Repasar la historia de los golpes de Estado en América Latina durante el siglo XX es también repasar la historia de los intereses de Estados Unidos en una la región que siempre ha considerado su «patio trasero».
La discusión ya se había plateado en los cuarenta en Argentina, cuando, ante el ascenso del movimiento obrero, la división de aguas se planteó claramente: «Braden o Perón».
Las dictaduras del Cono Sur de los sesenta y setenta se gestaron por la reacción de las oligarquía locales contra los proyectos populares que avanzaban en toda la región, pero siempre en alianza con los intereses de los sectores que en Estados Unidos detentan el poder, que instalaron el marco de la Doctrina de Seguridad Nacional. La Operación Cóndor fue un claro ejemplo de cómo funcionaba esa articulación.
A principios del siglo XXI, un sector de la intelectualidad progresista, desde reputados medios de comunicación, hablaba de una «nueva derecha» en América Latina, una derecha «democrática». Nada podía estar más errado.
La derecha ha demostrado que es, fue y será golpista y que solo acepta las reglas de la democracia cuando estas no amenazan sus estructuras de poder ni cuestionan sus intereses, o cuando la famosa «correlación de fuerzas» los obliga a aceptar (momentáneamente) la voluntad popular.
Con una rápida mirada que recorra solamente los veintidós años que apenas lleva el siglo XXI, se puede ver que la derecha no ha cambiado su esencia y que esa alianza entre las oligarquías locales y el poder profundo en Estados Unidos siguen más firme que nunca.
Siglo XXI: dos décadas de golpes
En América Latina, entre 2002 y 2022, la alianza de la derecha local e internacional ha dado cinco golpes de Estado, intentado al menos otros cuatro, generado crisis económicas, perseguido y proscripto a los líderes populares e intentado magnicidios.
Las estrategias han sido múltiples: golpes tradicionales con militares o policías, golpes de mercado, golpes parlamentarios, golpes mediático-judiciales a través de persecución judicial, hasta golpes a través de la asfixia económica y levantamientos violentos de sectores de la supuesta sociedad civil, pero que siempre están vinculados a fundaciones y ONG que reciben dinero de la USAID y la NED u otros organismos de la estructura que Estados Unidos utiliza para apoyar a socios en la región y desestabilizar aquellos gobiernos que no le son afines.
La mano del «Tío Sam»
Durante una entrevista realizada recientemente por Jake Tapper en la CNN, el ex asesor de Seguridad Nacional de Donald Trump, John Bolton, aseguró: «Como alguien que ha ayudado a planear golpes de Estado, no aquí, sino en otros países, puedo decir que requiere de mucho trabajo». El ex asesor de Trump no puntualizó a qué golpes se refería.
Bolton ha participado del Gobierno de Estados Unidos desde la década de 1980, cuando, durante el Gobierno de Ronald Reagan, se incorporó a la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (conocida por sus siglas en inglés como USAID). Ya en otras funciones, durante el Gobierno de George W. Bush, jugó un rol clave en las invasiones a Irak, Afganistán y Libia.
Sin embargo, los golpes de Estado no son exclusividad de los republicanos. Desde el 2000 hasta la actualidad se han intercalado en la Casa Blanca demócratas y republicanos, y la política golpista e injerencista en la región nunca cesó. George W. Bush (republicano) gobernó desde 2001 hasta 2009, Barack Obama (demócrata) presidió el país desde 2009 hasta 2017, Donald Trump (republicano) lo hizo desde 2017 hasta 2021, y en la actualidad Joe Biden (demócrata) gobierna el país.
Un rápido repaso de lo que ha sucedió en América Latina durante esos años nos muestra que en 2002 se produjo el golpe de Estado en Venezuela contra el presidente Hugo Chávez, que duró solo 48 horas y fue revertido por el pueblo. Antes de que Evo Morales asumiera la presidencia en 2006, fueron numerosos los intentos de asesinarlo e impedir por todas las vías que el líder cocalero llegase al gobierno. Todos esos intentos contra la vida de Evo Morales se encuentran documentados en libro Evo en la Mira – CIA y DEA en Bolivia. En 2008 se produce el primer intento de golpe de Estado contra el Gobierno del MAS, en Bolivia. En 2009 se concreta el golpe de Estado en Honduras, contra el presidente Manuel Zelaya. En 2010, en Ecuador, se produce un intento de golpe de Estado (en este caso, encabezado por la policía) contra el presidente Rafael Correa. En 2011 se descubre en Cuba la trama del Zunzuneo, un programa financiado de manera ilegal por la USAID para promover en la isla un «levantamiento popular», generar violencia y justificar una intervención extranjera.
