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Condón Integral: sobre la pandemia mental y la renovación de la teoría y la filosofía social cuando «el reino de la estupidez prevalece» (1)

Por Evandro Vieira Ouriques*

«Tengo muy buen sentido para ciertas cosas,
para otras siempre he sido muy estúpido» (2)
Lemuel Gulliver

Ofrezco aquí a la reflexión y la crítica de los colegas, que se sientan identificados de alguna manera desde sus tradiciones teóricas con este argumento, un comentario sintético basado en mi contribución con la teoría psicopolítica (3) a la renovación de la teoría y filosofía social hegemónica dado su colapso ante el regreso del fascismo y su eugenesia, la destrucción del planeta y la fragilidad dramática de la especie humana a una cepa de coronavirus, lo que me hace pensar que si el SIDA llevó a encapsular los genitales humanos el COVID-19 amenaza encapsular el ser humano por completo, en el experimento psicopolítico más grande de la historia, como reconocido en términos psicológicos por el Foro Económico Mundial (4), con consecuencias como las identificadas por ejemplo en restaurantes (5), escuelas (6) y shows, como el «The Late Show» (el primer concierto completamente en burbujas), del The Flaming Lips (7), y por un estudio de Annals of Internal Medicine (8), que recomienda prioridad a la abstinencia, a la masturbación, al sexo virtual y en el caso de sexo presencial que las parejas sexuales lo hagan con mascarillas (9).

Recientemente hablando con un gran amigo le presenté mi idea del Condón Integral y cómo él es una especie de clímax de las numerosas «farsas miserables», concepto que pronto discutiré, producidas por el dualismo, ya que solo su adopción teórica y, por lo tanto, experimental es capaz de producir los datos empíricos bien conocidos sobre concentración de ingresos, destrucción del planeta y devastación de la salud y de las sociabilidades causadas por COVID-19, en un escenario que intensifica la percepción de la falsa dicotomía –el dualismo una vez más– entre economía y salud. Rápidamente él me pidió que presentara «mediaciones teóricas», ya que yo estaría tomando, en su evaluación, un salto directo del Condón Integral al dualismo como su origen.

Argumentaré aquí y por favor evalúe y sugiera posibles mediaciones para explicar mejor lo que se me presenta como obvio: el ser humano insiste en organizarse mediante teorías y filosofías sociales hegemónicas que garantizan la existencia de un «otro» como realidad absolutamente externa, en una producción incesante y monótona de identidades para el exterminio (Michel Misse) e identidades para la salvación. Los paradigmas platónico, hobbesiano, freudiano, durkheimiano y neoliberal, por ejemplo, afirman que el ser humano estaría habitado por otro «ser» –el «deseo» y el «cuerpo», la violencia «innata», el «inconsciente», la «sociedad», la violencia «genética»– quién lo dominaría.

En el caso del delirio neoliberal, por ejemplo, podríamos decir que él fue cristalizado (10) en 1944 por F. A. Hayek, quien al afirmar que la justicia social sería un «espejismo», un «indicio deshonesto intelectualmente desacreditado», argumentó que un «instinto» de depredación tribal para la autosupervivencia –que él supone que haya sido cultivado por el ser humano durante milenios– se ha vuelto «innato» e incluso «genético», como dije, creando una «mezcla sublime de envidia, emulación e innovación» (Álvaro de Vita y Atílio Boron) como el estado mental legítimo para referenciar la capacidad de juzgar, la capacidad que hace el ser humano propiamente humano (Poulain, 2017) (11) dado su condición comunicacional, en el sentido de la antropobiología filosófica y de la antropología del lenguaje. O sea, la fragilidad extrema del ser humano lo obliga a instituirse en la escucha de la voz-de-la-madre (de la funcción-madre, de la voz-del-padre, de la funcción-padre, de la funcción-fraterna) y por lo tanto, en el ejercicio de la capacidad de juzgar lo que siente y piensa y lo que el «otro» siente y piensa de manera a poder hacer el mundo hablar de manera favorable a él y al «otro».

