Nacida hace hace cien años en la localidad bonaerense de Los Toldos, Eva Duarte de Perón se constituyó como una de las figuras más determinantes en la escena política, reconfigurando para siempre el rol de la mujer. Sororidad, política y representatividad son sus principales legados que la historiadora y socióloga feminista Dora Barrancos analiza en esta entrevista con Contexto.
¿Cómo debe recordarse la Fundación Eva Perón, teniendo en cuenta otros espacios que ocupaban las mujeres, como las sociedades de beneficencia?
Las sociedades de beneficencia ya se habían declinado. Inclusive durante el golpe, ya en el tránsito al 46, se había determinado, por una razón de Administración pública, que estas sociedades no tenían sentido. Que era una ola de la modernidades que surgían aún en esos golpes de Estado. Lo que impone Evita es una asistencia muy digna. Subraya la dignidad. No por una cuestión de derechos sino también de magnificencia. Si se analiza lo que eran los hogares de tránsito, eran bellísimos. El actual Museo Evita está emplazado en lo que era el hogar de tránsito. Era de un lujo soberbio, porque Evita además tenía esa cuestión: no había sólo que proponer y hacer el derecho, sino también había que subrayar el derecho con mucha dignidad. No era cualquier juguete el que llegaba a los niños, era el mejor juguete, no era cualquier casa que alojaba a estas mujeres en tránsito con muchas pobreza de recursos, había que darle los mejores lugares. Esto tiene muchos significados en el sentido de subrayar lo que hoy llamamos sororidad. Subrayar ese acto solidario. Subrayar inclusive que ella, que había salido de Los Toldos pobre, nunca había dejado de tener identificación con su clase. Ese es el punto Evita.
¿También lo que hace Evita es reconfigurar el rol de lo que es una “Primera Dama”?
Sí claro, ella podría haber sido una primera dama ostensible y ostentosa. Pero para nada, fue una gran trabajadora por el pueblo. Todo el mundo sabe que ella estaba enferma y su modo de resolver la lucha contra la enfermedad tremenda que tuvo también era inmolarse con más trabajo. Esto es un dato incontestable, lo trabajólica en lo que ella se constituyó.
La oligarquía se ensañó mucho con ella, no sólo por peronista, sino también por mujer.
Absolutamente, pero no fue sólo la oligarquía su enemiga. Muchas mujeres de clase media urbana la detestaban. Yo creo que hay parangones en algunas mujeres del presente. Hay algo de una proyección que puede ser envidiosa, de no sustentabilidad de la otra en el sentido de “quién es”, “por qué esa mujer y no yo”, “cómo esa mujer va a tener esos destellos”. Ahí hay un fracaso de la sororidad, hay una interrupción de la sororidad de género. Por eso se subraya más la hostilidad, cuando ocurre eso el desprecio es mayor, el odio es mayor.
«no fue sólo la oligarquía su enemiga. Muchas mujeres de clase media urbana la detestaban. Ahí hay una interrupción de la sororidad de género. Por eso se subraya más la hostilidad, cuando ocurre eso el desprecio es mayor, el odio es mayor»
A partir de Evita, ¿cómo se reconfigura el rol de la mujer en términos políticos y en la ocupación de nuevos espacios?
Esa es la gran contribución que le debemos a Evita, que le debe la ciudadanía femenina a Evita: es haber hecho justamente ese gran tránsito de disponer, estimular y consagrar la masividad de las mujeres en la esfera política. Ese es un paso extraordinario, ella se consagró a ese tránsito. Hizo masiva la presencia de las mujeres en la esfera política. Eso también determina el odio hacia ella, porque las mujeres fueron decisivas en el voto a Perón.
«La gran contribución que le debemos a Evita, que le debe la ciudadanía femenina a Evita, es haber hecho justamente ese gran tránsito de disponer, estimular y consagrar la masividad de las mujeres en la esfera política»
Yo diría además que el mismo cause peronista en Argentina revela una relación con lo femenino, con la condición femenina en el poder más amigable –probablemente el socialismo también, pero me refiero a partidos de masividad como ha sido el peronismo–, que se revela con una nervadura que lo hace más próximo de la condición de las mujeres. Por eso al peronismo no le han faltado representantes femeninas.