Por Pablo Pellegrino
La inestabilidad que caracterizó al mes de agosto se mantuvo hasta el último día hábil: el dólar volvió a subir y cerró por encima de los 62 pesos, a pesar del contrafuego del Banco Central, que vendió casi 400 millones de dólares y convalidó una tasa de interés récord del 84% promedio. El Riesgo País volvió a acelerarse y alcanzó a los 2.536 puntos básicos.
A lo largo del mes, la fuga de capitales que caracterizó la profunda crisis que vive el país alcanzó niveles alarmantes y el Banco Central perdió más de 11.000 millones de dólares de reservas. Cuando comenzó agosto, la entidad monetaria contabilizaba unos 67.700 millones, y el último día del mes cerró por debajo de los 56.000 millones. La merma fue dada por la salida de depósitos, las ventas para contener la cotización de la divisa, la devaluación del yuan (que impactó por el swap con China) y el gatillo de la cláusula de garantía a tenedores de bonos.
El viernes, luego del avance de la crisis, el gobierno tomó una llamativa decisión: habrá cepo al dólar para los bancos. La iniciativa, a pesar de ser esperable, llama la atención, puesto que es algo que el propio gobierno de Macri se encargó de eliminar durante la «salida del cepo».
El nuevo esquema limita los giros de utilidades al exterior por parte de las entidades bancarias, que deberán pedir permiso al Banco Central antes de realizar una operación de ese estilo.
EL nuevo cepo limita los giros de utilidades al exterior por parte de las entidades bancarias, que deberán pedir permiso al Banco Central antes de realizarlas.
La llegada de Mauricio Macri al poder implicó una total y completa liberalización del mercado cambiario y el giro de utilidades al exterior fue liberado. En los últimos días, incluso los economistas cercanos a la Administración de Cambiemos se preguntaban por qué seguían permitiendo que los capitales «golondrina» tuvieran la posibilidad de desarmar posiciones con tanta facilidad, aún cuando esos mismos especialistas reivindicaron en su momento la flexibilidad dispuesta en diciembre de 2015.
En 2005 el gobierno de Néstor Kirchner dispuso que las inversiones financieras especulativas debían permanecer por al menos un año, y en aquel momento se decretó que tendrían un encaje (porción del capital inmovilizada) del 30%. Con Alfonso Prat Gay al frente del Ministerio de Hacienda, el plazo se relajó a 120 días y se eliminaron los encajes. Con la gestión de Nicolás Dujovne los plazos se eliminaron completamente en enero de 2017 y los especuladores tuvieron libertad de ingresar y salir del sistema en cualquier momento.
Otro de los aspectos fundamentales que modificó la «salida del cepo» fue la obligatoriedad de liquidar divisas por exportaciones en un plazo que durante el kirchnerismo variaba según el producto exportable, pero que en ningún caso superaba el año (las cosechas, por ejemplo, tenían un mes). El camino fue similar al de los capitales golondrina: primero se relajó el plazo y luego directamente se eliminó.
El mismo día en que el Central anunció la medida que obliga a los bancos a pedir autorización a la autoridad monetaria para girar dividendos al exterior, fue el senador de Cambiemos, Julio Cobos, el que también sorprendió con su apreciación sobre la evolución de las iniciativas del gobierno: si los anuncios de Hernán Lacunza no surten efectos positivos, «no habrá alternativas» más que aplicar un control de cambios.
Una advertencia similar le hizo el BNP Paribas a sus clientes en un informe que trascendió ayer. Nuevos controles en el mercado cambiario (y hasta restricciones para retirar dinero) por el acelerado proceso de dolarización que se vio en agosto «son probables» para esa entidad.