En este sentido, hay una diferencia radical entre la primera edición de El 18 Brumario de Louis Bonaparte, publicada en 1852, y la que se hizo definitiva, publicada en 1869. En la edición original, Marx, comentando que Hegel había olvidado que los eventos y personajes de gran importancia en la historia mundial se repiten, no afirmó que tal repetición ocurre la primera vez como una «tragedia» y la segunda vez como una «farsa», sino que la primera vez que la historia se repite lo hace como «una gran tragedia» y la segunda como «una farsa miserable» (12).

El mismo Marx dijo en 1859 que «debe haber algo podrido en el núcleo mismo de un sistema social que aumenta su riqueza sin disminuir su miseria» (13). De hecho, las primeras décadas del siglo XXI son una, con suerte será un clímax emancipador, de estas «miserables farsas». Hay algo profundamente erróneo en las teorías y filosofías sociales hegemónicas. «La humanidad está esperando algo de nosotros que no sea una imitación, que sería casi una caricatura obscena» (Frantz Fanon).

Esta «caricatura obscena» es exactamente lo que estamos experimentando con el regreso, no previsto por las teorías y filosofías sociales hegemónicas, del cruel y conocido, pues antiguo, autoritarismo, ahora grotesco (quizás para llamar más la atención sobre la necesidad de renovar el pensamiento) porque eso excede incluso todos los límites de la salud psicopolítica –la salud de los psiquismos y sus redes, las instituciones–, con las instituciones y los movimientos de la sociedad civil organizada presentando una inmensa dificultad para arbitrar lo común expresado en la Constitución, los tratados y otros compromisos legales internacionales: así es que la mentalidad bolsonarista se expresa inconstitucionalmente en su portavoz –»Yo soy la Constitución» (14)– en una farsa ominosamente peligrosa de «L’État c’est moi» por un «Trump tropical», mientras que el Trump mismo, llamando a las fuerzas armadas contra la población indignada por el racismo y miseria estructurales (15), lleva esta mentalidad al punto de que The Washington Post anuncia que él tiende a rechazar los resultados de las elecciones presidenciales de 2020, de la misma manera que en Brasil el candidato derrotado en 2014 en las elecciones correspondientes, Aécio Neves, sobre quien la Policía Federal concluyó ser corrupto (16), lo hizo (17), lo que resultó en el impeachment de Dilma Roussef.

Esta «farsa miserable», y el tsunami de otras que las fuerzas de izquierda observan, perplejos, perdidos y desunidos –y que los movimientos recientes en Brasil (18), Estados Unidos (19) y en el mundo (20) son quizás signos del comienzo del largo viaje de recuperación de las inmensas pérdidas que ocurrió en todos los campos, algunos irreversibles, entre los cuales las muertes por Covid-19– se construyó a través de operaciones psicopolíticas que, dado el dualismo que es la base de las teorías sociales y las filosofías hegemónicas, no han sido percibidas.

Es así que tales operaciones están enmascaradas por las fuerzas de transformación de la sociedad que repiten conceptos como «guerra híbrida», «lawfare», «necropolítica», etc., que las dejan más tranquilas en su ceguera ontológica dualista que las hace rechazar la centralidad de la mente (en el sentido no platónico, incorporada, por lo tanto, a uno sólo tiempo, pensamiento y afecto, estados mentales) en la determinación de la calidad de vida, centralidad de lo que les parece dualísticamente «inmaterial» en lo que les parece dualísticamente «material».

El blindaje ontológico y epistemológico del dualismo, cristalizado en la forma del perspectivismo ontológico (dispersión de significados, políticas de contingencia, disolución del sujeto, desaparición de fundamentos), con su halo de excelencia moral (E. Gellner) (con el cual ellos se ponen en el mismo lugar que las autoridades de la tradición que intentaron superar con la modernidad), ha fragmentado el pensamiento académico haciéndolo ineficaz (R. Jacoby, R. Brunstein, JG Merquior, D. Detmer–), «monstruoso, indiferente a toda finalidad humana» (Ashis Nandy), pues le ha obstaculizado su percepción de las operaciones psicopolíticas.

