Por Lisa Solomin
“La lucha es contra los indiferentes, contra los sectarios y contra el paso del tiempo”. La lucha es por no olvidar al maestro Carlos Fuentealba, asesinado el 4 de abril de 2007, durante una protesta de docentes en Neuquén. La lucha es por justicia. Así resume estos ocho años de lucha contra la impunidad Marcelo Guagliardo, el secretario general de la Asociación de Trabajadores de la Educación de Neuquén (ATEN). Hoy, los trabajadores docentes lo recordarán con diversas actividades y con una gran marcha en la capital provincial que tiene como principal objetivo dar un fuerte mensaje a los jueces que el próximo martes decidirán si los responsables políticos e intelectuales del asesinato quedarán sobreseídos.
En una entrevista con Contexto, Guagliardo recordó que, desde el asesinato de Fuentealba en Arroyito, un paraje rutero en las afueras de la capital neuquina, han trabajado sin descanso por lograr una justicia completa. Una lucha difícil y dolorosa, pero con algunos triunfos: “se logró, a partir de una actitud muy amplia y muy consciente de cuál fue la circunstancia del asesinato de Carlos, una gran unidad en este reclamo entre todas las organizaciones sociales, políticas y de derechos humanos de la provincia y de compañeros de todo el país. A través de CETERA, el reclamo de justicia se trasladó a todas las provincias del país y hoy hay innumerables plazas, aulas, instituciones educativas que llevan el nombre de Carlos. Esto tiene que ver con la decisión de unificar un reclamo que sabíamos que iba a ser difícil y lo sigue siendo”.
¿Qué significó para los trabajadores el asesinato de Fuentealba?
Significa un hito en términos de cuáles son los límites que pueden llegar a superar los gobiernos y los Estados en democracia, en una respuesta irracional al reclamo en defensa de la educación pública. La actitud de (el ex gobernador Jorge) Sobisch en nuestra provincia tuvo ese punto cúlmine con el asesinato de Carlos, pero entre el año 2000 y el 2007 fue una constante la utilización de la represión como forma de responder a las protestas sociales que generaban las situaciones de apremios hacia la clase trabajadora, de negar derechos elementales en términos laborales, de negar derechos sindicales. Y ese método de responder a la protesta social en algún momento fue la judicialización, y en otro momento fue la represión y la violencia con esta consecuencia trágica.
El asesinato de Carlos significó un quiebre. ¿Cómo influyó en la política provincial y nacional?
En 2007, cuando ocurrieron los hechos de Arroyito, la discusión en el país era cómo se trataba la protesta social. De hecho, desde el Estado nacional se había iniciado un proceso de retirar fuerzas policiales, se había iniciado la lucha para enjuiciar a los militares por los crímenes del Proceso, entonces, había una mirada distinta de toda esta situación. Pero en Neuquén vivíamos un neoliberalismo tardío. Sobich era candidato a presidente en representación de la derecha más recalcitrante de la Argentina. De hecho, era socio de Mauricio Macri, que rápidamente se despegó después de lo de Arroyito. Pero se presentaba como el candidato de la derecha que venía de la Patagonia a poner mano dura y reprimir la protesta social.
A partir de ese momento comienza a haber una relación distinta en términos de respeto institucional hacia las organizaciones del pueblo que antes no se tenía. Obligados también por las circunstancias, porque el gobernador de esta provincia sigue siendo del mismo partido que Sobisch, pero tuvo que cambiar diametralmente la relación con organizaciones como las nuestras. En el fondo, la cuestión sigue siendo tan dura como antes, pero en las formas, se corrió el tema de la represión.
Se cuidan más…
Sí, pero también porque en aquel momento lo que quisieron era dar una señal nacional. Nosotros, los trabajadores de la educación, fuimos sindicados por el sobichismo como un riesgo para su mirada de la política y eso desató durante esos años muchas represiones. Sólo que esta fue la más brutal de todas. Lo que pretendía era desarticularnos como organización, pero no pudo cumplir con ese objetivo: una cosa que reivindicamos de nosotros es que nos mantuvimos como organización, construimos unidad con otras organizaciones de trabajadores, llevamos adelante el reclamo de justicia, y eso nos fortaleció e impidió lo que en el fondo buscaba lograr el crimen de Carlos.
