Por Observatorio de Jóvenes, Comunicación y Medios
El pasado 16 de septiembre, el Normal Nº 1 de La Plata se convirtió en el centro de un debate que combinó críticas y reivindicaciones dentro y fuera del establecimiento educativo. Esa fecha, instituida en 2006 como Día Nacional de la Juventud por propuesta de Néstor Kirchner, también forma parte del calendario escolar como “Día de la Reafirmación de los Derechos del Estudiante Secundario”, y prevé “recordar la Noche de los Lápices promoviendo la reflexión y las actitudes favorables en torno del respeto absoluto a los estudiantes secundarios y a su defensa”. Se trata de una jornada atravesada por la disputa de sentidos pasados, presentes y futuros sobre las juventudes y la legitimidad de su participación política.
De las 2.041 instituciones secundarias públicas del distrito bonaerense donde se realizaron diferentes actos para reivindicar la lucha de los diez jóvenes militantes de entre dieciséis y dieciocho años secuestrados por la dictadura cívico-militar en la trágica noche del 16 de septiembre de 1976, tan sólo una acaparó las miradas de los medios de comunicación y de la comunidad educativa en general. El video del acto escolar, enmarcado en la conmemoración del 39° aniversario de la Noche de los Lápices, se viralizó instantáneamente por las redes sociales y las autoridades de la Dirección General de Cultura y Educación fueron llamadas a dar explicaciones. El modo de uso de una escuela pública para la producción simbólica de un pasado en clave de derechos humanos fue el eje de una “polémica” que licuó la multitudinaria marcha que congregó a miles de jóvenes por las calles platenses.
En una apuesta por disputar el sentido de los actos escolares –que en muchas ocasiones ofrecen una lectura sobre la historia presentándola como una sucesión de efemérides–, el Centro de Estudiantes de la Escuela Normal Nº 1 (CEN1), conducido por Incongruencia, en conjunto con los directivos de la institución decidieron realizar una perfomance poco habitual: reunieron al estudiantado en el patio y la vicedirectora les comunicó que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner había sido depuesta a raíz de un golpe de Estado. “Nosotros lo que quisimos hacer fue de una forma artística mostrarles a los pibes lo que había pasado el 24 de marzo de 1976, era llegarles a los pibes de alguna forma porque ya hemos hecho cantidad de actos que quizás los pibes no escuchan y nos pareció una forma linda y quizás conmovedora de llegarles”, justificó la presidenta del CEN1 Martina Tibault en una entrevista radial.
Una de las cuestiones más interesantes que surge de los datos arrojados por el monitoreo es que son escasos los momentos en los que aparecen las voces de los jóvenes protagonistas.
Lo que circuló acerca de los propósitos y del marco en que se concretó la actividad en los medios de comunicación es una versión simplificada. Desde el área de Monitoreo de Medios, en conjunto con el área de Juventudes y Participación Política del Observatorio de Jóvenes, Comunicación y Medios, se realizó el seguimiento del tratamiento mediático (gráfico, audiovisual y radial) otorgado a la noticia. Una de las cuestiones más interesantes que surge de los datos arrojados por el monitoreo es que son escasos los momentos en los que aparecen las voces de los jóvenes protagonistas.
Analizando la cobertura televisiva de Canal 9, Telefé, TN, QM y SLP, es decir, de canales de aire de la Capital Federal de alcance nacional, de emisoras provinciales y también locales/regionales, el tiempo de pantalla destinado a cubrir este episodio fue de 22 minutos y 20 segundos. Los jóvenes aparecen como fuente consultada tan sólo durante un minuto y 31 segundos, lo que se traduce en un escaso 5,9% del tiempo total. En la televisión predomina claramente la voz de los adultos (presentadores de noticias, movileros, panelistas, padres de los alumnos y funcionarios provinciales) comentando los hechos y describiendo lo que experimentaron los estudiantes.
Respecto a la radio, los porcentajes son más alentadores: del total de la cobertura radial (26 minutos y 50 segundos), la voz juvenil concentra el 83,5 % (22 minutos y 15 segundos), con la característica de ser la única fuente informativa consultada. Para construir estos datos se relevaron tres emisoras radiales de la ciudad de La Plata, dos de gestión privada y una de gestión pública: Radio Keops (FM 90.1), Radio 221 (FM 103.1) y Radio Universidad (FM 107.5).
Llamativamente, ninguna empresa periodística cita como fuente el comunicado difundido por el Centro de Estudiantes del Normal Nº 1
En relación a los portales de noticias y la edición digital de los diarios locales y nacionales, predomina una espectacularización de la noticia que ahonda en la descripción dramática: “parodia de Golpe de Estado que terminó con estudiantes con crisis de pánico y llanto” (Hoy), “farsa montada para rememorar un nuevo aniversario de la Noche de los Lápices” (Clarín), “padres y alumnos terminaron con crisis de pánico” (Tiempo Argentino), “desconcierto y el estupor de los alumnos” (Infocielo). En estas narrativas mediáticas, la participación de los jóvenes hablando sobre sus propias vivencias y sensaciones es ínfima, a tal punto que el diario El Día incluyó en su edición del viernes 18 una nota titulada “Lo que dijeron los padres de los alumnos”.