Hasta ahora las izquierdas no han comprendido el fenómeno de las fakenews (noticias falsas), que va más allá del periodismo por qué va más allá del campo de las noticias y demanda para su comprensión un abordaje transdisciplinar, que involucre por ejemplo psicología, antropología, filosofía, etc. El desafío es comprender cómo se construyó esta fakemind (Ouriques, 2019) que produce y necesita desesperadamente pensamientos falsos que refuerzan el narcisismo de quienes la generan y mantienen.

Es por eso que insistir en estos conceptos de «guerra híbrida», «lawfare» y conceptos asociados para explicar los fenómenos recientes del poder, por ejemplo la fácil destrucción de las experiencias democráticas decisivas en América Latina y la manipulación de las elecciones y la opinión pública por parte de la fakemind, en un retorno sintomático a lo que era la situación precartesiana, antes de la aparición del propio cogito, es un error teórico fatal frente a esta «nueva topología, un nuevo lugar y paradigma de la cultura de seguridad» (21) (Caballero), como lo he demostrado sistemáticamente desde la década de 1980, en la medida en que surgieron las nuevas tecnologías («realidad virtual», con Jaron Lanier, a principios de la década de 1980; «ciberespacio» en 1984, con William Gibson; «internet», también en los 80; y «redes sociales», en los 90) con la correspondiente y alarmante esperanza metafísica académica en ellas: siempre me quedó claro que «los medios solo son libres cuando la mente es libre» (22) (Ouriques, 1992, 2008).

Luiz Eduardo Soares recientemente, profundamente conmovido por la incapacidad repetida de las fuerzas de izquierda para encontrar un territorio de convergencia entre ellas, dijo que en medio de las críticas y autocrítica en el campo de las izquierdas con respecto a los errores cometidos «al menos uno de ellos es innegable: subestimamos al enemigo» (23). El «enemigo» fue subestimado, digo, porque no se lo entendió. La separación dualista entre la vida «privada» y «pública», entre lo que el dualismo protege bajo el concepto de «psicología», por un lado, y «sociología», «política», etc., por otro, hicieron que el fascismo de baja intensidad (Rubio) –claramente presente en el Occidente hegemónico y, por lo tanto, también en el Partido de los Trabajadores, en los movimientos sociales, en los partidos en general y en las organizaciones sociales, y así en sus políticas sociales y públicas (Ouriques, 2009)– haya sido descartado como la cuestión política central, como la cuestión psicopolítica central. Fue en las conversaciones intensas y otras interacciones que mantuve sobre esto con ellos durante toda la primera década de la década de 2000 que en 2009 acuñé el concepto «territorio mental», para superar la pandemia mental –la fakemind– que hace con que los sujetos en red hagan lo contrario de lo que dicen incluso en contrario de lo que dicen que quieren superar en la «sociedad».

En una de sus tres cartas a Arnold Ruge, en 1843, Marx comentó que en Alemania había una verdadera «anarquía de la mente» y que «el reino de la estupidez prevalece» de la misma manera que hoy el narcisismo maligno de BolsoNero (24) y Trump (25), como cristalizaciones de la mentalidad fascista, que prevalece a través de las operaciones psicopolíticas de la cuarta generación de la ciencia de la guerra, la guerra psicológica, cuyo objetivo es captar la atención del «insurgente» para lograr su fuerza de voluntad y causarle decepciones que lo hacen renunciar a resistir incluso cuando todavía tiene la fuerza para luchar. Por eso la historia es el resultado de una intervención firme y decisiva de la voluntad (Álvaro de Vita y Atílio Boron).

Solo el avance de la comprensión teórica transdisciplinaria y transcultural del fenómeno psicopolítico y el ejercicio de la terapia filosófica correspondiente de los regímenes de servidumbre (de los cuales el delirio neoliberal es su forma predominante en la actualidad) permite ayudar a la convergencia de las contribuciones a un sistema de gobernanza que «delega el poder e involucra significativamente a los ciudadanos en asuntos de su competencia, al tiempo que promueve la legitimidad y el consentimiento para la delegación de poderes a niveles más altos de complejidad. Descentralización, participación y división de decisiones son los elementos clave de la gobernanza inteligente que conciliarán la democracia con conocimiento» (N. Berggruen y N. Gardels): una «democracia profunda» (Judith Green).

