Por Ramiro García Morete
“Mi lugar es la cocina/ Como toda buena mina tengo que ser femenina/ mantener una rutina que se apegue a tu doctrina/ yo quiero tomar vino en la esquina/ fumar faso todo el día/ serle fiel a mi vagina”. Melisa Lobos siempre soñó con tener una banda de cumbia. Cuando lo contaba, ya en el Polimodal de Esquel, “se me cagaban de risa”. A veces, la gente se ríe de aquello que no entiende. Otras, reacciona mucho peor aún. Pero no era broma para la niña nacida en Gobernador Costa pero que se crió en José de San Martín. Allí su tío -que además era su vecino- hacía sonar desde el minicomponente Philco la colección de Tropitronic a la par de discos de Gilda, Conejito Alejandro o Lía Crucet. Ya viviendo con sus abuelos legaría el amor por el folklore a través de Radio Nacional. Su madre -que “no canta ni el feliz cumpleaños- siempre la había incentivado con la música, por lo cual el Casio blanco con radio traído desde Chile serviría para las primeras clases de piano de la alumna que siempre hacían cantar en los actos escolares.
No fue chiste cuando Yoli Campos, de pasada al ensayo, anunció: “Acabo de comprar unas congas”. Casi una década atrás “Las Cholitas de Josefa” y “Tricotas” terminaban sus shows compartidos en peñas folklóricas fusionándose a pura cumbia. Se conocían casi todes desde el 2006, cuando ingresaron a Bellas Artes. Bastaron muy pocas charlas para acordar la idea de un proyecto conjunto y de la mano de enganchados que incluían “La pollera amarilla”, “No me arrepiento” o “amores como el nuestro”. No tardarían mucho en surgir canciones propias como “Amor a la galletita”, “Ingrata”, “tu hermana”, construyendo un repertorio que con ironía pero amor genuino buscaba resignificar el género. Con desprejuicio para fusionar teclados “villeros” o cadencias “santafecinas”, el concepto de “Cumbia desgenerada” (2016) iría mucho más allá de lo musical. La concepción feminista se ampliaría, profundizaría e incluiría todas las disidencias.
A la par de las luchas que coparon las calles y visibilizaron problemáticas históricas, la banda lograría un sonido más combativo y potente, sumando también recursos urbanos y electrónicos. No es casual que “Chongas” (2019) tenga una impronta más poderosa lírica y musicalmente, como tampoco lo es la cantidad de artistas invitades que corroboran el espíritu colectivo. El que se respira en la sala de 61, en las Festichonga y en un espectro que claramente supera a la banda y a lo musical. Como cuando un alumno de 5 años canta “Soy” porque de grande, dice, “quiero que me quieran por lo que soy”. “Una cachetada de cumbia”, definirá Melisa no sin pudor por la palabra cachetada. Pero quizá de eso se trate el arte: de resignificarlo todo. O la política. Para ellas ambas van de la mano. Y la cumbia es su lugar para cambiar el mundo, aquí y ahora: Cachitas Now.
“Entre los dos discos -analiza Lobos- hay una notable diferencia que tiene que ver con las deconstrucciones que tuvimos todes dentro de la banda. Todo el movimiento transfeminista que nos atravesó y que nos llevó a repensarlo tanto como banda como el mensaje que queríamos transmitir. Nuestro primer disco es un disco de cumbia de despechada de amor romántico, también pensado desde el humor y desde una manera de también desde la ironía apelar a eso no se dice”. La cantante ejemplifica con una canción de amor lésbico llamada “Tu hermana”. “Chonga es un disco contestatario. Un disco que surge con una necesidad de decir esto que estaba pasando dentro lo que nos atravesó”.
Musicalmente, reconoce: “Somos una manija del sonido. Laburamos mucho, se piensan mucho los arreglos musicales. Y apuntamos a que sea una cachetada de cumbia, resignificar la palabra. El disco es pensar en una explosión de cumbia, el disco es una fiesta”. Y anticipa: “Ahora que vamos a seguir produciendo temas. También estamos mutando la lógica, partiendo de las bases que aprendimos. Ya estamos ahorrando pasos. Cachitas es muy organizada y tenemos carpetas donde tenemos los datos de todos, desde que se manda a la prensa y qué se necesita para hacer un trámite. Y ahí tenemos una carpeta para las producciones, para ir viendo las letras”.
“La cumbia es transmitir alegría -define a la hora de explicar su pasión por el género-. Una manera de canalizar todo lo que te va sucediendo. Es una expresión popular, masiva. Después siempre están les elites o les jueces de la música. No hay género que no tenga un verdugo que lo critique. Me parece que es una expresión popular que supo sobrevivir y que justamente está bueno apropiarse de los géneros y transformarles hacia el mensaje que queremos dar. Cachitas empezó siendo una banda de mujeres y hoy es un colectivo de lesbianas, mujeres, varones cis y trans. Podemos pertenecer a la cumbia emergente porque somos una banda autogestiva y emergente, pero también nos consideramos dentro de la cumbia disidente no solo por quienes integramos la banda sino por lo que decimos también. Muchas de nosotras consideramos que es un espacio de militancia”.
Si bien la lucha ha avanzado, la realidad sigue siendo desesperante: en lo que va del año ya hubo 63 casos de femicidio en nuestro país. Lobos reflexiona primero sobre el panorama desde lo musical: “Ya generar que se haya aprobado la ley de cupo laboral músicas, tanto para festivales como cualquier evento es un gran avance en la búsqueda de la equidad. Pero es necesario incluir a las disidencias. Es un gobierno que está visibilizando, pero el cupo laboral debe ser de todes. Porque si bien se está buscando la ley de cupo trans la realidad es que a quien escapa a la norma hegemónica, cuando va a pedir laburo, cuesta que lo acepten. Sigue siendo un condicionamiento. Y es un bajón. Pero hay nuevos aires. La gestión anterior nos quiso cortar toda nuestra búsqueda de derechos. Y pienso que en meses se logró lo que en años anteriores estábamos reclamando”.
Cachitas Now son: Melisa Lobos (Voz), Tomás Llancafil Williams (Guitarra Eléctrica y Voz), Noelia Sinkunas (Teclados y Coros), Melisa Montejano (Bajo Eléctrico), Guadalupe Mambrin (Octapad), Jonas Gómez Dip (Güira) y Matías Rodríguez (Timbales).