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El diseño industrial argentino y un nuevo estandarte histórico

Por Leandro Gianello

La historia del diseño industrial argentino tuvo su era dorada a mediados del siglo XX, en pleno gobierno peronista, cuando existió la decisión política de impulsar un proceso revolucionario para modernizar la estructura económica del país, mediante el desarrollo de la producción manufacturera con el objeto de sustituir importaciones. El sedán “El Justicialista”, declarado “bien de interés histórico nacional» por el Poder Ejecutivo esta semana, es fiel reflejo de esa etapa industrialista argentina y pertenece a una serie de automóviles producidos en el país entre 1953 y 1955 por la empresa Industrias Aeronáuticas y Mecánicas del Estado, IAME, durante el segundo gobierno del presidente Juan Domingo Perón

El Decreto 1673/2015 destacó que el vehículo pertenece a una serie de 167 automóviles cuya producción se interrumpió compulsivamente con el golpe militar del año 1955, cuando se detuvo la fabricación. Hasta ese momento, en los casi dos años de producción, IAME terminó 2.300 unidades entre chatitas, furgones y sedanes.

La concepción de “El Justicialista” fue una demostración de la capacidad de crear un vehículo adaptado a las reales necesidades del país, utilizando la tecnología local “para llenar una franja de mercado importante y que, después de varias décadas de haber cesado su producción, se ha convertido en un emblema”, señala la publicación en el Boletín Oficial.

DECLARAR UN PRODUCTO DE ESTE TIPO COMO BIEN HISTÓRICO “ES AVANZAR CON EL RECONOCIMIENTO DE LA PRODUCCIÓN RESULTANTE DE LA CULTURA DEL TRABAJO” DE LOS ARGENTINOS, INDICÓ JAIME SORÍN.

Declarar un producto de este tipo como bien histórico “es avanzar con el reconocimiento de la producción resultante de la cultura del trabajo” de los argentinos, indicó a Contexto Jaime Sorín, presidente de la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos, dependiente de la Secretaría de Cultura de la Nación, y uno de los responsables de la inclusión del vehículo peronista dentro de estos parámetros.

“Es una dimensión distinta dentro del concepto de bienes históricos, ya que por lo general son considerados así estructuras, edificios y territorios; casi nunca objetos”, y, en este sentido, precisamente “buscamos reivindicar el legado de un período de producción argentino representado entre las décadas de 1940 y 1950, que ha sido poco nombrado hasta ahora”, agregó Sorín.

“BUSCAMOS REIVINDICAR EL LEGADO DE UN PERÍODO DE PRODUCCIÓN ARGENTINO REPRESENTADO ENTRE LAS DÉCADAS DE 1940 Y 1950, QUE HA SIDO POCO NOMBRADO HASTA AHORA.”

Un reconocimiento de este tipo “es muy importante, porque cambia la manera de pensar qué es lo que tiene que ser reconocido” socialmente y pasar a formar parte del legado cultural, siendo a la vez “un intento de poner en discusión los estándares evaluativos para ese fin. Fundamentalmente, tiene que ver con una reivindicación de la producción nacional” de una época determinante de la historia argentina, destacó Sorín.

“Son los primeros pasos en este sentido. La próxima declaración de bien de interés histórico será del Pulqui (el primer avión a reacción producido en el país)”, una distinción que continuará con esta línea, concluyó el arquitecto y miembro fundador de Carta Abierta.

Por su parte, Pablo Ungaro, magíster en Diseño Industrial de la UNLP e investigador adjunto de la Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia de Buenos Aires, dijo a Contexto que la declaración “es un reconocimiento importante para el diseño local”.

“El Justicialista” es un buen ejemplo de “‘diseño pragmático’, es decir, con una alta participación de la ingeniería que toma modelos consolidados en otras latitudes para revisitarlos” y adaptarlos a nuestro entorno, ya que en ese momento no existían todavía instituciones capaces de desarrollar conceptos propios, agrega Ungaro.

“EL JUSTICIALISTA” ES UN BUEN EJEMPLO DE “‘DISEÑO PRAGMÁTICO’, ES DECIR, CON UNA ALTA PARTICIPACIÓN DE LA INGENIERÍA QUE TOMA MODELOS CONSOLIDADOS EN OTRAS LATITUDES PARA REVISITARLOS”, APORTÓ PABLO UNGARO.

Por aquel entonces, resaltó Ungaro, “se escogían modelos de productos y se los estudiaba pensando en cómo se podría fabricar algo similar con las tecnologías disponibles y los conocimientos a nivel local. Esto se hizo en un marco histórico muy particular y bajo circunstancias concretas que buscaban aproximarse al desarrollo desde la industrialización por sustitución de importaciones”.

“Este modelo de sustitución fue muy positivo para el país y para las disciplinas proyectuales en particular, ya que se pudieron desarrollar capacidades endógenas y sumar valores locales a las producciones”, agregó Ungaro.

autoPara el diseño, el reconocimiento al vehículo tiene una connotación sentimental, porque representa todas aquellas cosas que se hubieran logrado si no se interrumpían los procesos de empoderamiento popular, si se continuaba con la idea de industrialización en la que el Estado tenía un rol protagónico. “Interrumpir esa etapa de industrialización tuvo un efecto similar al que implicaría detener la producción de satélites en el INVAP. Es importante la reivindicación de este proceso más que la de un artículo o producto en particular, y en ese sentido el legado más destacable tiene que ver con la actual sustitución de importaciones”, manifestó el especialista.

En la actualidad, “ese es nuestro desafío y el que va a llenar de diseñadores las fabricas, y junto a ellos nuestra idiosincrasia, nuestra identidad, nuestro orgullo de ser artífices locales de nuestra realidad productiva”, concluyó Ungaro.

Antecedentes: otro auto, otra historia

Existe un registro previo en el que se consideró como bien de interés histórico nacional un automóvil, en este caso por motivos muy diferentes: es el que permanece en el interior del Sitio de la Memoria de la Casa Mariani-Teruggi, asaltada en noviembre de 1976 por las fuerzas de la represión ilegal de la dictadura cívico militar.

El sitio, ubicado en la calle 30 entre 55 y 56 de la ciudad de La Plata, fue objeto de un ataque que tuvo como resultado el asesinato de cinco militantes y la desaparición de Clara Anahí, hija de tres meses de edad del matrimonio formado por Diana Teruggi y Daniel Mariani.

Si bien el lugar en sí mismo forma parte del catálogo de interés histórico, el vehículo que era propiedad de la pareja, una furgoneta marca Citroën modelo 1973 usada para el reparto de conservas de conejo, también forma parte de la misma declaración y permanece en el garaje demostrando la contundencia del ataque armado.