“que el crimen de Carlos no se olvide, que siga en la memoria de la sociedad, es lo único que nos garantiza que podamos tener justicia”
¿Hay justicia por Carlos Fuentealba?
Hay dos etapas respecto a la justicia por Carlos. El autor material del crimen (Darío Poblete) está preso con prisión perpetua. Esa condena se dictó muy rápidamente en 2008 por la condición política que se generó después y porque grandes sectores de la sociedad exigían que se resuelva al menos esa situación. Eso está cumplido, aunque tenemos algunos problemas serios con el cumplimiento efectivo de la condena porque tiene algunos privilegios que no gozan otros condenados por crímenes similares. Pero, aun con eso, ese paso fue importante. Lo que todavía está en una etapa de proceso y distante de encontrar un avance es la Causa Fuentealba II que investiga las responsabilidades de quienes organizaron y condujeron el operativo de Arroyito. Ahí hay quince policías, entre ellos la cúpula, y un representante del Ejecutivo provincial, que es el ministro de Seguridad de aquel momento (Raúl Pascuarelli). La pretensión nuestra es incorporar en esa causa al ex gobernador. Su conducta ligada directamente al hecho criminal está probada. En el juicio a Poblete se produjo información que nunca fue investigada: la envergadura del operativo, la cantidad de pertrechos policiales que se destinaron al lugar, la presencia de cinco grupos especiales, la presencia de la cúpula policial y de un representante del Poder Ejecutivo en el lugar de los hechos, y esa persona, al día siguiente del asesinato, dio una conferencia de prensa en la que aseguró que había estado en contacto permanente con el gobernador Sobisch. Es decir que no fue un hecho aislado de un policía loco que disparó, sino que Poblete fue el brazo ejecutor de una acción planificada, y eso es lo que no se investiga todavía.
Esos imputados de la Causa II son quienes fueron sobreseídos el año pasado por la justicia neuquina…
Se dictó un sobreseimiento que está siendo revisado. La marcha para recordar a Carlos este año tiene una motivación especial, que es meterle presión a los jueces que el martes 7 de abril tienen que resolver sobre una apelación que se hizo a ese sobreseimiento. El motivo del beneficio a los imputados es que se habían cumplido los tiempos razonables para la investigación, algo que es ridículo, porque quien dice eso es la misma justicia que demoró, dilató, estiró los plazos. Nosotros sostenemos que la característica del crimen tiene los ribetes de un crimen de lesa humanidad, por lo que no puede tener plazos de prescripción. Entonces, se tiene que discutir eso y la admisibilidad de dos amigos de la causa que son la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación y del CELS. Estos dos organismos dan cuenta del interés que hay en la sociedad de que esta causa no quede en un sobreseimiento y que tenemos la necesidad de saber qué es lo que pasó.
¿Qué actividades se están realizando para recordar al maestro Fuentealba?
Se están haciendo actos en la mayoría de las escuelas de la provincia, y esto es muy importante porque nos ha costado mucho. Si bien es un tema que toda la sociedad ha rechazado y el sobichismo no ha tenido ninguna otra oportunidad en términos electorales, es decir, que no hubo condena judicial pero sí social, por la forma en que el tema fue manejado por la prensa de la provincia y el partido de gobierno, que lleva más de cincuenta años en el poder, de alguna manera pudo demonizarnos y poner a las víctimas en el lugar de victimarios. Costó mucho revertir eso. Entre las demás actividades se va a realizar un acto en el lugar en que fue asesinado Carlos, una bicicleteada desde allí hasta el centro de la ciudad y finalmente la marcha en la que estará Sandra, la compañera de Carlos y única querellante en la causa, y cerrará Víctor Heredia. Lo más importante es seguir difundiendo lo que pasó. Que el crimen de Carlos no se olvide, que siga en la memoria de la sociedad argentina. Eso es lo único que nos garantiza que podamos tener justicia.