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Carta soliloquio de una marica a otra

Por Flavio Rapisardi

En nuestra Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP y otras lo discutimos. No es lo mismo diversidad (celebración multicultural y siniestra que guetiza, etiqueta, te da una zona y un consumo propio), que disidencia, utilizado por grupos que se consideran radicalizados. Yo en particular, y después de años de lecturas laclausianas, no uso este término porque la pretendida radicalidad de l*s disidentes se resuelve en nichos y compartimientos estancos de mercados más o menos complejos (negocio y voluntad) que no contamina; por el contrario, mantiene el statu quo de cada cual a su juego, a ver si se cruza una mano, una mirada y… O “diferencia” como condición de reparación, como modo material de vivir discriminación y por lo tanto desigualdad.

Pedro es un cheto. Hijo de Opus Dei y marica. A tal punto que sus amig*s de clase en una fiesta en una quinta, y en nombre del Papa Francisco que entró al cono del silencio macrista, lo fajaron.

¡Lo recibió hasta la Presidenta Cristina! Pero quiero creer que lo hizo más en tono de demostrar a esta clase social de autoritarismo innegociable cuán lejos está el proyecto político nacional, popular y latinoamericano de inclusión de los tortazos a dos maricas, aunque sean acomodados y tan Opus. Porque, a decir verdad, lo que preocupa son los femicidios de chicas trans en provincias como Río Negro, para dar una muestra, o las patotas neonazis de la ciudad de los Havanna. Eso sí debería sentar al Ejecutivo en una mesa de foto y trabajo con estéticas más perturbadoras.

Y desde ese evento, Pedro, el de apellido craso, nada patricio, se dedicó a ser voz de la diversidad sexo-genérica-afectiva de la derecha macrista. Pobre pibe. Se comió más de una esquina con los dimes y diretes de MM, la cínica de Michetti y la cara de “te animo el cumpleaños y te vas a embolar” de Vidal.

¡Queridito!, antes de vos hay una historia que deberías haber leído, no para irte del PRO o dejar de ser un neoliberal-neoconservador –democracia funcionario–, sino para no caer en el ridículo, ¡fosa de la que no se vuelve! Pero, bueno, la derecha necesitaba un “diverso sexual” mostrable en términos de la estética más reaccionaria, el discurso más esquivo y la cara de piedra más criolla que los pebetes –los comestibles–. Y allá empezó a andar, montándose en nombre de un grupo sin rostros en cuanto programa, orga o mesa lo llamaran.

Y, como si fuera poco, fue con una amiguita a Cuba a montar un eventito de persecución. Pedro, si fueras una amenaza para nuestra querida Cuba, ya hace años la isla sería la mansión Trump. Los medios corporativos que son macrismo los sacudían ofendidos. Pena que no se juntó con Mariela Castro y le preguntó los avances en la isla en temas de derechos LGBTI. Claro, no fue a eso.

Ya lo sabemos: ser de izquierda no te inocula contra el machismo, ser indígena no te vacuna la homolesbotransfobia, ser marica no te hace desarrollista. Pero ¡vamos, che! Años de debates en el campo de los derechos humanos, su indivisibilidad, etcétera, no dejan lugar a duda política de que ser “el perseguido luchador” que raja gente (35 jóvenes, esa preocupación del PRO en campaña que, de paso, bajó el PROG.R.ES.AR.) de un organismo oficial (Subsecretaría de la Juventud de la Nación) constituye, de base, una contradicción en los términos.

Y si nos corremos a la ética como dimensión de la historicidad de la política, Pedro, sos un traidor a quienes hicimos de la lucha LGBTI el eslabón de una lucha colectiva y aprendizaje de otras formas de opresión y dolor. No pretendo con esto prosélitos en masa de l*s LGBTI de derecha a modelos emancipatorios, sino que al menos recobren decoro: ¿arrepitiéndose? (evitá el cilicio) e incorporando a l*s compañer*s trabajador*s que echaste (en tu caso), o guardando silencio. Sí, silencio.

¡Ah! Además podés renunciar, total, según lo que pretendés aparentar, te alcanza y te sobra para viajes provocadores. Eso sí, de política y de ética, Pedro, no sos de los que hicimos de nuestra posición, no un escalada personal, sino una experiencia colectiva que, claramente, a vos no te incluye.


* Docente e Investigador. Activista gay desde el año 1986.

 

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