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Cuba: el imperio contraataca

Cuba se encuentra nuevamente en el ojo del huracán. Estados Unidos intenta recomponer el control hegemónico de la región que considera su “patio trasero” y, en su arremetida contra los procesos populares, ponen nuevamente en la mira al pueblo que lo ha desafiado por más de seis décadas, al construir una alternativa al capitalismo a solo 90 millas (poco más de 140 kilómetros) de sus costas.

Desde el triunfo de la Revolución encabezada por Fidel Castro, la agresión de Washington contra ese pueblo ha sido sistemática. Por solo nombrar algunos ejemplos se puede señalar el intento de invasión a Playa Girón (1961), la bomba que hizo estallar en el aire a un avión de pasajeros de Cubana de Aviación y mató a toda su tripulación en 1976, las acciones terroristas con bombas y disparos contra hoteles y restaurantes en la década de los ’90 y todos los intentos de asesinar al líder revolucionario Fidel Castro.

Todo ello en el marco de un bloqueo criminal e ilegal, que ha limitado el normal desarrollo de la economía de la isla. Bloqueo unilateral que va contra el derecho internacional y que ha sido rechazado por la Comunidad Internacional en más de veintinueve ocasiones en las votaciones de Naciones Unidas (por ejemplo, este año, 184 países votaron a favor de la resolución que le exige a Estados Unidos poner fin al bloqueo y solo tres votaron contra esa resolución).

Bloqueo que, según sus propios impulsores, tiene como fin asfixiar al pueblo cubano, generar malestar social, protestas y desestabilización para forzar un cambio de gobierno y un cambio de sistema político y así instaurar un régimen que sea afín a los intereses de Estados Unidos.

El bloqueo se ha endurecido durante la pandemia, con más de 240 medidas tomadas por el Gobierno de Donald Trump y sostenidas por la administración de Joe Biden (quien había prometido durante la campaña electoral que eliminaría las medidas contra la isla tomadas por su antecesor).

En ese duro escenario, y con la clara intención de profundizar la crisis provocada por la terrible suma del bloqueo y la pandemia, grupos vinculados al Gobierno norteamericano y las derechas de la región y de Europa, impulsan protestas para el 15 de noviembre (15N), no casualmente el mismo día que se ha anunciado la reapertura de las fronteras y el reingreso del turismo, que es la principal fuente de ingreso de la isla y que puede ser la que le permita generar una importante reactivación económica.

Para entender estos hechos y el nuevo marco de agresión contra el pueblo de la isla, Contexto entrevistó a Paula Klachko, socióloga, doctora en Historia y coordinadora del Capítulo Argentino de la Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales en Defensa de la Humanidad (RedH), Juliana Marino, militante política y ex embajadora argentina en Cuba, y Alberto Más, miembro del Movimiento Argentino de Solidaridad con Cuba  (MASCUBA) y del Club Argentino de Periodistas Amigos de Cuba (CAPAC).

El marco histórico

Paula Klachko, explicó que “todo análisis de la realidad cubana debe tener como marco el hecho de que ese pueblo se encuentra bajo una agresión sistemática de la mayor potencia imperialista que ha conocido la historia de la humanidad hasta nuestros días y que pone a Cuba en una situación de guerra”.

“Al igual que Venezuela, Nicaragua y los países que se salen del libreto de Washington, Cuba está en el centro de los escenarios bélicos que constituyen las nuevas formas de la guerra contrainsurgentes”, remarcó.

Klachko sostuvo que “estas nuevas formas de la guerra tienen sus tácticas particulares para cada país de Nuestra América. En caso de Cuba, que hace seis décadas ha optado por la construcción del socialismo, esa guerra se despliega con mucha más violencia y crueldad por parte del imperio. Ese es el punto de partida para analizar lo que pasa en Cuba”.

“En ese marco, ahora sale a la luz una progresiva irrupción de personajes y artistas que se muestran como apolíticos pero que, varios documentos, muestran que están siendo financiados por fundaciones y Organizaciones no Gubernamentales (ONG) financiadas por la Agencia Central de Inteligencia (CIA), o por entidades vinculadas a ella como la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo (USAID) y la Fundación Nacional para la Democracia (NED) y algunas entidades europeas como la Fundación Ebert que actúan en la misma línea. Además de ellos, están más que demostrados los vínculos con los sectores más reaccionarios de la ultraderecha radicada en Miami”, aseguró.

La socióloga concluyó contundentemente “aquí se podría aplicar una máxima que es ‘dime quién te financia y te diré qué intenciones tienen y a qué intereses eres funcional’”.

La nueva agresión

Por su parte, la exembajadora, Juliana Marino, sostuvo “esta vez no será tan fácil encubrir las acciones del 15N tras un ropaje de espontaneidad. Está clara la desestabilización organizada por rostros nuevos para viejos nombres y matrices conocidas de las conspiraciones de Miami y del Gobierno de los Estados Unidos”.

“Los instigadores quieren provocar caos, ser enjuiciados y detenidos para inaugurar nuevas campañas internacionales”, afirmó y agregó que “mientras tanto el pueblo cubano está dialogando, movilizado y participando, las autoridades atentas y resolviendo”.

Marino remarcó que “es necesario que los países hermanos sigamos denunciando al bloqueo y a las guerras encubiertas”.

“Cuba, ya casi enteramente vacunada, comienza las clases, reabre el turismo y enfrenta los desafíos de sus transformaciones económicas en medio de la crisis neoliberal postpandémica”, explicó.

Por último, la exdiplomática enfatizó: “debería quedar claro el modo en que las secuelas de la pandemia asolan a nuestros Gobiernos populares en su camino de retorno a la vida de justicia y unidad latinoamericana”.

La derecha argentina

En la misma línea, Alberto Más, remarcó “las acciones contra Cuba cuentan con el apoyo de la extrema derecha del continente y Argentina no es la excepción. Una gran cantidad de ONGs vinculadas a la CIA, a la USAID y la NED, han recibido importantísimas sumas de dinero para agredir al pueblo y al Gobierno cubano. Entre ellas, por ejemplo, Cronos Lab, relacionada a la Universidad Nacional de San Martín con las revistas Anfibia y Cosecha Roja, que recibió 80.000 dólares para formar periodistas que ‘ayuden a la sociedad civil cubana’”.

“También fueron financiadas las acciones con trolls organizadas por Agustín Antonetti de la Fundación Libertad. O las acciones contra la Embajada de Cuba en Argentina organizadas por personajes que responden a CADAL, otra de las ONGs financiadas por la NED”, aseguró.

Al finalizar, Más puntualizó: “un grupo minoritario de cubanos, que no representan para nada a la inmigración cubana en Argentina, realizaron y promueven nuevamente intentos de escrachar la embajada de Cuba en Buenos Aires. En sus agresiones contra la sede diplomática, estos grupos minúsculos, contaron con el apoyo activo de la juventud del PRO, de los seguidores del fascista Milei y la juventud radical que ha tirado por la borda la tradición antiimperialista de Hipólito Yrigoyen y Leandro N. Alem”.

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