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Chico Ninguno: sin disfraz

«A veces me pone triste llegar solo a tocar», confiesa Santiago Alcaráz, alias Chico Ninguno. «Me pone triste llegar solo e irme solo de un lugar», insiste, y sus palabras despiertan resonancias de llaneros solitarios como Atahualpa Yupanqui o Hank Williams cuando enfrentaban solos, guitarra en mano, a un público ávido de distraerse con los pesares ajenos. La puesta en escena es otra. Chico ninguno, cultor del tecno-pop, parece menos un cantor de distancias y más un científico de garage -teclado y Mac unidos en una trama de luces de colores que resaltan los volúmenes que forma la máquina de humo-, pero el encierro para componer y el tono reflexivo lo sitúan en ese sector de la canción donde el canto es siempre, ante todo, un autorretrato: «Siento que mis canciones tienen poderes premonitorios, que anuncian cosas que me pasan por dentro antes de que mi yo consciente se haga cargo», dice.

«Es feo encontrarse con el discurso de que la música electrónica no es música, y eso es algo que aquí en La Plata suele encontrarse»

El pasado 24 de septiembre Chico Ninguno publicó, como cierre de dos años de trabajo en solitario, En este y otros mundos, disco de pedigrí tecno y abolengo noventoso, sexto en su carrera y primera pieza de una trilogía que, según anuncia, «compensará» tanta electrónica en una pronta entrega grabada con banda completa, más rockera. «La única premisa tal vez sea la de lograr una canción que me conmueva y que transmita algo hacia afuera», comenta.

Hiciste el disco solo, desde la composición y la grabación de todos los instrumentos, hasta la mezcla y la masterización. ¿Por qué esa decisión?

No fue una decisión, es lo que suelo hacer en general ¿Por qué?, no sabría exactamente. Como trabajo en mi casa, supongo que si tuviera televisión estaría mirando la tele. Pero no, no tengo televisión, tengo cuatro computadoras y un par de monitores, un sampler, controladores y algunas ideas. Eso es todo. Me gusta trabajar de ese modo. A veces me sorprendo a mí mismo de los resultados que puedo lograr con el sonido en condiciones un tanto «poco fiables», por no contar con un estudio profesional y las herramientas que eso implicaría. Aún así, me siento súper conforme desde mi primer disco con los resultados sonoros.

Portada de "Un nuevo lugar"
Portada de «En este y otros mundos»

El sonido de este disco recupera el pasado reciente de la electrónica: synthpop y tecno de sabor noventoso, que se refuerza con conceptos new age -con versos como «No tengas miedo de volver, no sientas miedo de creer» o «Es más rápido creer que ver»-. Es decir, hay algo que parece ser más simple y luminoso que en tus producciones anteriores.

Me siento muy feliz con las letras, disfruto mucho cantarlas. En la canción «Un nuevo lugar», por ejemplo, hay algo hasta religioso, es una letra muy positiva y hasta me sorprende que haya salido de alguien como yo (risas). Posta, suelo ser más oscuro. Y ya te digo, dentro de ese poder premonitorio que creo que tienen mis canciones, espero que venga una etapa más luminosa. No es que la esté pasando mal, no soy un tipo súper depresivo, pero sí soy un tipo súper sensible. Me cuestiono muchas cosas en mi vida, cosas que veo del mundo. Tal vez el principio de la contradicción es ese, tal vez estoy buscando la superación, en varios planos, y obviamente, el plano artístico lo refleja de un modo claro. A nivel musical, creo que la música de Chico Ninguno recupera muchas influencias. Obviamente hace homenaje a varias cosas que me gustan, pero no copio nada, simplemente dejo que fluya. Crecí en los 80 y 90, supongo que eso explica muchas cosas. Lo que seguro no puedo hacer es traicionar esas raíces y enmascararlas en otras cosas.

En medio del auge del EP decidís publicar una trilogía, ¿por qué trabajar en algo de tanta dimensión? ¿hay público para eso?

La trilogía es casi un chiste conceptual, un poco de grandilocuencia para presentar cosas bien diferentes. Tengo varios proyectos paralelos y me gustaba la idea de que no fueran cosas separadas. El segundo disco ya está en proceso y no creo que supere las siete canciones. Lo estoy produciendo con un gran amigo en Buenos Aires, Simón Fratantueno, la persona que me enseñó el ABC de la electrónica. Y para el cierre de la trilogía quiero probar un motor más real, más tocado. Ya estuve hablando con los músicos que me gustaría que formen parte. Todavía no me animo a decirlo, pero será un combo bastante rockero. Por otro lado, si me guiara por el auge de las cosas, o lo que está de moda, tendría que cantar reggaeton o hacer rap, o no sé, mirar televisión y creer que lo más grande del mundo son las marcas. Y no, no pienso así. Creo en el mundo que no aparece a tope de nada, me manejo en esas sombras.

Aparece a veces la idea de que en La Plata la electrónica en formato canción siempre tuvo músicos de peso, ¿creés que es así?

Sí, aunque hoy por hoy no veo tantos y tampoco sé si considerarme yo como uno de ellos. Tal vez Toto [el ex cantante de Adicta fallecido hace unos meses] fue el último gran referente, una gran tristeza. Después de él y varios otros grandes, me gustaría pensar que estoy yo, aunque eso queda en el marco del deseo. La Plata tiene un movimiento muy rico, pero no siempre está generando cosas que me interesen. Hay mil lugares para tomar cerveza, pero no dejo de ver a la ciudad como algo un tanto lúgubre, una sucesión de cosas que se repiten una y otra vez y que nadie pareciera querer interceder, o a nadie parece molestarle. Bueno a mí, un poco me gustaría tratar de hacer las cosas de un modo diferente.

¿Cuáles crees que son los desafíos de hacer electrónica en esta ciudad y en la Argentina?

Veo muchos desafíos. Todavía se ve a la música electrónica como algo “nuevo”. Es feo encontrarse con el discurso de que la música electrónica no es música, y eso es algo que aquí suele encontrarse. Al igual que en los ochentas, pareciera que nada ha cambiado desde la época de Virus y todavía hay mucha gente que supuestamente está relacionada con el rock pero se niega a cambiar. Tampoco creo que ese discurso circule sólo acá. Me parece que es una ciudad que maneja cierta libertad pero llega un punto que tiene un techo y hay que cruzar el portal y hacer cosas en otro lado. Por momentos pasa a ser parte del Conurbano. Este año me lo pasé yendo a capital, y veo a La Plata como parte del Conurbano. Me gusta vivir acá, vivo en un barrio y me encanta caminar por la ciudad. Esa es una ventaja, pero estar lejos y la repetición de caras y actividades es un tanto claustrofóbica.

Acabás de publicar tu disco número seis, un número interesante ¿Podrás mirar hacia atrás y hacer una breve evaluación de tu carrera?

Es difícil evaluar una trayectoria en pleno proceso, pero creo que he hecho mucho, no sólo a nivel musical. A veces siento que no soy lo suficientemente reconocido, pero no sé si se trata de una cuestión más psicológica, de mi mente, que real. No me tiembla el pulso por faltar a la humildad y decir que me gustaría ser más reconocido, pero sé que no lo soy. A veces tampoco entiendo del todo el impacto real de mi música o de los eventos que con los años he ido organizando. Siento que no tengo por qué detenerme, pase lo que me pase, y creo que eso es algo bueno. La música me mantiene vivo más allá de todo, y seguramente me mantendrá vivo aún después de muerto.

* El viernes 9 de octubre Chico Ninguno toca en Niceto Lado B en el marco de la presentación oficial de su sello, Central Eléctrica Discos