En 2012 se concreta el golpe parlamentario en Paraguay contra el presidente Fernando Lugo. En 2013 muere el presidente Hugo Chávez de un cáncer que, según aseguran varios destacados investigadores, pudo haber sido inducido. En 2014 se producen en Venezuela los levantamientos violentos conocidos como «guarimbas». En 2015, el entonces presidente norteamericano Barack Obama, mediante un decreto, declara a Venezuela una amenaza para la seguridad de los Estados Unidos.
En 2016 se concreta el golpe parlamentario en Brasil contra la presidenta Dilma Rousseff. Inmediatamente, como complemento, se desata la persecución judicial contra el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva. También en 2016 se profundiza la persecución en Argentina contra la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, contra gran parte de sus exfuncionarios y contra referentes de su espacio político.
En 2017, el almirante Kurt Tidd, entonces jefe de este Comando, en un informe presentado ante el Senado norteamericano, declaró: «En la última década, China, Rusia e Irán han establecido una mayor presencia en la región. Estos actores globales ven la arena económica, política y de seguridad de América Latina como una oportunidad para alcanzar sus objetivos a largo plazo y así avanzar en áreas de interés que son incompatibles con las nuestras y las de nuestros socios».
En 2017, en Ecuador, en lo que podría considerarse un golpe postelectoral, se ejecuta la traición de Lenin Moreno al partido que lo lleva al gobierno (la Revolución Ciudadana), al líder de su espacio político (Rafael Correa) y al voto popular que había elegido la continuidad de las políticas aplicadas por el correísmo. También ese mismo año se lanza la persecución judicial contra Rafael Correa y sus exfuncionarios. El arresto y la condena del vicepresidente Jorge Glas es una clara expresión de esa persecución.
En 2017, en Brasil, el juez Sergio Moro condena sin pruebas al expresidente Lula da Silva. También en 2017 se producen nuevas guarimbas en Venezuela.
En 2018, la misma lógica «guarimbera» de protestas violentas se traslada a Nicaragua. En paralelo, el Congreso de Estados Unidos aprueba la ley conocida como Nica Act, con la cual se comienzan a aplicar sanciones económicas contra Nicaragua.
En 2018, Brasil concreta la proscripción de Lula y se lo saca de la carrera presidencial. Ese mismo año se produce en Venezuela el intento de magnicidio contra el presidente de Nicolás Maduro.
En 2019 se realiza en Venezuela la Operación Gedeón. Un grupo de ex militares venezolanos comandados por tres ex boinas verdes (grupos especiales del Ejército de Estados Unidos) intentan ingresar al país para realizar un atentado contra Maduro.
En 2019 se concreta golpe de Estado en Bolivia contra el presidente Evo Morales. En 2020, en Ecuador se proscribe al expresidente Rafael Corra. Ese mismo año también se proscribe a Evo Morales para las elecciones en las que Bolivia recuperaría la democracia.
En 2019, según reveló luego una investigación del periodista Horacio Verbitsky, en un artículo publicado en el portal Cohete a la Luna, «el Ejército realizó el ejercicio Puma, que contemplaba la invasión de Venezuela. El ejercicio se ejecutó en siete sesiones en la guarnición de Campo de Mayo y por videoconferencia con la brigada de paracaidistas de Córdoba, la Brigada Mecanizada X de La Pampa y los comandos de la Fuerza de Operaciones Especiales, también de Córdoba. Incluyó además coordinación con unidades de la Armada y de la Fuerza Aérea […] Este ejercicio coincidió con la escalada de Estados Unidos contra el gobierno del Presidente Nicolás Maduro, que incluyó el reconocimiento como ‘Presidente encargado’ del entonces presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó». Según la investigación, el Ejército Argentino formaría parte de un conjunto de fuerzas de la región que estarían coordinadas por el Comando Sur.
