Por Pablo Roesler
“Coloquemos las cosas en su lugar y dejemos todas las hipocresías de lado. Las elecciones se ganan y se pierden, lo que no se pierden son las convicciones”. Las palabras de Néstor Kirchner cuando Daniel Filmus se encaminaba a una segunda vuelta con Mauricio Macri por la intendencia de la ciudad de Buenos Aires son esa porción de enseñanza que hay que tener siempre presente, más aun cuando los argentinos enfrentaremos una elección que definirá el rumbo de la patria.
Contrastada con la del FPV, la del Proyecto, la propuesta opositora del Cambio aparece como una caja vacía que cada uno, cada elector, cada individuo llena con sus propias expectativas, deseos, frustraciones. Es que el cambio es un contenedor de los deseos individuales. Es una idea individualista. El domingo perdió la idea del colectivo frente la individualidad.
En las elecciones del domingo se impuso una idea: el cambio. Pero la idea es vacía. ¿Qué es el cambio?
Contrastada con la del FpV, la del proyecto, la propuesta opositora del cambio aparece como una caja vacía que cada uno, cada elector, cada individuo llena con sus propias expectativas, deseos, frustraciones. Es que el cambio es un contenedor de los deseos individuales. Es una idea individualista. El domingo perdió la idea del colectivo frente la individualidad.
Por eso, el “Back to the 90’s” no es una fantasía, no es relato. Mi generación creció en la década menemista, nos hicimos hombres y mujeres adultas con el bombardeo de un paradigma terrorífico: el sálvese quien pueda. Entonces, las opciones eran individuales, el pasaporte es individual e instransferible, el crecimiento era pisando cabezas porque el otro es un estorbo y no un compatriota.
¿Qué es el cambio? Es “esto no”. Otra cosa que cada uno define según sus propios intereses. Los del individuo solo, sin vecinos, sin amigos, compañeros, compatriotas. Porque hasta ahora las propuestas de cambio de Macri y Mariú Vidal son meras consignas encerradas en sus figuras. ¿Quién es el que va a cambiar la economía, la educación, las jubilaciones, la AUH, las netbooks, las paritarias, la desocupación de un dígito, el desarrollo industrial? ¿Qué es lo que va a cambiar ese que no se sabe quién es?
Inflación, seguridad, narcos. Esos son meros fantasmas que en la batalla comunicacional le ganaron y lograron imponerse sobre todo lo conseguido en los últimos años. Porque el que diga que la inflación le come el sueldo está negando que todos los años se lo aumentan. Es decir, como mínimo, al final del año queda empardado. ¿Qué pasaría con las paritarias si Macri fuera presidente?
Pero todo eso ganó en la batalla discursiva. La derecha logró imponer su discurso desde la comunicación e hizo mella en el hueso social, al punto de que el PRO ganó incluso lo que se consideraban bastiones peronistas de la provincia.
No es relato que el 22 de noviembre competirán en las urnas dos modelos de país. El cambio de Cambiemos es el vacío, y en eso son inteligentes: no dicen qué va a cambiar porque no sería redituable electoralmente. No olvidemos que en el 89 el poder trasnacional y corporativo se apoderó del Estado en elecciones. Y así nos fue.