Por Héctor Bernardo
“No hay revolución perpetua. Las revoluciones son por oleadas. Una oleada y otra oleada. La segunda avanza más allá de la primera, y la tercera más allá de la segunda”, aseguró en varias conferencias el vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Álvaro García Linera.
El 5 de noviembre de 2005, los presidentes de Argentina, Néstor Kirchner, de Venezuela, Hugo Chávez, y de Brasil, Luiz Inacio “Lula” da Silva, pusieron un freno histórico al avance del proyecto neoliberal impulsado por el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, y le dijeron «No» al proyecto que impulsaba un Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA). El comandante Chávez, en un acto que quedaría marcado en la memoria de los pueblos, en el estadio de Mar del Plata, acuño la frase: “ALCA, ALCA, ¡al carajo!”, y Kirchner le dijo en la cara al presidente norteamericano “No nos vengan a patotear”.
Ese día se dio un gran impulso a una oleada de transformaciones profundas, de reivindicación de la soberanía, de restitución de derechos fundamentales para los sectores más desposeídos. Oleada que duró más de una década.
Con la lógica de las marejadas, la ola hoy comenzó a retroceder y, en algunos casos, esos procesos se vieron truncos. En Argentina asumió Mauricio Macri y en Brasil un golpe parlamentario puso a Michel Temer en el poder, y Venezuela está bajo un ataque permanente. A pesar del avance neoliberal, el “No al ALCA” está en la memoria de los pueblos y, cuando llegue la nueva oleada, avanzará más que la primera.
En diálogo con Contexto, el profesor de Historia de América Latina y analista político, Carlos Ciappina, señaló: “El No al ALCA significó una de las manifestaciones políticas más relevantes a nivel latinoamericano. La decisión de Lula, Chávez y Néstor Kirchner de frenar el Tratado de Libre Comercio que venía a imponer el presidente Bush tuvo múltiples significados. Por un lado, desmanteló esa propuesta nefasta, que era parte de la estrategia de integración colonial que tenía Estados Unidos. Por otro lado, le mostró al resto de los países de la región que era posible que Latinoamérica tuviera una política exterior por fuera y más allá de las tradicionales operaciones de la OEA y el panamericanismo más burdo”.
“El No al ALCA es el origen de toda una estrategia continental que después parió el ALBA, fortaleció el Mercosur, impulsó la Unasur y la Celac. Toda una serie de mecanismos que en todos los casos tenían una característica: resistían a la presión norteamericana y se planteaban como contrapoder frente a Estados Unidos”, afirmó.
Por último, Ciappina aseguró: “Hoy estamos en una coyuntura de retorno neoliberal en los mismos países que se plantaron frente al ALCA. En Brasil destituyeron a Dilma y al Partido de los Trabajadores, en Argentina Macri llegó al Gobierno, y en Venezuela el presidente Nicolás Maduro está luchando minuto a minuto contra la arremetida de una derecha brutal y golpista. Sin embargo, el No al ALCA deja la esperanza de volver a reconfigurar esa experiencia de resistencia común al modelo neoliberal”.