Esta tarea exige superar la concepción moderna dualista del mundo que lo dividió y lo abstrajo en esferas de significado que no tendrían nada que ver entre sí –»los sociólogos deben esforzarse por recomponerlo todo» (Marcel Mauss. Ver también Giddens)–, en un estado de falta de comunicación disciplinaria, hasta el punto de tener cada esfera sus propios criterios de juicio que exigen tantas mediaciones teóricas para tratar temas transdisciplinarios: como fue referido, el patrón fascista, la concentración de ingresos, la destrucción del planeta, la violencia contra las mujeres y las personas transgénero, el COVID-19. Tales temas terminan escapando de todas estas esferas, que terminan produciendo lo contrario de lo que prometieron.

Las personas pueden sincronizar palabras y actitudes cuando son conscientes –ayudadas por redes institucionalizadas de individuos que, sin embargo, no pueden llevar a cabo en su lugar «el trabajo de aprendizaje, de apropiación, de subjetividad» (André Gorz)– que su acción es la densificación de su atención en relación con la calidad emancipadora o no de los estados mentales que emergen, en su territorio mental, ofreciéndose como legitimación para su acto: la servidumbre es la impotencia del ser humano para regular y frenar los estados mentales no emancipatorios, lo que lo hace actuar lo peor (Spinoza) cuando no son conscientes de sus hábitos mentales y terminan invirtiendo su propia dignidad en una actividad indigna a través de la servidumbre voluntaria (La Boétie). Cuando el sujeto nunca es dado socialmente, él se lo da a sí mismo (Merleau-Ponty) en red como un ser que tiene que convertirse junto-a-los-otros en lo que él es.

Por eso entiendo que lo decisivo en términos ontológicos, epistemológicos, teóricos, metodológicos y experimentales es fortalecer el «sistema inmune mental», la inmunidad de la capacidad de juzgar –de la intencionalidad, el verdadero principio vital de los seres humanos–, para poder derrotar al virus de la locura, que produce las «subjetividades sin agencia» que caracterizan la pandemia mental actual.

Y, así, luego establecer una «disposición mental» emancipadora (Benjamin), un «pensamiento con el útero» (Maffesoli), en cuya forma, sensación, percepción, formación y los impulsos volitivos y la conciencia están integrados: la lucidez debe ser más que «histórica y política» (Isabelle Sengers), debe ser psicopolítica: «La mejor imagen de quién soy es cómo me estoy comportando» (Wittgenstein).


Director del Centro de Teoría Psicopolítica y Terapia Filosófica / Escuela de Comunicación / Universidad Federal de Río de Janeiro y Profesor Invitado del Doctorado en Comunicación de la Universidad de La Frontera y la Universidad Austral de Chile. Politólogo, periodista, diseñador, curador y conservador de obras de arte, gestor cultural y terapeuta clínico con una base analítica, corporal y energética, es director de la Colección de Teoría Psicopolítica, una coedición de la Universidad de La Frontera, Universidad Federal de Río de Janeiro, Universidad Nacional de La Plata, Universidad de Oporto y Universidad de Groningen.

(1) Este artículo ha sido publicado originalmente en inglés, bajo el título Body Condom: about the mental pandemic and the renewal of social theory and philosophy when ‘the realm of stupidity itself prevails’, en Browne, Rodrigo y del Valle, Carlos (Coord.) (2020). Covid 19: la comunicación en tiempos de pandemia. Temuco: Ediciones UFRO/CLACSO/ALAIC. Aquí se lo hace con pequeños ajustes.

(2) Swift, Jonathan (1973). As viagens de Gulliver. Adaptação de Clarice Lispector. Editora Abril Cultural: São Paulo.

(3) Para conocer las principales diferencias entre la psicopolítica y la teoría psicopolítica: en francés https://tinyurl.com/y8w7ltuy y en español https://tinyurl.com/yazl4dka.

(4) https://www.weforum.org/agenda/2020/04/this-is-the-psychological-side-of-the-covid-19-pandemic-that-were-ignoring/.

