Por Néstor Piccone
Nada grande se puede hacer sin alegría, nos quieren tristes para que nos sintamos vencidos.
Arturo Jauretche
El Gobierno encabezado por el empresario multinacional Mauricio Macri reaccionó con rapidez frente la denuncia de las organizaciones de la Coalición por una Comunicación Democrática en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la OEA. De apuro, provocó una sesión especial en la Cámara de Diputados de la Nación para llevar a la audiencia del 8 de abril un respaldo parlamentario.
Pidió que le aprobaran sólo el DNU 267, por el que el día 29 de diciembre de 2015 impuso la creación del ENACOM.
Además, buscó y logró que los diputados le «soliciten» al Poder Ejecutivo que instruya a la Comisión para que elabore el Proyecto de Ley de Reforma, Actualización y Unificación de las leyes 26.522 de Servicios de Comunicación Audiovisual y 27.078 de Argentina Digital.
En un trámite exprés con un manejo político digno de las mejores causas, el macrismo impuso una votación a mano alzada que dejó descolocados a los diputados del FpV. Esta votación impidió que se conocieran los votos de uno y otro lado, cuestión que permitirá denunciar públicamente los manejos autoritarios de Emilio Monzó, presidente de la Cámara.
Como dato alentador, la sesión dejó un saldo positivo para la pelea que venimos dando desde la Coalición. Marcos Cleri pidió que se incluya en el debate el comunicado de la Coalición. Eduardo Seminara y Liliana Mazzure citaron también la gestación de la Ley reivindicando la participación social en su elaboración. Libres del Sur, Progresistas, Socialistas y hasta el bloque que encabeza Diego Bossio decidieron no apoyar la iniciativa gubernamental.
Y fueron varios oradores del oficialismo que reivindicaron la participación social que gestó la Ley 26.522 y que se comprometieron a realizar un amplio y participativo debate de lo que aparece como una futura Ley.
«Los pueblos deprimidos no vencen ni en el laboratorio ni en las disputas económicas», decía Jauretche. Detrás de esta lucha que fue, es y será larga, son muchas las alternativas que implicaron avances y retrocesos. Así padecimos las privatizaciones de los noventa, la autorización a la fusión de Cablevisión y Multicanal o los errores en al aplicación de la Ley, pero también logramos instalar el debate sobre la necesidad de una Ley de Medios. Los grupos mediáticos, hasta 2009, se signaron bajo el lema “La mejor ley es la que no existe”.
Iluminamos el 33% de reserva de espectro para las organizaciones sin fines de lucro, cuando por el decreto-ley de la dictadura y hasta 2009 las cooperativas tenían limitado el acceso a los medios audiovisuales. Y hay mucho más que ayer fue reivindicado.
Por eso debemos seguir peleando, sabiendo que el camino es adverso, pero la CCD es la única organización no oficialista que obligó al Gobierno de Macri a dar cuenta de su política en la mismísima Washington.
Apelando a la creatividad y a la unidad, son muchas más las herramientas que tenemos para seguir dando la batalla cultural.
La CCD resolvió en diciembre que para esta etapa no alcanza con el FpV, que tenemos que ensanchar alianzas y ese camino sigue siendo válido.
Vamos a Washington a desnudar al Gobierno por la violación del derecho humano a la comunicación.
Por eso venimos a combatir alegremente, seguros de nuestro destino y sabiéndonos vencedores a corto o largo plazo. Decir que el Gobierno logró la derogación de la Ley de Medios es hacerle el caldo gordo y faltar a la verdad.
Sigamos acumulando fuerza sin sectarismo, lleguemos hasta el mismo Papa Francisco, si podemos, sabiendo que Bergoglio alguna vez apoyó la gestación y promulgación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.
No bajemos los brazos. Difundamos por todos los medios la audiencia del viernes 8 de abril. A las diez de la mañana, todos en Washington.