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Javi Punga recargado

Turbo. Con ese vértigo nitrogenado viene atravesando esta temporada Javier Cereceda –aka Javi Punga, de 36 años–. Todo empezó con una ruptura. El año pasado se separó de su compañera, grabó dos discos (Éxitos de Oro y el EP El Rey) que subió a la web en Navidad y en el Día de Reyes respectivamente, y se fue a pasar el verano a Bariloche donde armó B.A.R.T: Banda Abierta de Rockeros Tranquis. «Delirábamos, pero se fue sumando gente», dice el cantante que ahora vive en el barrio porteño de Balvanera. Ese proyecto de comunidad musical e interpretativa donde tocaban canciones de Peligrosos Gorriones, Fun People y El Otro Yo tuvo algunas presentaciones en Capital y se fue desvaneciendo; aunque en el futuro mutaría a sello digital. De regreso de esas vacaciones «nucleares» colgó en Bandcamp algunos demos de composiciones que fueron saliendo, pero cuando nació la idea de juntar los últimos dos discos y editarlos físicamente con el nombre de Turbo, los eliminó.

«Volví a mis raíces, a la música que hacía más de adolescente pero con la mirada de adulto»

«Lo que más me gusta de hacer música es la parte grupal», dice Punga refiriéndose a su banda que está conformada por Luís Rodríguez en bajo, Adrián Soto en teclados y Catalina Croci en batería. «Me re va el formato banda», refuerza. Con este ensamble el músico consolidó un sonido intenso y rockero. Así suena Turbo, un disco directo que tiene edición física en CD –con tres diseños diferentes–, en casetes –reciclados y que el mismo Javier regrabó– y también está disponible en Spotify.

¿Por qué la decisión de juntar los dos discos?

Porque en realidad se grabaron en un mismo proceso. Son los mimos productores, los mismos que mezclan. Decidí presentarlo en dos entregas porque por un lado está lo que tocamos ahora, las canciones nuevas, y por otro, los temas clásicos que ya pertenecen a nuestro repertorio, pero en una versión actual, de cómo están sonando con la banda ahora. Lo que tienen en común es la misma formación de gente y mantienen el mismo hilo sonoro. Si bien El Rey tiene más post producción porque tiene guitarras sobregrabadas y es más eléctrico, es parte de lo mismo.

¿Qué te aportó esta formación de banda?

Lo que yo siento es que el grupo humano funciona muy bien. Tenemos una cosa muy empática y trabajamos muy profesionalmente. Tenemos constancia y estamos muy enfocados en los temas, en cómo los estamos haciendo. Hay un grado de búsqueda en la interpretación. Al principio, cuando empecé a tocar era solista y se empezó a sumar gente porque le gustaban las canciones. Hacía canciones simples para que cualquiera pudiera tocarlas. Hacía como un bucle de notas, con detalles y variaciones en la melodía, pero que cualquiera que se sentara las pudiera hacer, medio derechito. Y ahora la búsqueda de estos últimos años tiene que ver con la experimentación, con hacer música no tan lineal o predecible. Búsquedas melódicas y de otras afinaciones, cambié las afinaciones de mis guitarras por empezar. Volví a mis raíces, a la música que hacía más de adolescente pero con la mirada de adulto y con todo un aprendizaje de producción y ejecución del instrumento.

¿Qué fue lo que te llevó a volver a experimentar?

Hace un par de años fui a tocar a Paraná , Entre Ríos, y conocí a un pibe que toca el sitar y me enseñó el tambura, que es el apoyo rítmico. Me explicó cómo era la afinación y traduje eso en mi guitarra. A partir de ahí compuse cosas nuevas y me animé a tocar la batería. Antes tenía la limitación de decir «toco pero con bases que armo con la computadora». Me di cuenta que los ritmos que hago son más fluidos que los que programo. Ahora hay otro tipo de toque de batería. Y Cata es bien Laptra tocando, es más kraut rock, es como derechita, prolija.

Están tocando poco, ¿por?

Estamos tocando más preciso, menos cantidad de veces pero en lugares más preparados. Eso cuida un poco más el repertorio. Tiene que ver con una cuestión de crecimiento profesional, con cuidar las canciones, su ejecución, respetar cómo son esas canciones. Ahora tienen muchos arreglos, necesitan ensayo, tenemos un sonido más pulido. Yo he ido a tocar sin mi guitarra y que me presten una. Hasta que un día decís “sí o sí con mi guitarra”, porque es la que suena cómo yo quiero que suene. Y todos esos pequeños pasos te van llevando.

El Rey está dedicado a El Mató, ¿por qué?

Va dedicado a los amigos. Respecto a El Mató, hay una frase en “El rey” que es un tema muy El Mató. Las influencias son recíprocas. Es un disco dedicado a Laptra, a los amigos. Hay frases que giran en torno a eso.

¿Te sentís parte de una generación de músicos que está encabezada por El Mató?

Me parece que coincidimos todos en que formo parte de eso. Es lo que soy. Me crié en ese contexto, hice cosas por ese contexto. Es de donde vengo. Desde un principio creíamos que estábamos haciendo algo bueno. Cuando yo veía a El Mató cuando no eran tan conocidos decía “esta banda es la mejor”. Lo mismo con los Faunos cuando grabaron el primer disco. Y antes con bandas como Kevin o Aneurisma. Yo creía firmemente en esa música.