(5) https://www.usatoday.com/story/travel/news/2020/05/18/coronavirus-ocean-city-maryland-restaurant-unveils-social-distancing-tables/5212345002/.

(6) Un ejemplo de esta tendencia es lo que hizo la École Maternelle de Tourcoing, Francia: en el recreo, cada niño está restringido a un cuadrado dibujado en el suelo. https://www.liberation.fr/checknews/2020/05/15/que-sait-on-de-cette-photo-d-enfants-assis-dans-des-carres-dessines-a-la-craie-lors-d-une-recreation_1788236.

(7) https://www.forbes.com/sites/quentinsinger/2020/06/12/the-flaming-lips-performed-in-giant-plastic-spheres-on-the-late-show/#224579ef599a.

(8) Annals of Internal Medicine es una revista médica académica publicada por el American College of Physicians-ACP. Es una de las revistas médicas especializadas más citadas e influyentes del mundo. Su factor de impacto en 2018 es 19.315/Clarivate Analytics.

(9) https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC7233185/.

(10) Hayek, Friedrich A. (1997). Law, legislation and liberty, Volume 2: the mirage of social justice. The University of Chicago Presso Books: USA.

(11) https://www.academia.edu/37096069/ SOBRE_LA_CAPACIDAD_DE_JUZGAR_._JACQUES_POULAIN_._VOLUMEN_II_COLECCIÓN_TEORÍA_PSICOPOLÍTICA._2017.

(12) Publicado por Joseph Weydemeyer, amigo de Marx y Engels y miembro de la Communist League in the United States.

(13) https://www.marxists.org/archive/marx/works/1859/09/16.htm.

(14) https://www1.folha.uol.com.br/poder/2020/04/democracia-e-liberdade-acima-de-tudo-diz-bolsonaro-apos-participar-de-ato-pro-golpe.shtml.

(15) https://www.nytimes.com/2020/06/12/us/politics/trump-polls-military-approval.html.

(16) https://politica.estadao.com.br/blogs/fausto-macedo/pgr-denuncia-aecio-por-propinas-de-r-65-milhoes-da-odebrecht-e-da-andrade-gutierrez/.

(17) https://politica.estadao.com.br/noticias/geral,psdb-de-aecio-neves-pede-auditoria-na-votacao,1585755.

(18) https://brasil.elpais.com/brasil/2020-05-31/ato-por-democracia-e-contra-bolsonaro-acaba-em-confronto-em-sao-paulo.html.

(19) https://www.washingtonpost.com/nation/2020/06/01/george-floyd-protests-live-updates/.

(20) https://www.aljazeera.com/indepth/interactive/2020/06/mapping-anti-racism-solidarity-protests-world-200603092149904.html.

(21) Caballero, Francisco Sierra (2002). Guerra informacional y sociedad-red: la potencia inmaterial de los ejércitos. in Signo y Pensamiento, Vol. XXI, Nº 40. Pontificia Universidad Javeriana: Bogotá. pp. 32-41.

(22) Ver Ouriques, Evandro Vieira (1992). Vida, geometria e sociedade: aberturas para a crise contemporânea de percepção a partir de conexões entre a mutação de paradigmas e o diálogo verbo-imagem nas páginas de jornal. Dissertação de Mes- trado em Comunicação e Cultura. Orientador Prof. Dr. Marcio Tavares d’Amaral. Programa de Pós-Graduação em Comunicação e Cultura, Escola de Comunicação, Universidade Federal do Rio de Janeiro; https://www.academia.edu/2642724/A_m%C3%ADdia_só_é_livre_quando_a_mente_é_livre_Brasil_2008._Entrevista_ao_I_Fórum_de_M%C3%ADdia_Livre_.

(23) http://www.luizeduardosoares.com/apelo-a-unidade-anti-fascista/.

(24) https://www.economist.com/the-americas/2020/04/11/jair-bolsonaro-isolates-himself-in-the-wrong-way.

(25) https://www.nytimes.com/2017/05/03/opinion/trump-crazy-like-a-fox-or-just-crazy.html.

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