Por Contexto
Si algo faltaba para mostrar que la idea de un Gobierno nacional y provincial hostigado por las mafias es bastante superficial era encontrar al secretario de Seguridad Interior de la Nación, el ex lilito Gerardo Milman, sacando datos sobre las maras de la página de monografías escolares Rincón del Vago.
Lo de “Jerry” es quizá la parte más fina de un hilo de denuncias de supuestas amenazas de muerte y de ataques anónimos contra Mauricio Macri y María Eugenia Vidal y contra su círculo íntimo. Un hilo que ahora amaga romperse porque pasa el tiempo y los culpables y las presiones no aparecen. La demora favorece a los amenazados.
Fue el ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, Cristian Ritondo, quien afirmó de manera tajante que “hay maras en Argentina”, en referencia a cómo se denomina a los grupos que controlan la venta de droga en Centroamérica, luego de un operativo policial en el partido de La Matanza.
Rápidamente, Milman quiso capitalizar esa afirmación pero su gran aporte fue recurrir a Internet. «Características que Identifican a un Marero: la vestimenta, tatuajes, cortes de pelo extravagantes», fue el primer tuit que inauguró una memorable serie. Luego incluyó otros atributos insólitos como «consumen drogas» y «hacen señales de mano». Para rematarla, avisó que “caminan en grupo”.
Aunque después el funcionario intentó decir que, realmente, había tomado conceptos de un trabajo de tres universitarias hondureñas, las redes sociales ya eran un hervidero de críticas y gastadas. Fiel al estilo de Cambiemos, quien secunda a Patricia Bullrich en el Ministerio de Seguridad de la Nación salió a reconocer el pifie, pero nada más, como si aceptar el error lo borrara definitivamente.
La estudiantina de Milman también generó preocupación entre los especialistas en seguridad, porque esperaban que un funcionario de tan alto cargo pudiera argumentar sus opiniones con informes propios, basados en un seguimiento profundo de la posible existencia de pandillas en Argentina, hipótesis que ahora está en tela de juicio.
Los parlantes del señor López
El macrismo ya venía de protagonizar otro paso de comedia al convertir a Alfredo López, juez federal de Mar del Plata, en algo así como un héroe de la Patria. El magistrado fue quien buscó ensuciar a tres fiscales de su ciudad al decir que no querían investigar los disturbios en torno al acto de Macri y de Vidal hace algunas semanas en el barrio Belisario Roldán de La Feliz.
Aunque sus quejas no tenían demasiado respaldo legal, López recibió la visita del intendente Carlos Arroyo (Cambiemos), de Ritondo, y el apoyo a la distancia del ministro de Justicia de la Nación, Claudio Avruj. El juez se había puesto en el centro de la escena al amenazar con una renuncia indeclinable si no recibía el suficiente apoyo popular en una marcha que él mismo había convocado.
Uno de los fiscales señalados por López fue Daniel Adler, quien decidió no hablar con la prensa para evitar subirle el precio a su acusador, pero emitió un comunicado que, obvio, no tuvo la misma difusión que las temerarias acusaciones de López.
Según el descargo de Adler, hizo caso omiso a los pedidos de López porque eran anticonstitucionales y su postura era “un papelón”: “El juez ordenó, sin que la Fiscalía se lo pidiera y sin que de ninguna constancia de la causa surgieran elementos de cargo, realizar tareas de inteligencia contra manifestantes y sobre la agrupación Votamos Luchar”.
“Esa decisión del juez violaba la ley nacional de inteligencia, que veda la posibilidad de espiar por el solo hecho de su raza, fe religiosa, acciones privadas u opinión política, o de adhesión o pertenencia a organizaciones partidarias, sociales, sindicales, comunitarias, cooperativas, asistenciales, culturales o laborales, así como por la actividad lícita que desarrollen en cualquier esfera de acción agrupaciones partidarias, organizaciones sociales. En vez de decir ‘tiene razón la fiscal, me equivoqué’, no hizo lugar a la reposición ni a la apelación; es decir, no admitió que pudo haberse equivocado”.
Lo novela de López terminó el viernes pasado cuando decenas de personas finalmente llegaron, a las seis de la tarde, a la puerta de su juzgado con banderitas argentinas. López salió a su encuentro y avisó que no iba a dejar su cargo. La concentración, que lejos estuvo de ser masiva, terminó cuando comenzaron a sonar las estrofas del himno nacional que salían de un equipo de parlantes que había dispuesto el personal de su despacho. Parece mentira, pero es verdad.
Talonarios, boletas, cartuchos y amenazas
El 26 de julio, la tapa de Clarín daba cuenta del objetivo de instalar mediáticamente la sensación de inestabilidad. “El kirchnerismo agita la protesta ante el avance de los casos de corrupción”, decía el título principal de esa portada. Lo que evitó decir “el gran diario argentino” es que esos hecho, azar mediante, también favorecen para tapar los efecto del ajuste en la población.
Ese día también tuvo lugar una nota de opinión de Julio Blanck donde se hablaba de un complot policial dentro de la Bonaerense: “El Ministerio de Seguridad bonaerense detectó un encuentro entre jefes policiales despedidos y sancionados. Fue en un barrio de La Matanza. Todos tenían algún rencor acumulado contra la actual administración provincial por negocios caídos”.
Para Blank, “según fuentes ministeriales, allí se habló de poner en marcha una Operación Talonario. Es el nombre pretendidamente jocoso para una amenaza directa: le pusieron talonario porque harían boleta a la gobernadora María Eugenia Vidal, al ministro Cristian Ritondo y al jefe civil de Asuntos Internos de la Bonaerense, Guillermo Berra”. Por ahora, no hubo nada más.
Tras un raconto de las penurias sufridas por Macri y Vidal, retoma el tema Mar del Plata que tanto preocupó al juez López: “El momento más complicado que atravesó Vidal fue acompañando a Macri. Sucedió hace dos semanas, cuando en Mar del Plata militantes sociales y políticos hostilizaron y atacaron un acto de anuncio de obras en un barrio periférico”. Para Blanck, la ecuación es fácil: “lo que se busca, para blindar judicialmente a Cristina, es que el gobierno de Macri tropiece y tambalee”.
Por ahora, voceros oficiales y paraoficiales aparecen mucho más preocupados en difundir amenazas de bomba, mensajes anónimos, supuestos planes para golpear al Gobierno, etcétera. Pero de ninguno de estos casos tenía una resolución efectiva, por lo que, por ahora, sólo sirve para distraer la atención.