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Juan Carlos Abachian, militante de la JUP secuestrado en La Plata

Según testimonios de sobrevivientes, Juan Carlos Abachian, que por entonces tenía unos veinticinco años y trabajaba en un taller mecánico en La Plata, después de su secuestro en la puerta de su casa en 7 y 60 fue visto en los centros clandestinos de detención La Cacha (Arana), la Comisaría 5ta y la Brigada de Investigaciones de Banfield, llamada Pozo de Banfield.

Juan Carlos y su compañera, María Mercedes Loyarte, se habían venido a La Plata escapando del «hostigamiento» de la derecha, concretamente, de la violencia de la banda paraestatal católica y de ultraderecha peronista llamada Concentración Nacional Universitaria (CNU), que operaba en Mar del Plata.

Ambos militaban en la JUP. Tras el asesinato por parte de la CNU de compañeros de la Facultad de Derecho, decidieron abandonar su ciudad natal. «Nosotros abandonamos la Universidad porque con el hostigamiento de la derecha era absolutamente imposible seguir haciendo una vida normal», aseguró Mercedes Loyarte el martes ante el Tribunal Oral Federal Nº 1 de La Plata, que lleva adelante el juicio oral y público por los delitos perpetrados en las Brigadas de Investigaciones de la Policía bonaerense de Banfield, Quilmes y Lanús con asiento en Avellaneda.

Desde España, adonde debieron exiliarse luego de salir del país tras unos meses en Montevideo y Brasil, Mercedes Loyarte recordó en la audiencia número 50 de este juicio la noche del secuestro de Juan Carlos.

«El 26 de diciembre del 76, un poquito antes de irnos de vacaciones de verano, lo detienen a Juan Carlos. Nunca supimos bien en qué circunstancias. Creemos que fue a las once de la noche, al tratar de entrar a nuestra casa. Venía en bicicleta. Porque poco después escucho ruido en la puerta y salgo a ver y había personal uniformado, no podría decir de qué fuerza, y siento un grito de Juan Carlos que me dice ‘corré que te matan’», relató Mercedes sin evitar la emoción y los ojos llenos de lágrimas.

«Corrí por el fondo de mi casa. Pude saltar todas las paredes del vecindario. No habían rodeado la manzana. Y desde ese día, me escapé […] Juan Carlos desde ese momento está desaparecido», precisó la testigo que entonces tenía veintidós años.

Lucía Marroco, con quien compartían la casa, logró escapar también «por otra esquina», pero ella y su hermana integran la lista de 30.000 desaparecidos.

«En cuanto pude, avisé a su familia de Buenos Aires. Avisé a mis padres y a mis suegros», dijo antes de subrayar que fue la familia de Juan Carlos la que se ocupó de todas las gestiones en la búsqueda de su hijo: «Interpusieron habeas corpus, fueron a todas las comisarías, fueron a la ciudad de La Plata, fueron extorsionados por personal de seguridad pidiéndoles dinero». Recién pudo saber dónde había estado secuestrado Juan Carlos «hace relativamente pocos años, de alguien que había estado en el mismo centro clandestino de detención».

Hugo Marini, sobreviviente, declaró en la audiencia 49 que en febrero de 1977 vio al «armenio, un muchacho de Mar del Plata, en la Comisaría 5ta» de La Plata. Contó que el propio Juan Carlos Abachian le dijo que había estado en Arana, de donde logró escaparse. Tras refugiarse en una casa donde «le dan de comer […] a la noche siguiente vienen unos autos […] cuando se bajan estaban con armas, le disparan y lo hieren en una pierna. De hecho, cuando lo veo en la 5ta tenía heridas cicatrizando», sostuvo Marini.

«Nos contó que tenía una hija chiquita que se llamaba Rosario, que tenia 6 u 8 meses. No me acuerdo muy bien», agregó Marini.

Tras el secuestro de Juan Carlos, la bebita, Rosario, estuvo un tiempo al cuidado de sus suegros, hasta que su madre se la llevó a Montevideo, adonde había escapado junto a su hermana.

En busca de Juan Carlos y también de ella, las fuerzas represoras allanaron once veces la casa de sus suegros y también de sus padres. «Inclusive allanaron la casa de mi abuela en Buenos Aires», aseguró.

