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Cuando la patria fue el otro más que nunca

Por Contexto

Hace tres años, la peor tragedia climática en la historia de la ciudad de La Plata tenía como respuesta una convocatoria solidaria igualmente extraordinaria, que se originó tras el llamado de la por entonces presidenta Cristina Kirchner a entender que “La Patria es el otro”. Todo sucedió horas después de la implacable inundación del 2 de abril de 2013, que dejó el triste saldo de 89 fallecidos, entre víctimas directas e indirectas.

Como lo muestran las imágenes que acompañan esta nota, unos quince mil jóvenes kirchneristas se dieron cita en la sede principal de Facultad de Periodismo y Comunicación Social, el edificio “Presidente Néstor Carlos Kirchner”, ubicado en el bosque platense. Gracias a tantos brazos disponibles, allí llegaron y partieron decenas de camiones con ayuda para los damnificados.

Tal fue la magnitud del operativo de emergencia que la propia Jefa de Estado se hizo presente para supervisar el avance de la entrega de donaciones y, principalmente, para darle ánimo a los voluntarios, que no paraban de llegar desde todo el país.

La mandataria se dio tiempo para ser informada por Sergio Berni, quien era subsecretario de Seguridad de la Nación, y por los legisladores nacionales y provinciales que se habían puesto a colaborar en la logística; y también para conversar con los militantes que solo se permitían descansar de ratos.

“Ver a estos jóvenes me retornó a épocas pasadas, pero sobre todo estamos viendo que hay otro entorno político e institucional en nuestro país y, por eso, nuestra juventud cree en la política, la militancia y la solidaridad, pero sobre todo en el prójimo”, había dicho en ese momento Cristina, al ser recibida por la decana Florencia Saintout.

Cristina Kirchner: «nuestra juventud cree en la política, la militancia y la solidaridad, pero sobre todo en el prójimo. “Ver a estos jóvenes me retornó a épocas pasadas”

Un dato sobresaliente de aquellas jornadas fue la colaboración fundamental de cientos de gendarmes y soldados del ejército, que participaron de las tareas codo a codo con los militantes, en una mancomunión inaudita hasta el momento.

En tanto, docentes de la unidad académica acompañaron en los diferentes barrios con jornadas radiales coordinadas por la Secretaría de Extensión, donde se brindaba información sobre dónde y cómo acceder a las entregas de productos y materiales. Lo recolectado llegaba a localidades como Los Hornos; San Carlos; Ringuelet; Tolosa; Villa Elvira y Altos de San Lorenzo entre otros. Los más vulnerables habían sido los más afectados.

Entre las agrupaciones ya mencionadas, se habían dado cita: la Juventud Peronista de la Provincia de Buenos Aires, el Movimiento Evita, Peronismo Militante, KOLINA, MILES, Nuevo Encuentro, La Cámpora, los alumnos de la conducción del Centro estudiantes de la Facultad (Agrupación Rodolfo Walsh) y de otras Facultades (Oveja Negra de Veterinaria). Todos aportando para hacer marchar, con la mayor urgencia posible, colchones, frazadas, ropa, agua, leche, alimentos y elementos de limpieza.

La repartición de elementos de primera necesidad se completaba con el trabajo en el campo, en las zonas más críticas de la capital provincial. Es decir, no se trataba sólo de entregar mercadería al estilo delivery

Los medios concentrados, como aquellos pertenecientes al Grupo Clarín, no sorprendieron e intentaron desacreditar lo logrado con el esfuerzo colectivo al señalar que quienes realizaban actividades en el lugar “tenían pecheras de La Cámpora”. Carlos Ciappina, vicedacano en aquel momento, respondió:

“¿Qué mueve a estos jóvenes, algunos casi adolescentes? Estuvieron miércoles, jueves, viernes, sábado, domingo y continúan trabajando a destajo por los otros, por los que están necesitados. ¿Qué reciben a cambio? ¿Qué beneficios materiales? ¿Qué cargos políticos? Reciben la alegría de ser solidarios, de ser con los otros, de sentirse miembros de la comunidad, de entregarse por los otros. Lo hacen desde la convicción política, claro que sí, son militantes y como tales tienen las cosas claras, lo hacen sin esconder nada porque nada tienen que esconder”.

La repartición de elementos de primera necesidad se completaba con el trabajo en el campo, en las zonas más críticas de la capital provincial. Es decir, no se trataba sólo de entregar mercadería al estilo delivery. Había un compromiso con los más necesitados. Por eso, se organizaban cuadrillas que ayudaban a sacar el barro de las casas, desinfectar los muebles, tirar todo lo inutilizable y hasta levantar techos y paredes.

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