Hasta que apareció Reno González, la continuidad del grunge había sido un fracaso de la nostalgia. La sensibilidad de los recreadores del género parecía desconocer el núcleo duro de ruido y desilusión en favor de la versión light de MTV. Reno lo entendió siempre bien y lo entendió muchas veces. Y una vez más. En este caso con la Agrupación Musical Ayrton Senna, proyecto que comparte junto a Federico Santa Ana y Juan Pablo Menchón. Este disco de ocho canciones presenta un power trío con aspiraciones distintas a las de sus producciones junto a los Castores Cósmicos o sus incursiones solistas: el recurso folk parece agotado y el abastecimiento creativo proviene sin dudas de la estetización de la rabia, del ritmo y del oficio.
La referencia, otra vez, es el grunge. Aunque vale señalar que ese género fue un movimiento de grandes cantantes (Arm, Cornell, Kobain, Vedder, Weiland, Wood) y aquí el tonelaje vocal no está claro. Reno sobresale como guitarrista; sus ocurrencias para elaborar texturas del noise, del shoegaze y de todos sus primos sonoros son interminables. Sabe sostener el ritmo y la tensión y es diestro en climas, pero el tiroteo constante a la afinación vocal le quita peso. Su forma de cantar se nutre de recursos de las artes escénicas y performáticas, pero en la batalla contra las convenciones musicales no siempre sale airoso. Los paisajes instrumentales, en cambio, todos ellos, son admirables y conmovedores.