Por Roberto Álvarez Mur
El sociólogo y economista Bernardo Kliksberg recibió ayer el título de Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional de La Plata. El especialista reconocido a nivel internacional, y conductor del ciclo El Informe Kliksberg de canal Encuentro, fue galardonado en la sede de la Facultad de Ciencias Económicas, donde se hizo presente el vicepresidente de la UNLP, Fernando Tauber, el decano de la casa de estudios, Martín López Armengol, entre otras autoridades. En la antesala de la ceremonia, Kliksberg conversó con Contexto sobre su visión de la coyuntura actual nacional e internacional, el nacimiento de nuevas formas de encarar la política y la necesidad de entender la economía como un territorio de valores, compromiso social y lucha por los derechos de los pueblos.
– Una idea presente en su obra es pensar lo económico directamente ligado a lo ético, discutiendo las posturas más ortodoxas del mercado. ¿Cómo se traduce esto a la realidad argentina y dónde debe estar focalizada esa ética?
– La idea es releer la economía y la gestión desde la perspectiva de la ética. Cuando eso se hace, surgen discusiones por demás importantes, como es la responsabilidad social de las políticas públicas, la responsabilidad social del sector privado, la participación de la población como un derecho al desarrollo, que no se forja de manera exclusiva de arriba hacia abajo sino de abajo hacia arriba, el desarrollo del capital social. Todo ese tipo de criterios se están enseñando a través de programas académicos que he creado y que tienen un potencial muy fuerte en la Universidad Nacional de La Plata. La investigación, por ejemplo, tiene que apelar a una agenda prioritaria para el pueblo y junto con el pueblo. Debe concebir una dinámica participativa, enfoncada en los problemas más importantes de la gente.
– Sus ideas apelan a un sentido de la economía entendida desde los intereses populares, de las necesidades del pueblo. ¿Desde dónde se construye ese criterio y cómo se profundiza?
– Considero que las Universidades son los lugares más plenos en términos de capital social. Y ese capital social es un “recurso blando” que la economía ortodoxa desconoce. Y es precisamente lo más importante, ya que desde allí se construyen valores éticos, compromiso social, capacidad de relacionamiento mutuo, confianza de uno en el otro. Todo eso es capital social, y aquí se ha demostrado que es lo que más influye en la vida de un país.
«las universidades son los lugares más plenos en términos de capital social. Y ese capital social es un ‘recurso blando’ que la economía ortodoxa desconoce. Y es precisamente lo más importante.»
– ¿Por qué cree que el espacio académico es propicio para esas discusiones?
– La Universidad argentina, por ejemplo, está caracterizada por esa plataforma excepcional que significó la Reforma de 1918. La Universidad pública es ya casi una bisnieta de ese proceso. Ya durante las dictaduras las Universidades fueron el reducto máximo de resistencia. Sólo a sangre y fuego pudo irrumpir allí el poder en el ’66 con Onganía, y así lo demuestra la Noche de los Bastones Largos. La masa crítica de nuestras Universidades ha demostrado su postura histórica frente a lo que encarnaron los golpes militares. Todo ese pasado llena de mérito a la Universidad argentina como cuna de valores. Aún falta mucho para seguir convirtiendo a la institución en un espacio modelo no sólo hacia adentro, sino también en medio del pueblo, de la sociedad, junto a la comunidad.
– Ya en el plano de la coyuntura actual, ¿en qué realidades sociales ve reflejado un fruto de ese criterio económico en nuestro país?
– En un libro mío publicado he señalado que el mayor programa social de la Argentina es la Asignación Universal por Hijo, al cual el Estado argentino destina un porcentaje considerable de su Producto Bruto Interno. Es el programa más exitoso que yo haya visto. Entregarle a la madre de una familia pobre, o de bajos recursos, una cuota de modo bancarizado, sin ningún intermediario, sin corrupción ni clientelismo, ha superado todo lo que se podría haber esperado
– En el plano internacional, ¿qué observaciones tiene sobre la crítica situación que atraviesan los miles de refugiados que han ingresado a Europa en los últimos meses?
– Hay que recordar que toda esta gente ha sido arrojada a esta situación por la manipulación y los cálculos geopolíticos, por el trabajo de las multinacionales que se han encargado de empobrecer a África en esta etapa actual. Todos estos factores generaron que la gente caiga en una miseria absoluta y se fuera de un momento para otro a salvar su vida. Estamos frente a una catástrofe social que está siendo tratada con un egoísmo y una cuota de xenofobia que no se puede entender. La imagen del niño Aylan Kurdi va a quedar como la imagen de uno de los momentos de mayor crueldad del género humano. Espero que salgamos adelante entre quienes somos personas de bien, como es el caso de los latinoamericanos, que somos totalmente abiertos a los movimientos migratorios.