Cristina Fernández de Kirchner volvió a tomar la palabra pública en medio de los fuertes debates políticos de cara a las elecciones tanto hacia adentro del oficialismo como en la plana general de la política. En el marco de entrega de la distinción del doctorado honoris causa de la Universidad Nacional de Río Negro, la vicepresidenta brindó la disertación titulada «¿Hegemonía o consenso? Ruptura del pacto democrático en una economía bimonetaria: inflación y FMI, crisis de deuda y fragmentación política».
Allí, la vicejefa de Estado repasó los principales desafíos del sistema democrático en el mundo y la región, con un fuerte anclaje en la coyuntura actual de la Argentina, en especial frente a los avances de la derecha neoliberal. En primer lugar, se refirió una vez más a la complicidad del Poder Judicial con operaciones políticas en detrimento de los intereses populares
«Lo que estamos viviendo en materia de división de poderes, cuando vemos al sector más importante de la oposición aliado al Poder Judicial para hacer lo que vemos que están haciendo, vemos que no estamos frente a un Estado democrático constitucional», señaló.
«Creo que el propio sistema va a necesitar sanearse. Estamos en un marco a 40 años de democracia, que va a requerir de un Estado y de decisiones que van a imperiosamente necesitar de legitimidad frente al conjunto de la sociedad», sostuvo la vicepresidenta, quien advirtió sobre la «ruptura del pacto democrático» con eje central en el atentado sufrido por ella misma el 1° de septiembre de 2022. En ese sentido, analizó el avance de la violencia política en los últimos tiempos.
«Si uno mira realmente lo que pasó desde el año 2015, uno observa casi una secuencia lógica del 1° de septiembre. En marzo de 2022, el día que se trataba en Diputados el acuerdo con el FMI, destruyeron mi despacho. Primero fue señalado con pintura. Luego, durante media hora, sin que interviniera ninguna fuerza federal ni de la ciudad, fue apedreado mi despacho. Días más tarde aparecen afiches en la calle donde me llaman ‘asesina’», indicó.
Al repasar los distintos anclajes de la violencia política vivida en la coyuntura reciente, la vicejefa de Estado se metió de lleno en el escenario económico y el estado de situación en que se ubica el país. Allí, partió del esquema de dependencia económica inaugurada en dictadura por José Martínez de Hoz, hasta el presente de endeudamiento legado por la gestión de Cambiemos en 2015. En ese marco, se explayó sobre la discusión por el pago de la deuda contraída con el Fondo Monetario Internacional.
«Nuestro principal desafío va a ser revisar ese acuerdo, no para no pagar, sino para que nos dejen crecer», dijo respecto de la discusión por la negociación con el FMI. «No nos vamos a poner de acuerdo» con la oposición, remarcó, aunque reiteró la necesidad de buscar puntos de consenso en toda la plana política de cara a lograr reparar el mentado pacto democrático.
«No hay catástrofe más grande para la Argentina que el endeudamiento que se produjo durante el gobierno de 2015 a 2019, esa es la verdad de la milanesa», dijo, y agregó: «¿Por qué creen que pudimos tener doce años de gobierno, tener buenos sueldos, hacer satélites, distribuir más de 5 millones de computadoras, construir la Asignación Universal por Hijo? No depende de personas, depende de políticas», remarcó.
Asimismo, analizó el impacto económico en el plano laboral y social, con fuertes señalamientos al crecimiento del trabajo precario en el país, así como los constantes pedidos de dolarización por parte de sectores de la oposición. «Si hay una dolarización, el empobrecimiento de las clases medias argentinas no va a tener límite. ¿Cómo se va a meter en la cabeza una moneda que imprime otro país? Tenemos que pensar un poco más, no podemos seguir comprando más espejitos de colores», añadió, y sostuvo que «el valor de una moneda no lo da una ley, sino el tamaño de la economía».