Por Lucía García Itzigsohn y Lisa Solomin
No hay una sola forma de madre ni de atravesar la maternidad. Tener un hijo puede llenarnos de felicidad, claro, pero también de agotamiento, confusión, angustia, frustración y varios etcéteras según el caso. La vida, luego de parir, no se parece mucho a la que muestran las publicidades ni las revistas “femeninas”. Por suerte, esa complejidad y profundidad que implica maternar se está empezando a abordar en las producciones culturales de una manera más cruda y real. La película Mi amiga del parque, que se estrenó esta semana en los cines, es una muestra de ese cambio. Ana Katz, su directora, explica que “en la película se intenta hablar de cuidar al otro, pero no desde la convención que se cuenta por ahí en una publicidad de champú para bebes, sino desde los sentimientos más vivos y más reales de lo que significa cambiar tanto la vida”.
– ¿Qué expectativas tenés con esta película?
– Es una pregunta compleja, porque cuando una hace una película de alguna manera construye un deseo de diálogo con un espectador. Lo que a mí me gustaría es que la pueda ver la mayor cantidad de gente que tenga ganas de verla y sobre todo que se abra y active un tema que en la práctica está totalmente vivo, pero en la prensa oficial de las temáticas que se abordan en la cultura y en el cine en especial no tanto. En este caso creo que es la crianza y la maternidad entendida de una manera nueva, que tiene que ver con que la maternidad no es solamente la biología y la mama que tiene un bebé y lo cuida en su casa. A partir de un montón de cambios que hubo en nuestra sociedad, la crianza se volvió un punto riquísimo de pensar el mundo que queremos y que hacemos. En ese sentido, la expectativa más grande es que se hable, que se debata, que se siga abriendo el espacio de poder entender la maternidad y la paternidad como algo activo, como algo en donde los niños tienen un lugar muy importante vinculado al amor, y eso es lo que más ganas tengo.
– Es una película sobre la maternidad, pero es una película extraña. Lleva por lugares que una no imagina que nos puede llevar. ¿Cómo fue tu proceso creativo? ¿Cómo se fue derivando para esas situaciones algo confusas, esa relación entre estas dos mujeres de distintas procedencias?
– Muchas veces el periodo más reciente de la llegada de un primer hijo es un periodo de muchísima confusión y revolución donde se mezclan varias capas de sentimientos y de emociones. La sensación es como cuando uno vive cosas muy importantes: esos momentos esenciales en la vida en los que uno siente que está viviendo una película, como algo que le pasa a otra persona. Como si de alguna manera fuera un sueño o se estuviese habitando una irrealidad. A Liz, que es la protagonista de La mujer del parque que interpreta Julieta Zylberberg y que yo estoy feliz por el trabajo que logró, le pasa que se siente feliz, agotada y confundida y no sabiendo todavía qué madre es. Muchas veces, a uno le pasan las cosas y después se da cuenta quién es uno en relación a eso que le pasa. Digamos, tenés un bebe y después te das cuenta qué madre vas siendo y qué madre querés ser: si hablás, si gritás, si paseás o si te gusta estar en tu casa. Entonces, de alguna manera la película abre ese momento, el momento de lo totalmente nuevo. Y en ese parque donde Liz empieza a ir con su bebé a airearse un poco por recomendación del pediatra se encuentra con otras mujeres que tienen otra manera de entender la vida, la crianza y distinto nivel económico. Eso es algo que me parece que es maravilloso que pasa en los parques: es un lugar de encuentro de distintas formas de vivir dentro de la ciudad. Y para Liz esa es la posibilidad de empezar a buscar su propia identidad.
Ser dos
– Al mismo tiempo pasa de reconocernos mucho en esas situaciones de la película. Ese no saber qué hacer con esa persona que depende totalmente de vos.
– Totalmente. Es una conciencia muy fuerte, muy rotunda, que se hace cuerpo en esa persona que es de golpe la persona que más querés, junto con tu pareja o no, según el caso en que se dé la llegada de ese hijo. De golpe, de saber que uno tiene que salir a la calle y cuidarse cuando la cruza, o cuidarse cuando come o duerme, te das cuenta de que hay alguien que te necesita mucho y que querés cuidar, y que sos dos. Entonces, ya bañarse es una duplicación medio extraña de un acto que hasta el momento puede parecer muy natural: abrir la ducha y bañarse. Ahora con un hijo no se sabe bien cómo vivir algunas cosas siendo dos.
– ¿Qué dirías para invitar a que vean la película?
– Bueno, me parece que es una película que trata un tema muy universal que es la llegada de un hijo. Inclusive, un periodista que no tiene hijos me decía: yo soy hijo y me sentía muy vinculado en esto que es cuidar a los otros y que te cuiden. Me parece que en la película se intenta hablar de cuidar al otro, pero no desde la convención que se cuenta por ahí en una publicidad de champú para bebes, sino desde los sentimientos más vivos y más reales de lo que significa cambiar tanto la vida. Entonces, me parece que es un tema que como sociedad nos toca mucho y a veces yo creo que, no sin querer, se deja afuera. Es un tema que no está ligado al consumo ni a la producción de trabajo, sino al cuidado de personas, entonces a mí me trae especial entusiasmo abordarlo, y la sensación por parte de la gente es que está acompañando mucho, la gente nos escribe en las redes. Hay mucha gente que tiene ganas de reflexionar sobre esto.
– Y es un tema de mujeres. Porque las que nos ocupamos de los cuidados en su mayoría somos las mujeres. También eso por ahí tiene que ver con que no sea un tema puesto en primer plano.
– Sí, exacto, esto es así. No hay una razón biológica para que esto sea así, pero lo es. Incluso con ancianos las principales cuidadoras somos las mujeres. Es cierto que muchas veces las temáticas ligadas a cuestiones femeninas se ven como lo particular, lo singular, cuando en realidad son tan importantes como los otros temas. Tiene que ver con que las mujeres podamos lograr que nuestra subjetividad y nuestro punto de vista figuren en una senda normal, como puede ser una película de acción. Hay un largo camino por recorrer, pero está buenísimo. Porque yo estoy segura de que la película de acción no representa a muchas personas y seguro a muchas mujeres.
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