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Diputado Pimenta: “Si se atreven a arrestar al presidente Lula, la reacción popular será imprevisible”

Ante las crecientes versiones que indican que entre fines de febrero y principios de marzo el Poder Judicial de Brasil podría decidir encarcelar al expresidente Luiz Inacio “Lula” Da Silva, Contexto entrevistó al jefe del bloque de Diputados del Partido de los Trabajadores (PT), Paulo Pimenta.

El congresista habló sobre las irregularidades del caso contra Lula, la reacción popular que puede causar si la derecha intenta encarcelarlo, las similitudes del caso con la persecución mediático-judicial desatada contra Cristina Fernández de Kirchne, y aseguró que el golpe dado por Temer “tiene los días contados”.

– ¿Cuáles fueron las irregularidades que hubo en el proceso judicial contra el expresidente Lula?

– Las irregularidades son tantas y tan graves que hacen que el libro El proceso, de Kafka, parezca literatura para niños. Las acusaciones se basan en hechos que no ocurrieron, como la recepción de un apartamento tríplex. Se basan únicamente en suposiciones. Los fiscales hicieron un espectáculo mediático para decir que Lula era el jefe de una organización delictiva, pero en la denuncia formal ni siquiera figura el crimen de creación de ese supuesto grupo, lo que debería ocurrir si de hecho hubiera una organización criminal. Además, el juez del proceso, que debería ser un mediador y actuar con imparcialidad, en realidad trabajó junto con los fiscales, lo que viola los principios elementales del derecho y todos los códigos jurídicos vigentes en Brasil. La otra grave irregularidad fue el cercenamiento a la defensa del presidente Lula, que no tuvo acceso a innumerables documentos utilizados por los fiscales en la acusación. Han vetado el derecho a escuchar a varios testigos, como el abogado Rodrigo Tacla Durán, que presentó pruebas concretas de un esquema de negociación de las sentencias a cambio de delaciones acordadas para corroborar las acusaciones, lo que es gravísimo, porque están involucradas personas muy cercanas al juez Sérgio Moro -como su padrino de matrimonio, Carlos Zucolotto- y los fiscales, incluso uno mencionado como «DD», sigla que coincidentemente trae las letras iniciales de Deltan Dallagnol, el jefe de la fuerza de tareas del Lava Jato en el Ministerio Público. En fin, el conjunto de irregularidades es enorme y no es por casualidad que ya se han publicado varios libros que apuntan a esas graves violaciones que demuestran la persecución jurídica, el lawfare contra el presidente Lula.

– Usted señaló que el golpe tenía tres objetivos. ¿Cuáles?

– En primer lugar, apartar a la presidenta Dilma Rousseff. Con eso, ellos podrían implantar el programa ultraneoliberal que es prácticamente un espejo de lo que Macri aplica en Argentina: destrucción de la previsión y de la legislación laboral, venta de las riquezas naturales a precio bananero (sobre todo el pre-sal) y del patrimonio público que son las empresas estatales como Petrobras, Eletrobras y los bancos públicos, ataque a los sindicatos, movimientos sociales y partidos políticos de oposición, entre muchas otras medidas. Por último, el objetivo final del golpe es impedir la candidatura de Lula y, con ello, dificultar el retorno del campo popular y progresista al poder. Excluir a Lula del proceso electoral es la cereza de la torta del golpe.

– ¿Cómo puede el pueblo enfrentarse a un Poder Judicial que parece decidido a impedir que Lula participe en las elecciones?

– El golpe tiene diversas caras: mediática, jurídica, parlamentaria y partidista. Toda reacción efectiva contra el golpe pasa obligatoriamente por la unidad de la izquierda y por la amplia movilización popular. Nosotros vencimos la batalla de la narrativa: todo Brasil y todo el mundo sabe que en 2016 ocurrió un golpe de Estado en Brasil. Hoy la base del gobierno en el Congreso está frágil y avergonzada. Le hemos impuesto varias derrotas. Impedimos la votación de la reforma previsional. El desafío ahora es alejar a los golpistas del poder y deshacer todas las maldades que hicieron en esos dos años. La candidatura de Lula es esencial para ello porque unifica las fuerzas progresistas y porque renueva la esperanza del pueblo.

– La decisión de Temer de intervenir militarmente en Rio ¿tiene que ver con la posible reacción de las personas de las favelas si Lula es encarcelado?

– Sin duda. Esta es, sobre todo, una medida electoral, marquetinera, pero también es una especie de recado, como si nos dijeran que están dispuestos a usar las Fuerzas Armadas, como lo hicieron en el pasado, para perpetuarse en el poder. Pero vamos a derrotarlos de todos modos. Este golpe tiene los días contados. El 1° de enero de 2019 Lula asumirá nuevamente la presidencia de Brasil.

– ¿Cuál será la posición del PT si se concreta esta injusticia?

– Si se atreven a arrestar al presidente Lula, la reacción popular será imprevisible y es algo que está mucho más allá del PT y de cualquier organización política en Brasil. Por encima de todo, Lula representa al pueblo pobre de Brasil que por primera vez en quinientos años de historia fue tratado con el respeto y la dignidad que merece, fue alzado a la condición de protagonista activo de la historia y no sólo testigo pasivo. Nadie puede predecir lo que va a suceder. Lo que es cierto es que el PT hará de todo para que eso no ocurra, porque se consumaría la mayor violencia jurídica y política de la historia de Brasil.

– ¿Considera que el intento de proscribir a Lula está relacionado con el intento de proscripción de otros líderes latinoamericanos como Cristina Fernández de Kirchner en Argentina y Rafael Correa en Ecuador?

– Por supuesto. La derecha latinoamericana fue barrida del poder político en muchos países y desde 2012 ellos recurren a una estrategia que ha sido denunciada en torno a lo que hoy se conoce como Plan Atlanta. Esta estrategia fue urdida en el submundo de la CIA y del Departamento de Estado de Estados Unidos e incluye desde la propaganda mediática negativa contra los líderes, partidos y movimientos de izquierda, hasta el uso de sectores del Poder Judicial en las acciones de lawfare, así como acciones violentas y terroristas, como vemos en Venezuela. Nada sucede por casualidad en la política de América Latina, especialmente en lo que se refiere a la actuación de las élites económicas.