Por Héctor Bernardo
Luego de las idas y vueltas en el Parlamento, el movimiento popular brasileño salió a la calle. La presidenta Dilma Rousseff aseguró: “Voy a luchar porque el pueblo brasileño merece respeto, consideración y la democracia que hemos logrado con tanto esfuerzo”.
El lunes, el presidente interino de la Cámara de Diputados de Brasil, Waldir Maranhão, anuló el proceso que terminó con la aprobación del jucio político a la presidenta Dilma Rousseff. Pocas horas más tarde, el presidente del Senado, Renán Calheiros, rechazó la decisión y anunció que el proceso seguía. Algunas horas después, Maranhão se retractó y revocó su propia decisión de anular lo actuado el 17 de abril.
En respuesta a estas idas y vueltas, los movimientos sociales decidieron salir a la calle y celebrar “El día de la lucha en defensa de la democracia y contra el golpe”.
CORTES DE RUTAS Y CALLES EN LAS CIUDADES MÁS IMPORTES, MILES DE MANIFESTANTES Y PROTESTAS EN DIVERSOS LUGARES FUERON LAS HERRAMIENTAS QUE LOS BRASILEROS ENCONTRARON PARA ENFRENTAR EL AVANCE DEL GOLPE PARLAMENTARIO.
En referencia al rol del Parlamento brasilero y la reacción de los sectores populares, Jorge Kreynnes, analista político internacional, aseguró: “Lo que hicieron en el Parlamento parece una gran payasada. Si no fuera tan grave, daría para la risa. El grado de corrupción, de falta de ideas y de irresponsabilidad que hay en el Congreso brasileño es tremendo. Es por eso que es tan importante que, además de una batalla política, esté saliendo a la calle el movimiento popular brasileño”.
“El movimiento popular brasileño estuvo ausente durante este último procesos y hoy recobra un papel importantísimo. Esto es una señal de las dificultades con que se puede llegar a encontrar un Gobierno golpista que se atreva a implementar políticas de ajuste como las que está aplicando Macri en Argentina”, detalló.
En ese camino resaltó la importancia de que existan “reservas de lucha” tanto para el caso de que se aplique o no el juicio político contra Dilma Rousseff. “En todos los terrenos posibles, es crucial que se produzca este tipo de movilización popular. Dado el grado de irresponsabilidad y de golpismo existente, se justifica que las acciones populares sean más enérgicas: que haya cortes de calles, cortes de rutas, movilizaciones campesinas».
«El grado de violencia política que implica el golpismo tiene que ser respondido de manera muy enérgica y combativa por los sectores populares.”
“No sabemos si las movilizaciones van a frenar el golpe, pero de lo que sí hay que estar seguro es que el movimiento popular se ha activado y esto ya será una característica permanente. Lamentablemente, este movimiento social había sido desactivado y evidentemente los procesos populares en América Latina no pueden subsistir al golpismo neoliberal y proimperialista sin este grado de protagonismo y acción popular”.
Por último, Kreynnes hizo una comparación entre la reacción popular en Brasil frente al golpe y la situación en Argentina. “Si registramos las movilizaciones que se han producido en Argentina el 9 de diciembre, el 24 de febrero, el 24 de marzo, el 13 de abril y el 29 de marzo, vemos que lograron debilitar severamente al macrismo y que en Argentina sigue habiendo un dinamismo social que da esperanza”.
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