Por Roberto Álvarez Mur
Cuando el Papa intentó, a través de un comunicado internacional, concretar un pedido de clemencia por la vida de Juan José Valle, ya era tarde. El general que había encabezado el levantamiento contra la llamada Revolución Libertadora ya había sido trasladado a la Penitenciaría de Buenos Aires, en el actual Parque Las Heras. Allí fue fusilado a las diez de la noche, hace 59 años.
En septiembre de 1955, la autodenominada Revolución Libertadora había derrocado a Perón. El 13 de noviembre de ese mismo año, el general Pedro Eugenio Aramburu asumió la presidencia del país. Durante su gobierno intervino la CGT, persiguió a la clase dirigente peronista, desmanteló el IAPI y hasta prohibió todo tipo de mención de términos, palabras o frases vinculada al peronismo.
Al año siguiente, durante la noche del 9 de junio de 1956, el general Juan José Valle encabezó una rebelión cívico-militar que tuvo sus focos aislados en Buenos Aires, La Plata y La Pampa, con el objetivo de atacar el gobierno de facto de Aramburu. La fallida operación dejaría como resultado la muerte de Blas Closs, Rafael Fernández y Bernardino Rodríguez de las fuerzas militares, y de Carlos Yrigoyen y Rolando Zanera de las filas sublevadas.
Asimismo, el levantamiento fue seguido del apresamiento y la ejecución clandestina de dieciocho militares y trece civiles, asesinados en las afueras de José León Suárez, hecho que quedaría marcado en la historia argentina a través de las páginas de Operación Masacre, del periodista y escritor Rodolfo Walsh.
En septiembre de 1974, Pedro Eugenio Aramburu fue secuestrado por la organización Montoneros y sometido a “juicio popular”, tanto por la muerte del general Juan José Valle, como por los fusilamientos de José León Suárez. Aramburu fue ejecutado en el sótano de una estancia de la zona de Carlos Tejedor. Aquella acción significaría la aparición pública del grupo combativo, y su paso definitivo a la clandestinidad.
El 27 de noviembre de 2013, el Congreso de la Nación Argentina sancionó la Ley Nº 26.927 derogando el Decreto Nº 2146/79, y designó con el nombre de “Teniente General Juan José Valle” a la Autopista Ruta Nacional 9, en el tramo comprendido entre la ciudad de San Nicolás de los Arroyos y la ciudad de Rosario, que antes llevaba el nombre del dictador Aramburu.
En una de sus últimas cartas, dirigida al gobierno militar de Aramburu, Juan José Valle escribió:
Como cristiano me presento ante Dios, que murió ajusticiado, perdonando a mis asesinos, y como argentino, derramo mi sangre por la causa del pueblo humilde, por la justicia y la libertad de todos, no sólo de minorías privilegiadas. Espero que el pueblo conozca un día esta carta y la proclama revolucionaria en las que quedan nuestros ideales en forma intergiversable. Así nadie podrá ser embaucado por el cúmulo de mentiras contradictorias y ridículas con que el gobierno trata de cohonestar esta ola de matanzas y lavarse las manos sucias en sangre. Ruego a Dios que mi sangre sirva para unir a los argentinos. Viva la patria.