarla, «darle vida». Pro Tools -para mezclar- es más sofisticado. Tiene un funcionamiento más tradicional, más similar a una mesa de mezcla.

7) ¿Cuánto hay de la pre y de la pos en un resultado?

«Lo arreglamos en la post» es otro meme. «Lo arreglamos en el máster». Todo lo que no sea solucionado en una instancia presente será un problema en el futuro, y si querés ser generoso con vos mismo del futuro o no pasarle la papa caliente a quien tome la posta después está bueno resolver en el momento los problemas que surjan en el momento.

Hablamos siempre de la pre y la post y la producción -palabra horrible también…- ¿cuándo está ocurriendo?

8) Tres productorxs favortixs

Ariel Pink por su deformidad e incorrección.

Rick Rubin por haber metido mano en tanta música de MTV que consumía de chiquito.

Santaolalla por los memes.

9) Una canción que te guste particularmente por su producción…

Podrían ser tantas… ponele que Starz de Young Lean, por decir una que descubrí recientemente.

10) ¿Hay alguno sonido que te guste particularmente y otro que te moleste?

Me gusta el ruido blanco, el ruido rosa -que sirve como terapia contra la hiperacusia y los acúfenos-, me resultan relajantes y me descansan el oído. La interferencia de los teléfonos y los televisores. Me encanta el silencio.

Me molesta cómo suena la música en parlantes de celular o computadora: chillona, indefinida, saturada, hueca, prescindible.