En 2020, mercenarios norteamericanos y colombianos que luego participarían del asesinato del presidente haitiano Jovenel Moïse ingresaron a Bolivia para intentar asesinar al recientemente electo presidente Luis Arce. Entre los mercenarios identificados estuvieron el estadounidense Arcángel Pretel y el colombiano Antonio Intriago.
Durante los dos primeros años de pandemia (2020-2021), el Gobierno de Estados Unidos endureció el bloqueo contra Cuba. Se genera desabastecimiento, se prohíbe la llegada de respiradores, de insumos médicos y de recursos para la generación de energía (combustible para las usinas eléctricas). En ese marco, en 2021 se produce un levantamiento en Cuba impulsado por sectores vinculados a la USAID y la NED.
En 2022, en las elecciones presidenciales en Colombia, el candidato de la izquierda, Gustavo Petro, debió cerrar su campaña con chaleco antibalas por las amenazas contra su vida.
En julio de 2022, la jefa del Comando Sur, la generala Laura Richardson, señaló su preocupación por la influencia de Rusia y China en la región y remarcó el interés de su país en el denominado «Triángulo del litio», en referencia al sector que comparte Argentina, Chile y Bolivia donde se encuentra este material, tan preciado para el desarrollo de las nuevas tecnologías.
«Esta región es tan rica en recursos, minerales de tierras raras, el litio, el triángulo del litio en la región. Hay muchas cosas que esta región tiene que ofrecer. Estoy viendo lo que hacen nuestros competidores (China) y veo en ello una amenaza a la democracia. Creo que están jugando al ajedrez. Rusia también está presente en la región y creo que está jugando a las damas», sostuvo la jefa del Comando Sur, y luego agregó: «Necesitamos una estrategia. No podemos estar por aquí y por allá. Tenemos una serie de elecciones importantes que se vienen o que acaban de celebrarse y tenemos que estar pendientes de la región».
Argentina: los sospechosos de siempre
En todo este contexto, no sorprende la nueva arremetida golpista en Argentina, que incluye corridas cambiarias, periodistas, medios y referentes políticos de la derecha que lanzan pedidos de adelantamiento de las elecciones, amenazas contra la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner y las declaraciones del exmilitar Aldo Rico, quien ya protagonizó un levantamiento antidemocráticos en 1987, durante el Gobierno de Raúl Alfonsín
En respuesta, el Bloque de diputados del Frente de Todos emitió un comunicado en el que señala: «Presamos nuestro firme repudio a las maniobras y expresiones de neto corte golpista que aparecieron en los últimos días»
«Una brutal corrida cambiaria que pretende una devaluación abrupta de la moneda nacional, pedido de juicio político a nuestro Presidente de la Nación y amenazas hacia nuestra vicepresidenta de la Nación. Acciones violentas contra el Instituto Patria, ex militares convocando a las Fuerzas Armadas, dirigentes políticos y operadores mediáticos planteando el adelantamiento de las elecciones».
«Los hechos son muy claros. Hay una acción sistemática de desestabilización política y económica».
«Hacemos un llamado a la responsabilidad institucional de la oposición política. El contexto requiere claras y explícitas manifestaciones públicas».
«Solicitamos al poder judicial que asuma una postura proactiva en defensa de la democracia y las instituciones e investigue las denuncias que el Poder Ejecutivo ha realizado».
«Defendamos nuestra democracia, que tantas vidas y esfuerzo costó recuperar», concluye el comunicado.
La alianza entre las oligarquías locales y estructura de poder con sede en Estados Unidos y Europa nunca se saciará del saqueo que realizan de los recursos naturales de América Latina, ni de la explotación de los pueblos de esta región. Defenderán sus intereses por todos los medios (legales e ilegales), como lo han hecho hasta el presente. Solo la fuerza popular organizada puede ponerle un freno. No estar atentos a ello es un error que se pagará muy caro.