Durante ocho años, Mercedes y su hija estuvieron en España sin documentación alguna. «El exilio es un desarraigo enorme», dijo con pesar el martes.

Al concluir su testimonio pidió leer unas palabras: «Está aquí la voz de los desaparecidos, en nombre de ellos y con humildad pido que a los perpetradores de crímenes contra la humanidad, a los violadores de los derechos humanos, y a todos sus cómplices, a los responsables de los campos de detención que se juzgan en esta sala que no tuvieron otro fin que la muerte y que no se detenían ni ante los niños, se les aplique como no me cabe duda que lo harán todo el rigor de las leyes nacionales e internacionales que condenan los delitos inhumanos», y pidió que «este proceso judicial sirva como reparación a nuestros compañeros, sus familias, amigos y a todos los que les desaparecieron su futuro».

Rosario, la hija de Juan Carlos y Mercedes

Con un claro acento español, Rosario Abachian, criada en ese país, contó que gracias a los Juicios por la Verdad y otros juicios, como el llamado Circuito Camps, «pude hacerme un retrato de mi padre y de las circunstancias en las que estaba en esos centros de detención».

Sobre el secuestro y desaparición de su padre, dijo que ha sido «un dolor muy grande»: «Creo que el duelo es distinto para mi abuela o mi madre al duelo de los hijos […] ese dolor no se va ni esa sensación de ausencia permanente», dijo al tribunal.

España, «un ejercicio de olvido»

«Aunque hayan pasado 45 años, sigue teniendo su impacto en nuestras vidas», sostuvo Rosario Abachian, que se declaró «agradecida» por «poder aportar algo a este proceso judicial que busca establecer justicia y memoria».

«Me gustaría no estar aquí, pero una vez que pasó el terrorismo de Estado me parece importante señalar que vivo en un país donde no se ha juzgado ninguno de los crímenes contra la humanidad que se provocaron aquí durante la dictadura franquista [1939-1975]», afirmó.

En España «ha habido un ejercicio de olvido, y me parece que esto es reparador. No puedo evitar comparar estos procesos en Argentina. En España no hay justicia, memoria, ni verdad ni ninguna intención de reparar a las víctimas y sus familiares», sostuvo la testigo.

Finalmente, Marta Susana Abachian, hermana de Juan Carlos que por entonces tenía trece años, recordó el miedo de esos meses y lo que pudo saber sobre el destino de su hermano a través de juicios anteriores y testimonios de sobrevivientes.

El presente juicio por los delitos perpetrados en las Brigadas de la Policía bonaerense de Banfield, Quilmes y Lanús es resultado de tres causas unificadas en la 737/2013, con solo diecisiete imputados y apenas dos de ellos en la cárcel, Miguel Osvaldo Etchecolatz y Jorge Di Pasquale. El resto está cómodamente en sus casas ignorando las audiencias. El 21 de octubre, los abogados del policía retirado Miguel Ángel Ferreyro, denunciado por Nilda Eloy como el represor que la violó reiteradamente en la Brigada de Lanús, falleció, según informó su abogado defensor al tribunal, sin precisar los motivos. Murió impune.

El presente juicio oral y público comenzó el 27 de octubre de 2020 de forma virtual debido a la pandemia. Por esos tres CCD pasaron 442 víctimas tras el golpe cívico-militar del 24 de marzo de 1976, aunque algunas de ellas estuvieron secuestradas en la Brigada de Quilmes antes del golpe. Más de 450 testigos prestarán declaración en este juicio. El Tribunal Oral Federal Nº 1 de La Plata que lleva adelante este juicio está integrado, junto a Basílico, por los magistrados Esteban Rodríguez Eggers, Walter Venditti y Fernando Canero.

En esta etapa de juicios, que se hacen mediante plataformas virtuales, las audiencias pueden seguirse a través del canal de La Retaguardia TV o el Facebook de la Comisión Provincial por la Memoria.  Más información en el blog del Programa de Apoyo a Juicios de la UNLP. La próxima audiencia tendrá lugar el martes 7 de diciembre a las 9 hs.


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