Un día antes del primer aniversario del golpe de Estado que la destituyó de la presidencia de Brasil, Dilma Rousseff fue reconocida en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) con el Premio Rodolfo Walsh de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social.
La decana de esa unidad académica, Florencia Saintout, explicó que “no es un premio neutral, es un premio que toma posición, que está ubicado del lado de los que luchan y no de los que lloran”.
En este marco, Saintouit resaltó “la valentía” de Rousseff al “enfrentar los costos de estar del lado de los pobres del mundo, de los condenados de la tierra, de los humildes”, y su ejemplo al seguir de pie “luchando y defendido siempre un Brasil y una Patria Grande y soberana con inclusión social, libertad política, igualdad y dignidad”.
“Qué mejor política de comunicación puede existir que sacar a 36 millones de personas de la pobreza y crear 20 millones de puestos de trabajo. El que no tiene hambre, el que tiene trabajo y casa, el que puede sonreír, puede contar su historia, informar y recibir información, decir de qué se trata este mundo que a veces parece estar al revés”, remarcó la decana.
La entrega del máximo galardón de Periodismo, que ya lo recibieron otros presidentes latinoamericanos como Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa y Cristina Fernández de Kirchner, se realizó ayer ante más de 3.000 personas en el Polideportivo de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.
“Este premio es para usted, Dilma, que ha sufrido el dolor insoportable de la tortura, que ha luchado contra la enfermedad y la ha vencido, que ha sufrido hace un año esa farsa política, jurídica y mediática que tuvo el delirio de pensar que 61 votos (parlamentarios) pueden valer más que 54 millones de votos del pueblo”, señaló Saintout en alusión a un golpe al que calificó de “clasista, racista y misógino”.
Durante su discurso, Rousseff dijo sentirse honrada de recibir la distinción de parte de una decana que representa “la capacidad de no callarse y de resistir pase lo que pase”, en una ciudad y una Universidad pública que formó a Cristina Fernández de Kirchner, “una gran líder política latinoamericana a la que considero mi amiga”.
La ex presidenta hizo un repaso de las conquistas de los tres gobiernos del Partido de los Trabajadores (PT), a partir del triunfo de Luiz Inácio Lula da Silva en 2003, cuando se empezó a combatir la profunda desigualdad arrastrada desde la dictadura que azotó al país entre 1964 y 1985.
“Surgieron gobiernos populares en casi toda América Latina, que nadando a contracorriente abandonaron el pensamiento dominante y osaron ser inclusivos. Probaron que era posible crecer, tener desarrollo económico y reducir las desigualdades de forma masiva en la población”, sostuvo, y destacó “el importantísimo” proceso de integración regional que se dio simultáneamente para construir una Patria Grande por “fuera del recetario neoliberal”.
Rousseff lo consideró uno de los principales motivos del golpe encabezado por Michel Temer el 12 de mayo de 2016, junto a sectores políticos, mediáticos, económicos y financieros: “Ellos sabían que por medios democráticos no conseguirían aplicar en Brasil un programa neoliberal, como lo están haciendo hoy”.
En este sentido, puso como ejemplo la enmienda constitucional aprobada a fines del año pasado, que congeló el gasto público por veinte años; así como la reforma laboral y previsional resistida por todos los trabajadores del país, que el 28 de abril fueron a la primera huelga general en once años.
Pero Rousseff no sólo advirtió sobre la destrucción de derechos y conquistas sociales, también denunció que está en marcha una “segunda etapa de golpe”, que tiene que ver con “impedir” que Lula da Silva participe de las elecciones de 2018. El ex mandatario es el candidato con mayor intención de voto, mientras que el Gobierno de Temer acumula un 71% de rechazo y sólo un 2% estaría dispuesto a elegirlo en los próximos comicios.
Por eso mismo, Lula sufre una dura persecución judicial azuzada por los mismos medios hegemónicos que propiciaron el golpe contra Dilma, entre ellos los de O Globo. “Los que juzgan son los medios controlados por cuatro familias. La Justicia siempre está en última instancia”, subrayó ayer la ex presidenta.
Rousseff aseguró que no hay otro camino que “la lucha democrática” y la “capacidad de movilización” para derrotar a los golpistas: “Este desastre que ha ocurrido en Brasil debe superarse a través de un proceso de elecciones directas para presidente de la República, y para ello tenemos que contar con la fuerza de nuestro pueblo”.
Cerró su discurso pidiendo la libertad de Milagro Sala, presa política del presidente Mauricio Macri y del gobernador jujeño Gerardo Morales desde hace más de un año, lo que desató una fuerte ovación del público.
Otro de los momentos emotivos del acto fue cuando Dilma se colocó sobre la cabeza el pañuelo blanco de las Madres de Plaza de Mayo. “Es el abrazo de los 30.000 desaparecidos, revolucionarios, hombres y mujeres combatientes que dieron su vida por la patria”, dijo Hebe de Bonafini al entregárselo durante el acto.
Las acompañaron sobre el escenario el secretario ejecutivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), Pablo Gentili, y la ex ministra de Asuntos de la Mujer de Brasil, Eleonora Menicucci, quien minutos antes había integrado uno de los paneles del Encuentro Internacional por la Emancipación de las Mujeres, organizado por la Facultad de Periodismo.