Por José Welschinger Lascano
En otro intento por recuperar la imagen de su gobierno, el presidente Mauricio Macri anunció la semana pasada su intención de elevar el seguro social de desempleo, de 400 a 3.000 pesos. La medida, planteada como una actualización largamente postergada, apareció para atenuar los efectos de un cambio en el modelo de país que ya comienza a mostrar sus consecuencias inmediatas.
El director del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), Hernán Letcher, comentó a Contexto: “Con el aumento de precios y tarifas, es irresponsable plantear que aumentar el seguro contra desempleo puede llegar a ser alguna clase de solución económica”. Según consideró el economista, quien perdió su trabajo sólo puede resolver su situación reinsertándose en el mercado laboral. “Aumentarle el seguro social no constituye ninguna clase de amparo”.
Para Letcher, la realidad es que, en una coyuntura como la actual, no se le puede dar importancia a medidas de carácter meramente paliativo como las propuestas por Macri. “Sin arreglar los problemas estructurales –sostuvo el director del CEPA–, lo único que sucede es que la raíz del problema se desplaza y termina recayendo sobre el déficit fiscal. Son parches que no alteran el rumbo general de una política económica que favorece a los sectores concentrados, como lo hizo la inmediata quita de impuestos a los artículos de lujo y a los autos importados; y, comparado con lo que se le quitó a los trabajadores, este Gobierno sólo les está dando migajas”.
En el mismo sentido, el profesor de Teoría Económica de la Universidad Nacional de Rosario, Sergio Arelovich, comentó a Contexto que la discusión por el seguro de desempleo es un debate que ya ha quedado atemporal. “No es que no sea importante –explicó–, sino que termina por volverse atemporal dentro del marco general de las últimas reformas en la economía del país; ya que tanto esa actualización del seguro de desempleo como el tema de la doble indemnización son cosas que por ahora entran en el terreno de la imaginación”.
Arelovich comentó que, en todo caso, hablar de un aumento de los seguros sociales de desempleo nunca es una noticia para festejar; ya que lo que realmente quiere cualquier trabajador es no perder su empleo. “No se trata sólo de dinero –sostuvo–, se trata de una seguridad que te permite tomar crédito, insertarte socialmente, capacitarte, brindarle una contención diferente a tu familia; cobrar un seguro nunca va a ser lo mismo que cobrar un salario, incluso aunque la cantidad de plata fuera la misma”.
Para el profesor de Teoría Económica por la UNR, el tema puede observarse desde dos lugares. “La perspectiva del Gobierno está puesta sobre la desactualización del monto, pero evita explicar cuál era la razón de esa desactualización, ya que había un motivo por el cual no había surgido la necesidad social de aumentarla. Con varias políticas, como el programa RePro [Recuperación Productiva], y especialmente con las concertaciones particulares en las negociaciones salariales convenidas, el anterior Gobierno atendía activamente la emergencia del desempleo. Así, se impedía que cualquier impacto de la economía se tradujera en un aumento masivo del desempleo; por el contrario, lo que se observa desde 2012 es que el empleo perdió la dinámica, dejó de crecer; a pesar de eso tampoco comenzó a descender. Es la información que se tiene, obviamente hasta noviembre de 2015, porque después ya no hay datos”.
La raíz del problema
Para los especialistas, la auténtica discusión de la actualidad está en el camino que emprenderá la futura política económica. “Desde nuestra perspectiva, la solución viene de la mano de políticas que favorezcan la producción y el consumo”, sostuvo Hernán Letcher, “porque el empleo está sujeto a la evolución de la economía tanto en lo macro como en lo micro; y es imposible intentar resolver desde una ley vinculada al mundo del trabajo lo que hace una política económica que excluye a los trabajadores”. El director del CEPA consideró que, desde su llegada al mando, el macrismo impulsó un paquete de medidas recesivas acompañadas de la apertura de las importaciones, que perjudicó a la producción local y principalmente a las pymes. “Eso produjo que se echara a muchas personas empleadas en la actividad privada, a la vez que se redujo ostensiblemente el salario real de los trabajadores haciendo que la sociedad perdiera su poder adquisitivo”.
Aunque la situación de los despidos se ha instalado como uno de los grandes problemas actuales del país, la ausencia de cifras oficiales hace que se vuelva imposible conocer con certeza cuál fue el saldo total de desempleo producido por las políticas de Cambiemos. Al respecto, Arelovich explicó: “Si uno divide el empleo estatal del empleo privado, en el estatal está la información conocida, que es la referida a los trabajadores incluidos en el sistema previsional argentino; y que representa una fracción de la realidad de los trabajadores del Estado. Pero en el sector privado lo notorio es la tendencia general de crecimiento en los últimos cuatro años, pese a que el PRO se la pasó diciendo que la economía no crecía y demás”. Según comentó Arelovich, esos datos provienen de los boletines de seguridad social, una serie de informes oficiales retomados por el macrismo: “Allí se puede ver cómo, desde enero de 2014, que fue la última publicación, hasta noviembre de 2015, los boletines oficiales que están en la página de AFIP dicen eso en materia de empleo”. Si bien se aprecian ciertas caídas durante algunos meses, los boletines muestran que las caídas puntuales no modificaron la tendencia hacia la generación de empleo producida durante los últimos años del kirchnerismo. “Si las cosas hubieran sido como las pintaba el macrismo, con una economía en decadencia y emergencia total, entonces eso debería estar reflejado en los números del empleo; y además esa discusión también quedó atemporal ahora que el nuevo titular del INDEC, Jorge Todesca, reconoció hace pocos días que el comportamiento de la economía argentina durante el último período anual fue de 2,1 puntos de crecimiento respecto de 2014”.
Además de la complejidad de la situación conocida, el economista alertó que también es necesario incluir en la ecuación a los trabajadores del sector informal. “Pensemos que esos datos, que provienen del boletín oficial, se extraen de las declaraciones juradas de ingresos de los trabajadores privados y públicos; para conocer qué está sucediendo con el empleo informal tendremos que esperar a que la AFIP se ponga las pilas y publique datos específicos. De todos modos, el empleo no registrado y el registrado son entidades vinculadas entre sí, porque ambas tienen que ver dentro del sistema laboral, así que de cierta forma se las puede considerar caras de la misma moneda: es decir que la tendencia del comportamiento suele ser la misma para los dos sectores. Sólo van a destiempo cuando el trabajo informal pasa a quedar registrado, gracias a una política fiscal que facilita ese pasaje; pero generalmente, cuando suben o bajan, lo hacen juntos”.
Para el profesor de la UNR, incluso puede considerarse que el 2,1% de crecimiento económico en 2015 fue una tasa baja en comparación con los períodos anteriores. “Aquí hay que considerar que sobre 2015 recayeron varios factores adversos, como la caída del sector automotriz por la crisis en Brasil, y también la voluntad de los agroexportadores de no liquidar sus cosechas para evitar la recaudación del Estado. Otro factor cuyos efectos se sintieron durante ese período, pero que venía generando un impacto fuerte desde hace años, fue la constante importación de energía, producto principalmente de la mala gestión y falta de inversión de Repsol, y también de una estatización de YPF que a mi juicio fue demasiado tardía”.
Para los especialistas, 2015 fue un período donde la escasez de divisas se agudizó gracias a la fuga de capitales y el giro de utilidades hacia las casas matrices por parte del capital extranjero; amén de todo tipo de maniobras utilizadas para falsear los mecanismos de control que tenía el Estado. “Son muchos condimentos –concluyó Arelovich– que agregaron tensión sobre un momento delicado para la economía y la política”.