Día a día aparecen más elementos que comprometen al expresidente Mauricio Macri en la causa por el contrabando de armas realizado durante su gestión para colaborar en la represión del gobierno golpista de Jeanine Áñez, en Bolivia.
El embajador argentino en Bolivia, Ariel Basteiro, habló con Contexto sobre el avance de las investigaciones, el rol regional que tuvo el golpe de 2019 y los motivos que llevaron a la derecha a elegir la estrategia golpista.
¿Cómo está la situación respecto del envío de armas del Gobierno de Macri?
Cada día aparecen más pruebas sobre el contrabando de armas. Cada día aparecen más testigos, más involucrados, más documentos, más testimonios que les hace muy difícil el panorama a Patricia Bullrich, a Macri, a los ministros, al exembajador (Normando Álvarez García) y a las autoridades de la Gendarmería.
En una causa de este tipo, nunca hubo tantas pruebas y tanta documentación contra los acusados. En el contrabando de armas está involucrado Macri y medio Gabinete. Es un escándalo enorme. El caso salió a la luz hace un mes y, en ese corto tiempo, se juntó una gran cantidad de documentación y elementos suficientes para imputarlos en la Justicia argentina y en la boliviana. Los Gobiernos de los dos países ya están cursando notas oficiales para el intercambio de información sobre este tema, y los Tribunales también.
Mientras tanto, Macri y sus exfuncionarios siguen negando todo.
Es lógico que ellos nieguen su responsabilidad, porque de otra manera terminarían presos más rápido de lo que puede tardar normalmente un proceso judicial como este.
La realidad es que cada día surgen más pruebas. Además de los elementos que aparecieron en los depósitos de la Policía y de la carta del ex general de las Fuerza Aérea, Jorge Terceros Lara, se ha encontrado un remito firmado por el suboficial que dio el ingreso a los galpones de la Fuerza Aérea boliviana a los 40.000 cartuchos que agradeció en la carta Terceros Lara.
Hay notas de reuniones que se hicieron en Bolivia en las que la Policía boliviana les reclamaba a varios países que le envíen este tipo de material para la represión. Lo cual también demuestra que hubo una planificación de los gobiernos de derecha para colaborar con el golpe de Áñez.
¿También se ha comprobado el origen de ese material?
Ya se sabe que el armamento que apareció en Bolivia es parte de lo que había adquirido Argentina antes de la Cumbre del G20 y que el Gobierno de Macri había adquirido supuestamente para proteger esa cumbre.
¿Cree que se trató de un plan regional?
Es un tema claramente regional. Buscaron ponerse en gendarmes de los intereses de Estados Unidos.
Recordemos que, en noviembre de 2019, Venezuela era atacada y desestabilizada abiertamente. El único presidente que tenía gobernabilidad era Evo Morales. En la región habían logrado quitar algunos gobiernos mediante golpes parlamentarios, pero en Bolivia eso no se podía hacer porque el MAS tenía mayoría en las dos Cámaras. Intentaron vencerlo en las elecciones y tampoco pudieron, porque Evo superó los cuarenta puntos y sacó más de diez de diferencia con el segundo, que era lo que planteaba la Constitución. Intentaron, como en otros países, dividir al presidente y al vicepresidente, fracasaron en eso también. En otros gobiernos pudieron poner un «topo», como en Ecuador con Lenín Moreno, pero en Bolivia no lo pudieron hacer. Entonces fueron por el golpe clásico, con los militares pidiendo la renuncia del presidente.
Detrás claro que están los sectores del poder más concentrado. El interés por el litio tiene mucha relevancia. Fue muy clara la participación del embajador británico. Eso también se vio muy reflejado después del golpe, cuando el embajador británico era prácticamente el que organizaba seminarios para que vengan inversiones británicas a Uyuni. Por eso no cabe dudas de que Estados Unidos, algunos gobiernos europeos y, fundamentalmente, la derecha regional jugaron un papel clave en el golpe.