Llamativamente, ninguna empresa periodística cita como fuente el comunicado difundido por el Centro de Estudiantes del Normal Nº 1 publicado a través de Facebook y disponible también en el blog de la agrupación estudiantil Incongruencia (http://prensaincongruenten1.blogspot.com.ar/). Allí, los y las jóvenes del Centro explican cómo fue pensada la totalidad de la intervención, que abarcó la representación de la situación del golpe, “la lectura de dos textos, ‘el militante’ de José Pablo Feinmann, y un texto que abarcaba desde la parte histórica, explicando qué pasó el 24 de marzo del 76 y qué pasó el 16 de septiembre, hasta la parte en que explicaba cómo nos atraviesa a nosotros, secundarios, esta fecha tan importante […] Además, mientras se leía este último texto, se desplegó desde el primer piso una bandera con la inscripción de ‘quien deja huellas no desaparece’, y luego de la lectura del mismo se cerró el acto con la canción de ‘Los dinosaurios’ de Charly García”, precisa el comunicado.
Frente a esta intervención artística, cultural y comunicacional cargada de significados políticos que buscó interpelar a los estudiantes, los medios masivos de comunicación realizaron un recorte intencional y descontextualizado: tomaron el video viralizado en las redes donde aparece la vicedirectora del Normal Nº 1 informando a los gritos que “por inoperancias políticas, por acusaciones severas internacionales, ¡hoy hubo un golpe de Estado!”.
Otra maniobra de los medios hegemónicos fue clausurar la idea de la experimentación artístico-política para potenciar el concepto de “simulacro” –que tanto remite a la idea del fin de la Historia, del relativismo absoluto, de la legitimidad de la mentira–. Por ejemplo, Clarín publicó el viernes 18 una nota de opinión firmada por Facundo Landívar refiriéndose a lo ocurrido en el colegio platense: “Nada raro en un país donde el kirchnerismo no deja de sorprender con sus teatralizaciones, o simulaciones o, más llanamente, relato, para apropiarse políticamente de las tragedias ajenas. Hace años que lo vienen haciendo para presentarse como baluartes donde estuvieron ausentes”.
A partir de ubicar como sinónimos los términos teatralización, simulación y relato, enumera una serie de conquistas históricas para el pueblo argentino, llevadas adelante durante estos doce años de gobiernos kirchneristas. Entonces, resulta que bajar el cuadro de los genocidas de la Casa Rosada fue simulacro, y que, por lo tanto, los 559 represores condenados y los 128 juicios celebrados contra genocidas en estos años también lo fueron; y que las 5 millones de computadoras entregadas en el marco del Programa Conectar Igualdad también son ficticias, al igual que los 400.000 créditos para viviendas del PRO.CRE.AR, o los más de 700.000 jóvenes que volvieron a estudiar gracias al PROG.R.ES.AR.
Por otro lado, y más allá del tratamiento mediático de la noticia, la discusión que sigue faltando es ver cuán valedera resulta esta teatralización o interpretación del golpe de Estado cuando el objetivo último está guiado por la noción funcionalista de la búsqueda de impacto como mediación pedagógica. Este planteo lejos está de cuestionar la legitimidad de la puesta en escena o teatralización; de hecho, recurrir a las artes teatrales es sumamente valedero para problematizar los sentidos y realidades que nos atraviesan socialmente: “actuar para no olvidar, actuar para encontrar la verdad, por nuestra memoria colectiva, por la verdad y por la justicia”, como lo es la iniciativa Teatro x la Identidad –uno de los brazos artísticos de Abuelas de Plaza de Mayo–, una muestra cabal de que es posible pensar abordajes significativos y movilizadores a través de una performance artística.
Sin embargo, a diferencia de lo que sucedió en el Normal Nº 1, las obras enmarcadas en Teatro x la Identidad están planteadas como un “homenaje y una fiesta”. Por eso creemos, en consonancia con el comunicado de H.I.J.O.S. La Plata, que “El terror paraliza, aísla, y oprime. La memoria, la verdad y la justicia se construyen con alegría, hablando de la historia, respetando a las y los estudiantes, compartiendo el legado de lucha, transmitiendo el amor por el otro”.
Recurrir al escarmiento como estrategia educativa o fomentar una pedagogía del miedo para hacer visibles posturas divergentes frente a la historia reciente nos aleja de aquella escuela pública que nos merecemos como sociedad: aquella donde se garantice el derecho inalienable a la educación y el aprendizaje sea, verdaderamente, una práctica de la libertad en busca de un proyecto político emancipador, con igualdad y justicia social.
En esa búsqueda que vamos transitando, optamos por la sensibilidad y el amor hacia el otro, en lugar del terror que sembró el tiempo de la miseria planificada. Por eso militamos a diario con profunda alegría y responsabilidad el proyecto de país que queremos. Los golpes de Estado –codiciados por las corporaciones– nada tienen para aportar en nuestros secundarios, y mucho menos para el fortalecimiento de la vida democrática.