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Ciegos y sordos: también Netflix y Spotify aumentan

Por Mariano Camún

Los tarifazos duelen al bolsillo y a la economía de un país, y en el caso de la cultura del entretenimiento, como la música, las series y películas, no fue la excepción.

Por lo que se conoce, la suba está relacionada con un decreto publicado en el Boletín Oficial, con las firmas del presidente Mauricio Macri, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, y el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, quienes determinaron que los “servicios digitales” brindados por empresas extranjeras deben pagar IVA igual que si fueran ofrecidos por compañías locales.

Las suscripciones a las plataformas digitales como Spotify y Netflix pasarán a costar más caro para los usuarios argentinos. En el caso de Netflix, el precio subiría de 129 a 156 pesos, es decir, 27 pesos más caro. En el caso de Spotify, pasaría de 103,50 a 125 pesos.

“Este aumento en los consumos culturales implica un golpe relevante al bolsillo y es una medida de las tantas que favorecieron al Grupo Clarín. Va a tener más competitividad en la oferta de los abonos”, dijo a Contexto Agustín Espada, becario doctoral del CONICET e investigador en Comunicación e Industrias Culturales de la Universidad Nacional de Quilmes.

“Este aumento en los consumos culturales implica un golpe relevante al bolsillo y es una medida de las tantas que favorecieron al Grupo Clarín. Va a tener más competitividad en la oferta de los abonos”

El Poder Ejecutivo justificó esta decisión al apuntar que, «dada la constante evolución de la economía digital, y en particular las diferentes modalidades con las que se han ido estructurando los denominados servicios digitales cuando son prestados por sujetos del exterior, su regulación en los tributos generales sobre los consumos resulta un desafío, particularmente cuando los prestatarios no revisten la calidad de sujetos de esos impuestos por otros hechos imponibles».

El costo del IVA va a estar a cargo del consumidor, y en caso de que exista un mediador que intervenga en el pago, actuará como agente de percepción y liquidación. Esto determina que las tarjetas de crédito retendrán el impuesto y se lo giren a la AFIP. De esta manera, los usuarios de Spotify y Netflix no deberán hacer ninguna modificación en su configuración, siempre y cuando decidan seguir con las plataformas digitales.

“A medida que aumenten los costos de acceso o suscripciones a los servicios, los usuarios van a tener que optar entre quienes les ofrecen un mejor servicio y más adecuado a sus usos. En esta elección va a salir beneficiados los operadores más tradicionales, y ahí el más importante y grande económicamente es el Grupo Clarín”, remarcó Agustín Espada.

En este escenario, y según datos de la última encuesta del Sistema de Información Cultural de la Argentina, en el país se escuchan dos horas y media de música por día por argentino y al menos la mitad de las personas lo hace en formato digital.

La rentabilidad por la venta de música en formato digital ya es equivalente a la proveniente de formatos físicos (46% cada una). En cuanto al contenido audiovisual y estimando una base de espectadores cercana a los dos millones, Netflix es la opción de video bajo demanda por suscripción más utilizada.

“Sería importante y relevante que se sometiera a esas plataformas a otras regulaciones, como por ejemplo, a las cuotas de producción que tienen otros medios que compiten con Spotify o Netflix. A las radios se les exige un porcentaje de música nacional y otro porcentaje de música independiente (que muchas veces no se cumple), y en este caso Spotify no tiene ninguna regulación que le exija un catálogo nacional e independiente. Lo mismo sucede con Netflix. La diferencia es que la producción musical en nuestro país es más grande que la audiovisual”, analizó Espada.

Entre tantos problemas económicos que están azotando a nuestro país, entre subas infinitas de las tarifas de gas, luz, agua, transporte, el consumo cultural no quedó descartado de los aumentos constantes que realiza el gobierno de Mauricio Macri. Muestra una gran insensibilidad con la población, ya que el ajuste somete a un cambio sustancial de hábitos sin estar preparados para ello. Por lo que se ve, el deber del macrismo es “ajustar” los sonidos, las imágenes y la ficción y entender que el entretenimiento también deberá adecuarse a los aumentos si desea ser consumido. Si no, el silencio deberá ser salud.